Se están difundiendo vídeos en los que supuestamente vemos que un imán se pega a la zona del brazo donde supuestas personas vacunadas contra la COVID-19 han recibido la inyección. También hay vídeos en los que aparece cómo se pegan tenedores o cucharas en los brazos de gente supuestamente vacunada. Nos habéis enviado distintas versiones a nuestro chatbot de WhatsApp (+34 644 229 319). En estos vídeos se asegura que las vacunas llevan "metales pesados" o que nos han insertado un "dispositivo rastreador". También circula este contenido publicado en la web Ejército Remanente en el que se dice que la vacuna tiene algún componente magnético.
Pero es un bulo, ni las vacunas contra la COVID-19* llevan "metales pesados" ni están compuestas por materiales con propiedades magnéticas. Tampoco es cierto que nos hayan insertado un "dispositivo rastreador". Os lo explicamos.
Esta verificación ha sido realizada en el marco del proyecto #VacúnaTE que Maldita.es y la agencia de noticias Servimedia desarrollan contra la desinformación sobre las vacunas de la COVID-19 con el apoyo de Google News Initiative.
Las vacunas contra la COVID-19 que están en uso en la UE no tienen "metales pesados" ni componentes magnéticos *
"Es completamente falso. Por supuesto que no tienen ni metales pesados ni componentes magnéticos", nos asegura Jaime Jesús Pérez, vocal de la Asociación Española de Vacunología (AEV). Si revisamos las fichas técnicas de las distintas vacunas contra la COVID-19 que están en uso en la Unión Europea (UE) y, por lo tanto, en España (Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen) podemos comprobar que no hay "metales pesados" entre sus componentes.
Si bien es cierto que algunas vacunas (no las del COVID-19 que están en uso en la UE) contienen sales de aluminio, pero estas son muy inferiores (menos del 1%) a las que, de forma natural, contienen los alimentos que consumimos habitualmente, según recoge este texto del Comité Asesor de Vacunas (CAV) de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Las sales de aluminio tiene un papel adyuvante en las vacunas, es decir, “contribuyen a potenciar la respuesta inmune de la vacuna”, explica Jaime Jesús Pérez. En este sentido, vacunas contra la COVID-19 que están en uso en otros países, como CoronaVac y Covaxin, contienen sales de aluminio como adyuvantes. También Epivac, que continúa en fase de ensayos clínicos.
Por qué sería imposible que una vacuna lograse que se nos pegasen imanes en la piel: la cantidad inyectada sería demasiado pequeña para tener ese efecto
El físico Alberto Nájera, profesor de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Castilla-La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS), asegura que las vacunas contra la COVID-19 no contienen "ningún elemento químico o material que tenga propiedades magnéticas". Pero, en el hipotético caso de que así fuera, el imán no se sostendría en la piel de todos modos. Según explica, los materiales magnéticos serían distribuidos por el cuerpo y no se quedarían concentrados en la zona del pinchazo. Y, como la vacuna se inyecta en profundidad, "difícilmente llegaríamos a obtener respuesta con un imán". En cualquier caso, la cantidad de materiales magnéticos de la vacuna serían insuficientes "como para que la fuerza magnética venciera a la fuerza gravitatoria".
Berta Domènech Garcia, doctora en Química e investigadora de la Universidad Tecnológica de Hamburgo especializada en nanotecnología y nanomateriales, también destaca que se necesitaría una alta cantidad de materiales con propiedades magnéticas para que el imán se sostuviera en el brazo. Según explica, "sólo algunos elementos de la tabla periódica (y/o algunos de sus compuestos)" pueden crear imanes o pueden ser atraídos por un imán. "Son los llamados ferromagnéticos (elementos como el cobalto, el hierro, el níquel, o algunos tipos de acero) y los ferrimagnéticos (como la magnetita, un óxido de hierro)", aclara.
La experta propone que imaginemos un experimento en el que utilicemos limaduras de hierro (material ferromagnético) y un imán. "La cantidad de virutas de hierro necesaria para sostener ese imán sería difícilmente inyectable en los mililitros inyectados de vacuna", manifiesta. Para observar un efecto como el que vemos en los vídeos, según Domènech, "más bien haría falta un implante subcutáneo".
Lo mismo indica Fernando Herranz, químico e investigador del Grupo de Nanomedicina e Imagen Molecular (NanoMedMol) del Instituto de Química Médica (IQM) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): "Para conseguir una atracción como la que, supuestamente, muestran esas imágenes haría falta una cantidad de material magnético debajo de la piel bastante grande, más que lo que te inyectan de la propia vacuna de hecho".
Además, los tres expertos coinciden en señalar que, si la vacuna llevara materiales magnéticos, no sería transparente. "No conozco ningún material magnético líquido que sea transparente. Recordemos que, además, debe ser muy fluido para poder viajar a través de la aguja de inoculación que es muy muy fina", apunta Alberto Nájera.
