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EDICIÓN ESPECIAL CORONAVIRUS XII: pantallas protectoras, pérdida de visión y acné en confinamiento y bicicletas en el 94º consultorio de Maldita Ciencia

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¡Feliz viernes, malditas y malditos, con el consultorio científico de Maldita Ciencia! Va aquí otra tanda de preguntas y temas que os preocupan y que nos habéis hecho llegar. Y una vez más, contentas de introducir un tema no relacionado con la pandemia: las bicis. Por lo demás, hoy hablamos de pantallas protectoras, de empeoramiento de la vista y de brotes de acné relacionados con el confinamiento. Vamos a ello.

Si tienes más preguntas, enviánoslas a nuestro WhatsApp (655 19 85 38), a nuestro e-mail ([email protected]) o a nuestras redes sociales (bien Twitter, o bien Facebook). ¡Vamos a ello! 

¿Son efectivas las pantallas protectoras contra el virus?

Nos habéis preguntado si las pantallas protectoras son efectivas frente al coronavirus y en qué hay que fijarse a la hora de elegirlas. Como os explicamos aquí, los protectores faciales, al cubrir los ojos, se asocian con un menor riesgo de infección.

La COVID-19 se propaga principalmente de persona a persona a través de las gotículas que salen despedidas de la nariz o la boca de una persona infectada al toser, estornudar o hablar, según la Organización Mundial de la Salud. Una persona puede infectarse si estas gotículas llegan a sus ojos o si tras tocar una superficie infectada y luego se tocan los ojos, la nariz o la boca. 

Una revisión de 13 estudios (en los que han participado 3.713 personas) publicada en la revista científica The Lancet concluye que el riesgo de infección o transmisión al usar protección ocular es del 6% frente al 16% de quienes no usan ningún protector facial o gafas.

Gemma del Caño, farmacéutica especialista en seguridad alimentaria, subraya a Maldita Ciencia que estas pantallas protectoras en ningún caso sustituyen a las mascarillas. “Son un elemento complementario pero no sustitutivo, es imprescindible utilizarlo con una mascarilla ya que no cubren la cara completamente y podríamos contagiar nosotros a los demás”, afirma. 

¿Para quién son recomendables las pantallas protectoras y en qué situaciones? En entornos donde no es posible mantener los dos metros de distancia de seguridad y no tenemos otro equipo de protección individual (EPI) que nos proteja, según Del Caño. Es decir, si estamos permanentemente expuestos incumpliendo la distancia de seguridad.

Holger Schünemann, uno de los autores de la revisión publicada en The Lancet, recomienda estas pantallas a los trabajadores de la salud. A la hora de elegir una, aconseja a Maldita Ciencia asegurarse de que cubra bien la cara y los ojos, que sea cómoda y que no impida ver. 

Ya os hemos explicado en qué hay que fijarse a la hora de comprar mascarillas que cumplan la normativa. En este caso, para asegurarse de que las pantallas protectoras están homologadas, la farmacéutica explica que hay que fijarse en que en su etiquetado aparezca la norma UNE-EN- 166:2002.

En el caso de entornos sanitarios donde se necesite que los ojos estén totalmente cubiertos y que no entre nada por ningún lateral, sería la misma norma pero en vez de para pantallas, para gafas integrales. “Además, como es un EPI, debe llevar el marcado CE y cumplir el Reglamento UE 2016/425”, cuenta Del Caño.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos recomiendan limpiar este tipo de protectores varias veces al día. Para ello aconsejan usar guantes. El primer paso es limpiar con cuidado primero el interior y luego el exterior con un paño limpio mojado en una solución de detergente neutro o con una toallita limpiadora. 

Después, hay que limpiar el exterior del protector con un paño limpio empapado en una solución desinfectante. Una vez hecho, hay que lavar otra vez el exterior pero con agua limpia o alcohol “para eliminar los residuos”. Finalmente, hay que dejar que se seque al aire o usar toallitas absorbentes limpias, quitarse los guantes y lavarse las manos.

¿Es verdad que el confinamiento ha empeorado nuestra vista?

Nos habéis preguntado si es verdad que con el confinamiento empeora la vista. Ana Belén Cisneros del Río, secretaria general del Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL), afirma que debido al confinamiento, nos movemos en espacios reducidos, con luz artificial, y desempeñamos trabajos en los que la vista se utiliza casi únicamente en distancias cortas y que requieren un esfuerzo mental. Todos estos factores pueden causar problemas visuales como vista cansada o incluso visión borrosa.

