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Cinco semanas de guerra en Ucrania a raíz de la invasión rusa han dejado sus secuelas en el ciberespacio. Comenzamos informando de pequeños ciberataques con el objetivo de tumbar páginas web institucionales que ahora se han convertido en ataques más intensos que han afectado incluso a la red de telecomunicaciones del país ucraniano. A ello se suman las campañas de desinformación propagandística que se valen de tecnologías digitales como los deepfakes. En la Maldita Twitchería tecnológica del 30 de marzo hablamos de estas cuestiones, pero también del papel de estos nuevos métodos de desinformación y de la introducción de tecnologías de reconocimiento facial en este contexto bélico, así como de los precedentes que sienta.
Ucrania lleva sufriendo ciberataques de diferentes estilos desde 2014
Josep Arbors, responsable de Investigación y Concienciación de ESET España, recuerda que "los ciberataques se vienen dando desde 2014, desde ataques de denegación de servicio (DDoS) a atacar a una infraestructura eléctrica para tumbar el servicio". "En estos ataques, hemos visto una primera fase en la que el objetivo era eliminar información de los sistemas que infectasen para que quedasen inutilizados, pero también luego hemos detectado otra pata de la guerra electrónica en la disrupción de señales GPS o de terminales satelitales que controlen elementos como turbinas de molinos eólicos", añade.
Arbors señala que recientemente "se informó de una desmantelación de una granja de más de 10.000 bots que se dedicaban a desinformar sobre la invasión a Ucrania". "Era una infraestructura muy bien organizada, que simulaba tener 10.000 terminales móviles desde los que se lanzaba estas informaciones falsas", apunta el experto.
Los 'deepfakes' todavía no son un elemento muy utilizado en la difusión de la desinformación
Los deepfakes, los vídeos manipulados para hacer que una persona aparezca diciendo algo que no ha dicho, también son otra punta de lanza de la desinformación. A pesar de que se ha viralizado ya uno que utiliza la imagen del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, todavía no han aparecido con fuerza en la invasión rusa a Ucrania. Pablo Hernández, coordinador de Investigación Académica de Maldita.es, cuenta que en uno de los estudios sobre estos vídeos manipulados "el 75% de los participantes afirmaba no saber lo que era un deepfake, y los que no se creían un vídeo manipulado de un político lo hacían porque no se fiaban de la figura del político, más que porque pensasen que pudiese estar manipulado".
"Se ve que existe un interés por investigar los deepfakes, pero todavía no es un paradigma habitual en los mensajes desinformativos a los que nos enfrentamos: cuando se ha analizado la desinformación visual, no se encuentra ni un solo deepfake", comenta Hernández.
El reconocimiento facial entra en el contexto bélico
"Con el desarrollo tan grande que ha tenido la tecnología en estos últimos años, está claro que aparece en conflictos bélicos como este, normalmente afectando a los derechos humanos", comienza Carlos de las Heras, portavoz de Tecnología y Derechos Humanos en Amnistía Internacional. Con la llegada del reconocimiento facial a Ucrania, a través de Clearview AI, De las Heras advierte de que "precisamente esta empresa ha generado su base de datos obteniendo imágenes de la web sin nuestro consentimiento ni conocimiento".
"Uno de los usos más problemáticos de esta tecnología es la de la identificación y autentificación, porque fundamentalmente no estamos otorgando consentimiento a que esas imágenes puedan ser utilizadas, ya sea por la plataforma o por gobiernos y otro tipos de autoridades", comenta de las Heras. El portavoz de Amnistía Internacional recuerda que "esta empresa ha sido demandada en numerosos países de la Unión Europea precisamente por este tratamiento de los datos".