Por su parte, el maldito Gabriel Alfranca Ramón, doctor en nanobiomedicina e investigador del CSIC, ha realizado una prueba con nanopartículas magnéticas e imanes junto a Yilian Fernández-Afonso, investigadora del Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón (ICMA).*
En este pequeño experimento, prueban a diluir las nanopartículas magnéticas en agua desionizada, que evita que las sales del agua “hagan que las nanopartículas se desestabilicen”, según explica Alfranca. En cada tubo, van añadiendo cada vez con menos concentración de nanopartículas magnéticas y más agua.
Como podemos observar en el vídeo, la cantidad de nanopartículas magnéticas que se necesitan para sujetar un imán es mayor de lo que podría inyectarse en una vacuna y, además, el líquido no es transparente.
¿Por qué se nos pueden quedar objetos metálicos “pegados” en la piel momentáneamente? *
Hay que tener en cuenta que desconocemos muchos detalles de cómo han sido grabados los vídeos que están circulando. No sabemos cómo son los supuestos imanes que han usado, si han podido utilizar alguna sustancia para que los objetos se pegaran a la piel o si las personas que salen han sido realmente vacunadas contra la COVID-19.
"Mi hipótesis es que gracias a la humedad de la piel o a ejercer una pequeña presión, consiguen que los elementos que utilizan queden sujetos, entiendo que momentáneamente", afirma Nájera. Por ejemplo, el experto señala que si a una cuchara le echamos el aliento y generamos un poco de vaho, podemos hacer que adhiera a nuestra piel durante un rato.
En este sentido, Daniel Gómez, neurocientífico, divulgador y mago, explica a Maldita.es que durante el siglo XX se utilizaba un truco que consistía en pegar metales al cuerpo, incluso pesados, para dar la impresión de que una persona podía ser magnética. Estos elementos se quedaban pegados al cuerpo gracias a la humedad de la piel. Según apunta Gómez, este efecto fue desmontado por el mago James Randi. Como podemos ver en este vídeo, Randi comprobó que añadiendo talco a la piel, que es un elemento secante, el objeto deja de pegarse.
“Si alguien cree que se ha magnetizado por las vacunas, siempre puede comprobarlo por sí mismo en el brazo contrario (que también se pegará) o añadiendo talco o similares (que hará que deje de pegarse)”, señala Gómez. El experto afirma que con la humedad, como el sudor de la piel, podemos hacer que objetos metálicos se nos queden pegados.
También hemos consultado por este tema a Sonia Antoranz Contera, catedrática de Física Biológica en la Universidad de Oxford, que señala que la “atracción” que vemos en este tipo de vídeos puede deberse a la humedad de la piel, el calor producido en el brazo por la administración de la vacuna y a otros factores. “Normalmente no hay una sola causa, y buscar una solución ‘magnética’ es una manera de simplificar que no es aplicable a la realidad compleja del problema, sobre todo, porque no hay partículas magnéticas en las vacunas”, indica la experta.
Las vacunas contra la COVID-19 no llevan un "dispositivo rastreador"
Uno de los vídeos que nos habéis mandado va un paso más allá. En este se afirma que los vídeos que están circulando demuestran que nos han insertado un "dispositivo rastreador". Las declaraciones se le atribuyen a Luis Marcelo Martínez, médico genetista que forma parte del grupo negacionista 'Médicos por la Verdad' en Argentina.
Pero no es cierto y, además, en el vídeo no se aporta ninguna prueba. Alberto Nájera asegura que no es posible que con las vacunas nos inyecten un "dispositivo rastreador" que convierta a los vacunados en una "antena" o que permita que sean rastreados como "con un GPS". El físico explica que se necesitarían varios elementos para que esto funcionara que no pueden ser inyectados con la vacuna. El "dispositivo rastreador" tendría que ser "extremadamente pequeño" para que no fuera visible y pudiera entrar con la aguja, se necesitaría una antena "de al menos unos milímetros" y también una batería.
En definitiva, no hay un microchip en las vacunas contra la COVID-19 para rastrear a los vacunados, como también aclaran los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU.
Este tipo de vídeos, en los que supuestamente se colocan imanes en los brazos de personas vacunadas, también han circulado por Estados Unidos y el Reino Unido y han sido desmentidos por verificadores como Snopes, AFP Factual, USA Today, Factcheck.org y Full Fact, todos miembros del International Fact-Checking Network (IFCN) del que también forma parte Maldita.es.
En este artículo han colaborado con sus superpoderes l@s maldit@s Berta Domènech Garcia, Fernando Herranz y Gabriel Alfranca Ramón.
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*Este artículo se ha actualizado el 01/06/2021 para puntualizar que las vacunas a las que nos referimos en el segundo párrafo son las de la COVID-19. También se ha aclarado que las vacunas contra la COVID-19 aprobadas en la Unión Europea no contienen metales pesados y se ha añadido información sobre las sales de aluminio como adyuvantes en las vacunas. Se ha añadido la información aportada por Gabriel Alfranca Ramón sobre las nanopartículas magnéticas. También se han añadido las explicaciones de Daniel Gómez y Sonia Antoranz Contera sobre por qué se nos pueden quedar objetos pegados a la piel.
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Este artículo es una colaboración mensual entre Maldita Ciencia y el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud.
Primera fecha de publicación de este artículo: 19/05/2021