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Las afirmaciones falsas sobre la COVID-19 y las vacunas en un vídeo viral de Patricia Callisperis

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Patricia Callisperis es una difusora habitual de desinformación sobre la pandemia de COVID-19, sus posibles tratamientos y vacunas. Esta médica boliviana traumatóloga ya ha difundido con anterioridad bulos sobre el dióxido de cloro como cura del COVID-19 que ha desmentido AFP Factual. Bolivia Verifica también ha desmentido seis datos falsos sobre las vacunas contra el coronavirus que Callisperis difundió en una entrevista televisada. AFP Factual y Bolivia Verifica son miembros de la International Fact Checking Network (IFCN), al igual que Maldita.es.

Ahora se ha difundido otro vídeo de Callisperis en el que difunde más desinformación sobre las vacunas del coronavirus, tratamientos sin evidencia científica y sobre las mascarillas. La desmontamos a continuación. 

Esta verificación ha sido realizada en el marco del proyecto #VacúnaTE que Maldita.es y la agencia de noticias Servimedia desarrollan contra la desinformación sobre las vacunas de la COVID-19 con el apoyo de Google News Initiative.

No hay evidencias de que ni el dióxido de cloro, ni la hidroxicloroquina ni la ivermectina curen o prevengan la COVID-19

“En Bolivia tenemos ivermectina, hidroxicloroquina, el dióxido de cloro como medios preventivos [de la COVID-19]. Los que nos hemos curado con dióxido de cloro, con ivermectina, hidroxicloroquina no queremos ser parte de un experimento”, afirma en el vídeo Callisperis. Pero ninguna de esas tres sustancias han probado prevenir o curar la COVID-19.

El dióxido de cloro proviene del MMS o clorito de sodio. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) alertó en septiembre de 2020 de los riesgos graves para la salud que podía tener el consumo de dióxido de cloro. También aclaró que no existe ninguna prueba científica que avale las supuestas propiedades contra la COVID-19 y otras enfermedades. “El dióxido de cloro es un oxidante fuerte y su consumo supone un riesgo para la salud que puede ser grave en algunos pacientes y requerir hospitalización”, advirtió la AEMPS. En abril ya explicamos por qué el dióxido de cloro o CDS no cura el coronavirus y por qué el supuesto estudio que dice que sí no es un ensayo clínico y tiene numerosos sesgos y errores estadísticos.

Sobre la hidroxicloroquina, en febrero de 2021 la revista científica NEJM publicó los resultados provisionales del megaestudio de la Organización Mundial de la Salud bautizado como Solidarity para buscar tratamientos contra la COVID-19. La conclusión es que la hidroxicloroquina “tuvo poco o ningún efecto en los pacientes hospitalizados con COVID-19”. Es decir, no hay evidencia de que la hidroxicloroquina cure o prevenga la enfermedad.

Respecto a la ivermectina, un medicamento antiparasitario que se utiliza contra la malaria, la FDA (la administración estadounidense que regula los medicamentos) publicó en mayo de 2021 por qué no deberíamos usar la ivermectina para tratar o prevenir la COVID-19. Esta agencia sanitaria no ha aprobado su uso para prevenir o tratar la COVID-19. Aunque algunos estudios preliminares han dado buenos resultados reduciendo la carga viral en casos moderados de COVID-19, hacen falta más investigaciones que confirmen esos resultados. Por lo tanto, tampoco está probado que la ivermectina cure o prevenga la infección por coronavirus.

Todas las vacunas pasan a la fase 4 y no son experimentales

“Vacunar en niños es genocidio. No podemos experimentar con niños. No se ha concluido la fase 4. No se puede pensar en inocular niños ni adolescentes. En realidad a menores de 30 años no deberíamos vacunarlos”, afirma erróneamente también Callisperis.

Pero como ya explicamos, todos los medicamentos y las vacunas tras aprobarse pasan por fase 4 o de estudios de seguimiento, también las del coronavirus. La fase 4 ocurre cuando está ya comercializada y se usa a gran escala la vacuna o cualquier medicamento. El objetivo de esta fase es monitorizar los efectos secundarios del fármaco, sobre todo los más raros, que pueden observarse sólo cuando el medicamento es utilizado a gran escala. Todos los medicamentos inician la fase 4 tras ser comercializados. Por lo tanto, es falso que sean vacunas experimentales porque han superado las tres fases de ensayo clínico necesarias antes de ser autorizadas.

También hemos contado por qué es necesario vacunar a preadolescentes y adolescentes contra la COVID-19. Para empezar, aunque el riesgo que tienen de padecer una COVID-19 grave es bajo, no es cero. Y, al igual que los adultos, también pueden transmitir el virus a su entorno. De hecho, cuantas más personas se contagien, más posibilidades tiene el coronavirus de mutar y crear variantes. La vacunación puede ayudar a evitar estos escenarios. Como ya os hemos contado en Maldita.es, hay evidencias de que las vacunas también reducen la transmisión del virus.

Las mascarillas o barbijos sí reducen la transmisión del coronavirus y no provocan neumonías

El barbijo “no tiene sentido tampoco”, dice también el vídeo: “El diámetro del virus es infinitamente inferior al diámetro de la porosidad de los barbijos. Lo que hace el barbijo es también empeorar tu inmunidad porque te quita la respiración. La oxigenación es fundamental para tu organismo. Con el barbijo lo único que haces justamente es que estés inhalando el dióxido de carbono para después tener neumonías y otras alteraciones. Los niños peor todavía. Los niños no deberían usar barbijo”.

Pero estas afirmaciones antimascarillas son falsas. Para empezar, el virus se transmite en gotículas y aerosoles que sí puede retener la mascarilla y, por lo tanto, es falso que se escape el virus por los poros de la tela. De hecho, las mascarillas FFP2 protegen tanto de la emisión de nuestras gotas al exterior como contra la inoculación de aerosoles.

Tampoco es cierto que haya evidencias científicas que demuestren que el uso de la mascarilla provoque a sus portadores una carencia de oxígeno o hipoxia y, por lo tanto, esto provoque una disminución del sistema inmunitario. Además, es falso que los barbijos reduzcan la oxigenación o inhalemos dióxido de carbono.

Lo explicaba a Maldita.es María Elisa Calle, experta en Epidemiología y Salud Pública y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid: “Los tejidos utilizados dejan pasar el gas y el oxígeno es un gas. Respiramos oxígeno mezclado con nitrógeno y espiramos CO2 que también es un gas. Si fuera cierto, los cirujanos que intervienen durante varias horas, estarían muertos y no solo cansados”

Como ya os hemos contado en varias ocasiones, es falso que las mascarillas provoquen neumonías u otras alteraciones como se afirma en el vídeo. Respecto a los niños, las mascarillas no impiden que los niños adquieran oxígeno y son seguras.

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