A Lula da Silva las últimas elecciones presidenciales en Brasil le pillaron en la cárcel. El expresidente brasileño iba a ser el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) hasta que la Justicia se lo impidió por estar cumpliendo condena por corrupción, y tuvo que ver desde su celda cómo su antítesis, Jair Bolsonaro, era elegido para liderar Brasil durante los próximos cuatro años. Desde entonces ha habido tiempo para mucho en el país: las condenas contra Lula han sido anuladas, la pandemia de la COVID-19 ha causado cientos de miles de muertos y la Amazonia ha sufrido graves incendios. La respuesta de Bolsonaro ante estos escenarios ha sido objeto de críticas e investigaciones.
Los brasileños deberán elegir en la segunda vuelta de las presidenciales del 30 de octubre si aprueban esa gestión bolsonarista o si vuelven a confiar en Lula para presidir la república. Lo harán tras una campaña marcada por la desinformación en la que instituciones, plataformas y medios de verificación han tratado de impedir que se repita lo vivido en 2018.
La foto de Lula con un narco, la bajada masiva de las pensiones de Bolsonaro y otros bulos contra los candidatos
Uno de esos medios es la Agência Lupa, cuya CEO, Natália Leal, asegura a Maldita.es que aunque en las semanas previas a las próximas elecciones han detectado una mayor cantidad de bulos respecto a 2018, los brasileños están más familiarizados con el concepto de “fake news” y por lo tanto hay más concienciación “con los peligros de este tipo de contenido”.
Leal afirma que “las dos partes [tanto partidarios de Bolsonaro como de Lula] han utilizado la desinformación como estrategia en Brasil” aunque “la derecha ha tenido más éxito con estas acciones ya que desde antes de las elecciones de 2018 tienen grupos de partidarios con gran capacidad de diseminar contenido”. ¿Cuál ha sido la respuesta de la izquierda brasileña? Según la responsable de Lupa, “han adoptado en la segunda vuelta [de las elecciones] la estrategia de usar desinformación para combatir la desinformación de la derecha”.
Sérgio Lüdtke, editor del proyecto colaborativo Comprova que agrupa a 43 medios brasileños para detectar bulos electorales, mantiene que quienes los difundieron en 2018 han seguido “activos durante este periodo” y que mientras los verificadores se centraban en atajar los bulos sobre la pandemia aprovecharon para usar “nuevos formatos, narrativas y plataformas”. Según el periodista, “la desinformación que proviene de la derecha está más articulada” aunque existen “actores de izquierda que también han comenzado a usar narrativas de desinformación en esta segunda ronda”.
Muchos de los bulos que se han difundido hacen referencia a los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta de las elecciones, como el vídeo sacado de contexto que dice que Bolsonaro iba a bajar los sueldos y las pensiones de los funcionarios en un 25% o el montaje en el que juntaron a Lula y a un narcotraficante en una misma imagen. Según Lüdtke, estos vídeos descontextualizados “intentan poner etiquetas a los candidatos que pueden provocar el rechazo de los votantes”.
Al líder del PT también se le han atribuido iniciativas que en realidad no ha propuesto, como la de que iba a permitir los pequeños hurtos ya que hay “mucha gente pasando hambre”. Igual de virales han sido otras desinformaciones que hablarían del supuesto rechazo de empresas grandes hacia Lula. Por ejemplo, Lupa desmintió que la cervecera Heineken hubiera modificado su etiqueta para apoyar a Bolsonaro.
Otra técnica de desinformación que también han detectado los verificadores brasileños es la de suplantar a medios de comunicación como G1, ya que se ha difundido un montaje en el que dicho periódico habría informado sobre supuestos nombramientos por parte de Lula en el caso de que ganara. Esta técnica también se ha utilizado en España para todo tipo de desinformaciones e incluso para llevar a cabo timos.
Usan los bulos para sembrar dudas en torno a las instituciones y al sistema electoral
Cada vez que se celebran unas elecciones se difunden bulos que buscan deslegitimar los sistemas electorales así como las instituciones encargadas de supervisarlas, a las que se les acusa de facilitar fraudes. Esto ocurrió tras la primera vuelta de las elecciones brasileñas el pasado 2 de octubre, cuando según Natália Leal se desinformó sobre las máquinas de voto electrónico utilizadas en las votaciones en Brasil. “Este contenido crea la idea de que existe una falta de transparencia en el proceso electoral brasileño y da lugar a impugnaciones de los resultados, lo cual es extremadamente dañino para la democracia brasileña”, opina.
Un ejemplo de estos bulos es el que se compartió diciendo que el Tribunal Superior Electoral de Brasil no había enviado las cuñas electorales de Bolsonaro a las radios, cuando la realidad es que no es competencia de esta institución hacer esa labor, según desmintió Lupa.
También tras la primera vuelta de las elecciones se compartió un audio atribuido al ministro de Defensa, Paulo Sérgio Nogueira de Oliveira, quien habría denunciado fraude electoral en esa votación y que por lo tanto iba a intervenir para que no se llevara a cabo la segunda ronda, pero quien hablaba no era el ministro en cuestión.
