Hablemos del “miedo” a la tecnología. Sí, sí, de tener miedo al uso de ciertos dispositivos. Ya hemos explicado a fondo qué es el tecnoestrés y lo que nos genera… Pero la tecnología también puede darnos, directamente, miedo. La tecnofobia se manifiesta en una resistencia a hablar o interactuar con la tecnología. Nos produce ansiedad, así como pensamientos hostiles, y todo eso se cuece a nivel mental, por lo que combatirlo es complicado, como con cualquier otro miedo.
La tecnofobia tiene muchas efectos que van desde la ansiedad y el estrés al miedo
“Dentro de la literatura científica y académica, el término ‘tecnofobia’ se ha utilizado como sinónimo de tecnoestrés, miedo y ansiedad a los ordenadores, ciberfobia y fobia a los ordenadores (computerphobia en inglés)”, nos explica Conchi Castellanos, Doctora en Psicología Experimental y Neurociencias del Comportamiento en la Universidad de Granada, y maldita que nos ha prestado sus superpoderes. ¿Por qué a los ordenadores, especialmente? Principalmente, porque era la tecnología más moderna cuando se empezaron a realizar los estudios, señala, en los años 80, cuando se popularizó el término. Más adelante, con la introducción de nuevas tecnologías, se amplía el margen al desarrollo tecnológico.
Por tanto, también se podría definir como “un miedo irracional y/o ansiedad que se produce como respuesta a nuevos estímulos derivados de una tecnología que modifica y/o cambia la manera normal (rutina) o previa en la que la persona realiza una cierta tarea o trabajo”, remarca Castellanos.
En este caso, no es que nos diera miedo una máquina o un robot por tener aspecto terrorífico (algo que generalmente suele pasar en las pelis y no tanto en la vida real), sino que sería un avance tecnológico que no controlamos el que nos causaría esa aprensión, estrés o ansiedad que posteriormente se traduce como miedo.
¿A qué parte de la tecnología exactamente podemos tenerle miedo?
Esta idea la refuerza la experiencia de Aurora Gómez, psicóloga especializada en comportamientos digitales: “El miedo hacia robots, por ejemplo, se da por una falta de autoestima en lo tecnológico por la falta de habilidades. Ven un cacharro que es complejo y sobre el que no tiene posibilidad de actuar y lo que hacen es evitarlo”. La fobia a la tecnología no hay que confundirla, recuerda Gómez, con movimientos “ideológicos”: no hablamos de miedo cuando algunas personas dicen que “no quieren que haya máquinas porque les van a quitar el trabajo”.
En sus sesiones de terapia, Gómez sí que detecta en numerosas ocasiones esa fobia a la tecnología. Y habla de fobia porque, literalmente, causa un miedo irracional y una respuesta de estrés a las personas que pasan por ella: “Son personas que llegan al trabajo y se les obliga a usar tecnología. Es posible que usen ciertas áreas, pero no todas. No piden cita en el médico, no la utilizan para el ocio, para tema de cuentas bancarias, etc. En esa gente se va desarrollando una resistencia que cada vez va a peor”. Añade, además, que en su caso el perfil que más detecta que pasa por este tipo de trance son las mujeres.
“Empiezan con la conversación de que no quieren terapia online porque se les da mal la tecnología. Las dos primeras sesiones puede ser un caos para conectarnos; quieren utilizar más el móvil que el ordenador o empiezan a decir que van a pagar físicamente, con un sobre o que te ingresan el dinero en el banco”, afirma. Pone como ejemplo, incluso, el caso de una paciente que completó una carrera universitaria usando su móvil para realizar las tareas, con tal de no tener que usar el ordenador.
Síntomas comunes de la tecnofobia: desde efectos físicos como la sudoración a ansiedad y bloqueos
La siguiente fase de los efectos de ese miedo irracional podrían verse reflejados en un brote psicótico, tal y como señala Gómez: “Cada vez que aparece una tecnología nueva, la gente pensaba que podía servir para radiar sus pensamientos y que fueran públicos, por lo que una de las características del brote es que tengan miedo a ser espiados”. En este caso, pasamos a un tipo de miedo relacionado con nuestra privacidad, más que con la incapacidad de manejar la tecnología.
Esto, decíamos, en un caso extremo. Entre los principales síntomas asociados a esa fobia a la tecnología, la doctora Castellanos se refiere a los recogidos en un estudio realizado en los años 90: sudoración de las manos, palpitaciones, y dolor de cabeza al interactuar con un ordenador; una aparente sensación de calma y relajación que en realidad se acompaña de “un bombardeo de pensamientos y mensajes negativos como ‘todo el mundo sabe cómo hacer esto menos yo’ o ‘voy a equivocarme de tecla y romper la máquina’; y ansiedad generada por la falta de conocimiento sobre el uso de la máquina.
¿Te has sentido identificado con alguno de estos síntomas o con las explicaciones más generales sobre el miedo a la tecnología? Quizás pienses que este tipo de fobia es más común en las personas mayores por un tema generacional, pero lo cierto es que puede sufrirla cualquier persona. Por eso, Gómez nos da algunas pautas para actuar contra ella: acudir a formaciones de escuelas de adultos en los que se dan clases de alfabetización digital; trabajar esa alfabetización en otros espacios en los que nos sintamos seguros (la especialista recomienda los movimientos asociados al software libre); y también, importante, pedir ayuda en nuestro entorno.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la maldita Conchi Castellanos, especialista en psicología experimental. Castellanos forma parte de Superpoderosas, un proyecto de Maldita.es en colaboración con FECYT que busca aumentar la presencia de científicas y expertas en el discurso público a través de la colaboración en la lucha contra la desinformación.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 07/11/2022