“Lo natural para el órgano visual es enfocar la visión de lejos. La visión a distancias próximas conlleva un esfuerzo de los músculos de los ojos, que si se lleva a cabo durante un largo periodo de tiempo y sin las medidas oportunas puede conllevar fatiga visual”, cuenta a Maldita Ciencia.

Dentro de los problemas visuales que cualquier persona puede haber experimentado durante el confinamiento, Cisneros destaca la visión borrosa, problemas de enfoque, vista cansada, sequedad ocular, picor de ojos y dolor de cabeza. 

Además, la Delegación de Galicia del Colegio Nacional de Ópticos Optometristas (CNOO) explica a Maldita Ciencia que ahora que poco a poco podemos salir a la calle, es probable que haya personas que noten que ven peor de lejos y que antes no se hayan dado cuenta, ya que la mayor parte del tiempo estaban mirando a distancias menores. 

“Nuestro sistema visual está construido para la visión lejana (más allá de 6 metros). Cuando lo empleamos para ver cosas que están más cerca, es cuando más esfuerzo realiza y más energía consume”, explica. Muchas horas al día mirando cosas que están cerca de forma habitual puede estimular la aparición o el aumento de la miopía, según el CNOO. Aún así, considera que dos o tres meses es un período de tiempo bastante corto como para poder provocarlo.

Karen Walsh, científica del Centro de Investigación y Educación Ocular (CORE) de la Universidad de Waterloo, señala a Maldita Ciencia que es probable que al permanecer aislados haya aumentado nuestro uso de dispositivos digitales: “Este enfoque cercano en una pantalla puede ser agotador para los ojos, cambiar la frecuencia con la que parpadeamos y hacer que los notemos irritados o secos”

Su recomendación es que si has notado que tu vista ha empeorado de alguna manera, contactes con un óptico profesional. Para evitar problemas visuales, el COOCYL recomienda seguir la regla 20-20-20. “Cada 20 minutos debemos dejar de mirar a la pantalla del ordenador durante 20 segundos mientras enfocamos algún punto u objeto que se encuentre a seis metros (20 pies) de distancia".

Para disminuir la sensación de fatiga visual, también es recomendable “evitar la sequedad ocular, forzando el parpadeo”. “Lo normal sería parpadear de 15 a 20 veces por minuto y normalmente delante de un ordenador pasamos a 5 veces”, destaca el COOCYL. También es posible utilizar un humidificador o aplicar lagrimas artificiales si fuera necesario.

Si se utiliza el ordenador, es recomendable ajustar el brillo y contraste de la pantalla para que esté en consonancia con la iluminación de la zona de trabajo. Cisneros sostiene que reducir la luz ambiental nos permitirá poder suavizar el brillo del monitor, mejorando así la visualización del texto”.

“Asegúrate de que tienes la luz apropiada, mejor si es natural. Pero recuerda que el exceso de luz también puede ser perjudicial. No coloques la pantalla de frente o de espaldas a una ventana o cualquier fuente de luz directa. Opta mejor por una iluminación lateral y evita los reflejos”, afirma.

También recomienda mantener el monitor del ordenador a unos 60 centímetros de distancia y ligeramente por debajo del nivel de los ojos. Para los móviles o tabletas, la distancia debe ser de entre 35 y 40 centímetros.

En el caso de la televisión, la recomendación es no situarse a menos de dos metros de la pantalla, pero dependerá de su tamaño. Cisneros recomienda situarse a dos metros si el televisor es de 32 pulgadas, a 2,5 metros, si es de 42 pulgadas y a tres metros si su tamaño es de 46. 

¿Hay relación entre la cuarentena y el acné?

Si has notado que durante estos meses en los que nos hemos quedado en casa cumpliendo el confinamiento has tenido más granitos que de costumbre, tranquilidad, que no eres el único o la única al que le ha pasado algo parecido. Esta semana varios de vosotros nos habéis preguntado si el hecho de que la cara se nos llene de nuevos y "abultados amiguetes" podría estar relacionado de alguna manera con la cuarentena. La respuesta es sí.

"Sí que hemos visto un aumento de casos de acné", confirma a Maldita Ciencia Sara Gómez Armayones, dermatóloga en el Hospital Clinic, en Barcelona. "Y uno de los principales factores es el propio estrés que ha generado la crisis del coronavirus", añade. Según comenta la dermatóloga, hemos vivido en un contexto en el que ha habido un estado nervioso generalizado importante, por un lado.