Ante estas desinformaciones que cuestionan el sistema electoral, verificadores como la Agência Lupa o Comprova han apostado por publicar artículos explicativos para detallar cómo funcionan unas elecciones en Brasil, además de desmentir esos bulos concretos. En el caso de Comprova, han explicado por ejemplo qué está permitido y qué no a la hora de votar.
Lüdtke, responsable de este proyecto colaborativo, afirma que estos artículos explicativos “dan más contexto a los temas que plantean dudas o desinformación”. Natália Leal, de Lupa, coincide en que “ya no basta con decir simplemente que algo es falso o cierto, porque con frecuencia lo que vemos es una narrativa distorsionada basada en hechos que no se pueden calificar como falsos”. Es por eso que la agencia de verificación que dirige ha publicado artículos como el que compara la deforestación y los incendios producidos en la Amazonía durante los gobiernos de Lula y Bolsonaro.
Cómo la crispación política ha dado lugar a la violencia en Brasil
La desinformación electoral no sólo puede influir en el resultado de unas elecciones, sino que puede aumentar la división política de un país y escalar hasta casos reales de violencia: “A diario hay noticias de agresiones a personas por diferencias políticas y profesionales de la prensa han sufrido acoso en las redes sociales y violencia física”, explica Sérgio Lüdtke.
Algunos de esos casos han sido protagonizados en los últimos días por miembros de la primera línea de la política, como el exdiputado Roberto Jefferson, quien disparó contra varios agentes que trataban de arrestarle, coincidiendo con un arresto domiciliario que cumplía tras amenazar a jueces del Tribunal Supremo, según El País.
De acuerdo con cifras del Observatorio de violencia política y electoral de Brasil recogidas por la revista Time, “los casos de violencia política contra candidatos, funcionarios y otros trabajadores gubernamentales ha aumentado” desde 2020 y en los dos primeros trimestres de 2022 se han detectado al menos 214 casos. Es más, la violencia ya fue protagonista en la campaña previa a las elecciones de 2018, cuando el propio Jair Bolsonaro fue apuñalado durante una aparición pública.
¿Qué ha cambiado?
Para tratar de evitar el caos desinformativo sufrido en 2018, Lupa y otros medios de fact-checking, además del Tribunal Superior Electoral (TSE) brasileño y las plataformas de redes sociales, han colaborado para intentar “llegar a una audiencia mayor y más diversa”, cuenta Leal. De hecho, el propio TSE recopila en su página web las desinformaciones desmentidas por los verificadores y permite a la ciudadanía enviar alertas sobre posibles bulos que hayan detectado relacionados con las elecciones.
La colaboración también es la base del proyecto Comprova, que reunió en 2018 a 24 medios brasileños para detectar desinformación electoral y que para los comicios de este año ha crecido hasta llegar a los 43 medios unidos por una misma causa. Señala Sérgio Ludtke, su responsable, que “cada investigación es realizada por tres o cuatro periodistas de diferentes medios y revisada por al menos otros tres de medios que no participaron en la investigación”. Sólo tras el visto bueno de esos editores se publica la información.
Las medidas de las grandes plataformas para evitar los errores de 2018
Según una investigación del Reuters Institute de la Universidad de Oxford, una parte importante de los brasileños encuestados percibe la desinformación como un problema en las grandes plataformas como WhatsApp, Facebook, YouTube o Google. ¿Qué han hecho todas ellas para tratar de ser parte de la solución y no del problema?
WhatsApp, donde se difundió una gran cantidad de desinformación en las elecciones de 2018, redujo a nivel mundial el número de veces que se puede reenviar un mensaje a cinco conversaciones a la vez y añadió una etiqueta de “reenviado muchas veces” a aquellos que se difunden ampliamente, los cuales “sólo se pueden reenviar a un chat a la vez”. Según la plataforma, con esto “se minimiza la divulgación de rumores, mensajes virales y noticias falsas”.
Sérgio Lüdtke asegura que tras esta medida notaron una bajada en las peticiones de los usuarios para verificar contenidos difundidos a través de esta plataforma, aunque han vuelto a aumentar en plena campaña electoral.
En general, Natália Leal cree respecto a las medidas adoptadas por las plataformas que “hay avances” en algunas de ellas pese a que “hay que hacer mucho en cuanto a sus políticas sobre desinformación”. Para ella, esas políticas tienen que abordar “la diversidad de idiomas” ya que acciones que funcionan en inglés “no se aplican al portugués”. Eso pasa también por que las plataformas actúen teniendo en cuenta la normativa electoral de Brasil ya que, según la responsable de Lupa, “hay compañías que simplemente han traducido al portugués las normas que crearon para las elecciones en Estados Unidos de 2020”.
Leal también insiste en que para que esas normas de las plataformas funcionen tienen que aplicarlas y “castigar a actores que de forma recurrente difunden desinformación”. “Considerando que, en la actualidad, en Brasil hay una gran cantidad de desinformación que procede de políticos con cargo, tienen que ser monitorizados y castigados igual que el resto de los ciudadanos”, concluye.
Los bulos contra los que han luchado medios de verificación como la Agência Lupa o Comprova van a seguir circulando en las horas previas a las elecciones e incluso después de las mismas, donde es habitual que se difundan acusaciones de fraude electoral. Ambos medios estándesmintiendo en directo estos bulos en sus páginas web.