"Aunque ya se conocen perfectamente las causas, los daños y los estímulos que generan acné, hay eventos que lo empeoran o provocan y uno de ellos es el estrés", explica Patricia Gutiérrez, dermatóloga y maldita que nos ha prestado sus superpoderes. Según Gutiérrez, esto ocurre porque, cuando el cuerpo está estresado, libera hormonas, sustancias inflamatorias y neuropéptidos que terminan por llegar a las paredes de la glándula sebácea (las que generan el sebo que protege y lubrica nuestra piel), donde se inician las lesiones cutáneas. "Aunque ese sea el motivo de causa o empeoramiento, el tratamiento prácticamente es el mismo", añade la experta.* 

Por otro lado, Gómez Armayones indica que mucha gente ha tenido problemas de sueño, que también puede repercutir en la piel de nuestra cara. "Además, ha habido peor alimentación porque la población ha consumido, en general, más ultraprocesados y mas alimentos que elevan la carga glucémica", señala.

De hecho, como ya os contábamos aquí,  algunos estudios han mostrado que los alimentos con alto índice glucémico (aquellos que pueden elevar el nivel de glucosa en sangre rápidamente como el pan o arroz blanco así como los que continen harinas refinadas, azúcar, etc.) pueden agudizar el problema cutáneo, según este documento de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV). "Todo esto son factores que favorecen la aparición de las lesiones de acné o el empeoramiento de las que ya estaban", confirma la experta.

Pero esto no es lo único que ha podido influir en el aumento de casos de acné durante las últimas semanas. Gómez Armayones también señala, por un lado, que el propio estado nervioso ante la situación (y un espejo cerca durante tantas horas) hace que mucha gente se manipule estas lesiones. Esto podría empeorarlas al entrar en contacto la suciedad de nuestras manos con los poros faciales, favoreciendo su obstrucción o podría conducir a infecciones cutáneas, así como a su cicatrización, retrasando la sanación.

"Por otro lado, antes del confinamiento mucha gente tenía una rutina bastante estricta y se lavaba la cara mañana y noche. Muchas mujeres, por ejemplo, se maquillaban, por lo que tenían que retirar el maquillaje por la noche. Esto implica una limpieza, lo que previene los brotes y lesiones de acné", explica la dermatóloga. "Al haber dejado de salir de casa también se ha dejado de lado esta rutina, lo que, de nuevo, favorece los brotes".

Sucede también en sentido inverso, como recuerda Gómez Armayones, ya que hay gente que ha llevado a cabo limpiezas faciales de forma más compulsiva y con productos o jabones más agresivos, que no respetan el manto lipídico (la grasa) y el pH de la piel y que también han generado un empeoramiento.

¿Estamos más expuestos a la contaminación cuando vamos en bici por las ciudades?

El 3 de junio ha sido declarado por la ONU el Día Mundial de la Bicicleta. Este medio de transporte se abre camino durante esta pandemia, en España como en otros países, como un medio más seguro. Muchas ciudades como Barcelona se están organizando para dejar más espacio a los ciclistas en los próximos meses de forma definitiva. Sin embargo, muchos ciclistas se preguntan: ¿respiraré más contaminación pedaleando en el medio del tráfico que si fuera en coche o caminando?

Lo primero que es importante tener en cuenta es que, en palabras de Xavier Querol, que lidera el grupo de investigación de geoquímica medioambiental y atmosférica del CSIC, “todos los medios de transporte exponen a contaminación”, sean metro, bus, bici, tranvía o si eres un peatón. “Por tanto, los niveles de exposición por ir en bici deben compararse con estos, no con los niveles de calidad del aire”.

Dicho esto, es cierto que ir en bici “aumenta la exposición a contaminantes del aire y el riesgo a accidentes” respecto a ir en coche, como dice el investigador del ISGLOBAL de Barcelona Jordi Sunyer. Sin embargo, “este perjuicio se ve enormemente compensado por los beneficios del aumento de la actividad física”, como indica este estudio sobre el servicio de Bicing de Barcelona en el British Medical Journal de 2011.

¿Se respira más contaminación al ir en bici?

La cuestión no es sencilla. Javier Ignacio Luengo Oroz, experto en sostenibilidad ambiental de la empresa especializada en servicios de sostenibilidad ERM, admite que no hay muchos estudios que midan la diferente exposición de ciclistas y conductores, y que no son fáciles de comparar ya que siguen metodologías distintas. 

David Rojas-Rueda, epidemiólogo y actualmente profesor asistente en la Colorado State University, así como en el Instituto de Salud Global ISGLOBAL, y uno de los autores del estudio de 2011, ve claro que “haciendo un mismo trayecto, comparado con alguien que va en un coche, el que va en una bicicleta inhala más contaminación” según explica a Maldita Ciencia.

“Eso es porque su tasa de inhalación es más alta y la duración de viaje es más larga”. Sin embargo, subraya que “teniendo en cuenta el impacto positivo de actividad física para la salud, cuando comparamos a alguien que va en bici con alguien que va en coche, el que va en bici tiene menor riesgo de morir y mayor esperanza y calidad de vida teniendo en cuenta la contaminación del aire, los accidentes de tráfico y la actividad física”.

En cambio, Luengo considera que “los ciclistas no están más expuestos. Para partículas grandes, la exposición de ambos es ligeramente menor para los ciclistas, pero para las fracciones de partículas más pequeñas (las más mortales), los ciclistas están mucho menos expuestos que los conductores”, como detalla esta investigación publicada hace 2 años en la revista Climate Atmospheric Science.

La razón de ello, como explica Luengo, es que “los conductores están más cerca de la fuente de partículas, los motores y los frenos, y por eso están más expuestos, especialmente a las partículas pequeñas que se ‘cuelan’ más fácilmente por rendijas, conductos o el aire acondicionado”. Ahora bien, es cierto también según este investigador que “el problema puede venir porque al tener los ciclistas una tasa de respiración más alta, respiran más partículas”.

Los carriles bici separados del tráfico, fundamentales para proteger de la contaminación

Todos los investigadores consultados coinciden en que un factor que afecta muchísimo al nivel de contaminación al que se está expuestos es la presencia de carriles bici. En palabras de Querol, “no es suficiente crear carriles bici, sino carriles bici separados del tráfico, reducir el tráfico en calles con carriles bici, o escoger calles con menor tráfico. Generalmente, a 25m del borde de la carretera/vía, la contaminación por partículas se reduce 50%”.

Este aspecto concretamente lo estudió, entre otros, el mismo Luengo en uno de sus artículos publicado en Atmospheric Pollution Research en 2019 y que se refiere a la ciudad de Edimburgo: “Una separación de unos pocos metros de los ciclistas de los coches gracias a los carriles bici (o la presencia de por ejemplo, barreras vegetales), disminuye muchísimo la exposición de los ciclistas - mucho más de un 50%-. Además, los ciclistas no se ven obligados a ir tan rápido, por lo que respiran más suave y absorben menos partículas”.

Y añade: “la elección de la ruta en base a la infraestructura ciclista tiene un gran efecto en la exposición del ciclista, así como la manera de conducir. Por ejemplo, si un autobús te adelanta a 2 metros de distancia, puedes tener un pico de 1.000.000 partículas/cm3, mientras que si te adelanta a 5 metros de distancia el pico puede ser solo de 60.000 partículas/cm3. Utilizar el espacio reservado a ciclistas en los semáforos reduce muchísimo la exposición también”.

Por eso, en palabras de Teresa Moreno, directora del Instituto de Diagnosis Ambiental y Estudios del Agua del CSIC (IDAEA), “mejor elegir una ruta con menos tráfico, carril bici, o circular con distancia de los coches”.

En todo caso, como afirma un estudio de 2010 en Environmental Health Perspectives, quienes pasan de usar el coche para ir al trabajo a la bicicleta aumentan su esperanza de vida en 8 meses de media. Así que ya sabéis: ¡a pedalear!

Y por último...

Os recordamos que para diagnósticos concretos y dudas médicas, la mejor opción será recurrir a un profesional sanitario que estudie el caso y os recomiende la solución o tratamiento más adecuado. En esta época de confinamiento, muchos sanitarios están atendiendo a pacientes por vía telefónica, email o vídeollamadas. Para todo lo demás, ¡podéis contar con Maldita Ciencia! Estaremos encantados de dar respuestas a vuestra preguntas.

*Hemos actualizado con las declaraciones de nuestra maldita Patricia Gutiérrez.

En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la dermatóloga Patricia Gutiérrez.

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