Internet Explorer, Mozilla Firefox, Google Chrome, Safari, Edge… Seguramente todos hayamos pasado alguna vez por alguno de estos navegadores para conectarnos a Internet. Pero, más allá de la apariencia, los engranajes que permiten que podamos visitar las páginas web son diferentes en cada uno y eso tiene un impacto en la adopción de nuevas tecnologías y, además, en el camino que toma Internet.
Vamos a empezar por el principio. ¿Qué es lo que los hace distintos además de su aspecto? Por una parte, el motor de renderizado, que según nos explica Santiago Saavedra, ingeniero informático, “es como el motor de un coche, es el que permite que nuestro navegador funcione y podamos visitar diferentes webs”. En otras palabras, es el que interpreta el código en el que está escrita la página web y nos lo muestra de forma visual cuando hacemos una búsqueda o entramos en un sitio web.
Tal y como explica a Maldita.es Saavedra, ahora mismo existen tres grandes motores de renderizado: Gecko (el que desarrolla Mozilla y utiliza Firefox); WebKit (creado por Apple a partir de KHTML, un proyecto de software libre de una comunidad de Linux, y que impulsa Safari); y Blink (liderado por Google, pero que, además de Chrome, utilizan otros navegadores como Brave o Edge).
Pero no todos se usan por igual. Desde 2012, Chrome domina la cuota de navegadores, momento en el que relevó en el liderato al prácticamente extinto Internet Explorer. Lo hace, además, con claridad: ronda el 60% del total de usuarios de Internet, tanto en ordenadores como en dispositivos móviles, mientras que el 40% restante se reparte entre los que quedan: Safari (15-20%), Firefox (5-8%), Microsoft Edge (3-4%) y otros como Opera, Vivaldi o el navegador de Samsung.
La cuestión va más allá. La cuota de mercado de Blink, que desarrolla Google, es todavía mayor a la de su propio navegador Chrome, ya que engloba al resto de navegadores que lo utilizan, como Microsoft Edge, Brave o Vivaldi. “En resumen, salvo Firefox, Safari o GNOME Web (un navegador de un proyecto de la comunidad GNU/Linux también basado en WebKit), el resto utiliza el motor de renderizado de Google”, puntualiza el experto.
A pesar de que estos tres motores son de código abierto (Gecko y WebKit, de hecho, también son software libre) y que cualquier persona o empresa podría hacer una contribución al proyecto, la realidad es que el peso del desarrollo lo lleva la principal empresa de cada uno.
A pesar de ser proyectos de código abierto, quienes lideran el desarrollo son las empresas que hay detrás
“Por ejemplo, en el caso de Blink, quien introduce nuevo código es principalmente Google en cualquier momento, ya que son los dueños del repositorio (el lugar donde se almacena el código) interno y del público”, comenta Saavedra. Añade que otras empresas también contribuyen “a criterio de Google, normalmente actuando, o bien bajo algún tipo de colaboración, o bien por intereses propios, pero estos cambios normalmente están auditados por personal de Google que los aprueba, y estos siempre pueden introducir modificaciones sin esperar por la aprobación de los demás”.
O sea, que al final Google como empresa tiene mucho más que decir que el resto de navegadores que utilizan estas tecnologías. Además, que el motor de renderizado sea de código abierto o software libre no implica que el navegador también lo sea: la versión final de Google Chrome y Safari, que son de código cerrado, recibe añadidos que no están publicados en la base y que estas compañías se reservan exclusivamente para sus programas.
A pesar de ello, las tecnologías en las que se basan las páginas webs se intentan acordar conjuntamente. El grupo de trabajo Web Hypertext Application Technology (WHATWG), fundado por Mozilla, Apple y Opera, y que ahora lideran en su Steering Commitee (algo así como su junta directiva) Apple, Mozilla, Google y Microsoft, es el lugar en el que cada desarrollador propone las nuevas tecnologías para que se implanten en el resto. “La parte positiva de esto es que avanzar hacia unos estándares comunes facilita mucho el trabajo, y así no tenemos cien mil maneras diferentes de mostrar una cosa y que cada uno lo haga de distinta manera rompiendo la compatibilidad entre ellos”, afirma Marc Almeida, analista técnico. Pero la cosa tiene truco.
No todos juegan en igualdad de condiciones
Ese truco es que no todos están en la misma posición de proponer y adaptar estos estándares, de ahí que usar un navegador u otro impacte en el futuro de Internet. Cuando se utiliza masivamente un navegador como Google Chrome, “se deja a la compañía en una posición dominante a la hora de avanzar y establecer ‘estándares’ que solamente Google Chrome cumpla, pero en donde Chrome puede evitar incorporar los cambios de otros”, remata Saavedra.
Vamos a verlo con un ejemplo. En 2013, Google Chrome incorporó una función para reproducir contenido multimedia con derechos de autor a través de las Extensiones de Medios Cifrados (EME, por sus siglas en inglés), que permitían prescindir de tecnologías de terceros como Adobe Flash, que a día de hoy muy pocos dispositivos lo aceptan y no tiene apenas desarrollo. Este paso fue importante porque plataformas como Netflix comenzaron a pedirlo para poder mostrar sus series y películas a través del navegador.
Adaptar (estándares) o morir
Eso sí, los navegadores con otros motores de renderizado no lo aceptaron desde el principio. “Firefox se negó, porque argumentaba que atentaba contra los principios de intercompatibilidad y estándares abiertos de la web, al ser una herramienta de código propietario o cerrado”, recuerda Santiago Saavedra. Pero no le quedó otra que adaptarse. “Mozilla se vio en la tesitura de tener que elegir entre perder cuota de mercado o acoger esta tecnología”, añade el experto.
Finalmente, optó por esta última opción, pues que no se pudiese reproducir contenido de plataformas de streaming, como HBO o Spotify, además de ciertos vídeos de YouTube, era un punto en contra para los usuarios que quisieran usar Firefox, y una ventaja enorme para los navegadores que usasen la tecnología de Google.
Algo parecido sucedió el año pasado con WebKit, el motor desarrollado por Apple. En plena disputa por saber si se van a seguir usando o no cookies de terceros, Apple propuso utilizar un sistema que fuese menos invasivo para la privacidad en base a los clicks, llamado Private Click Measurement (medición privada de clicks). ¿El problema? “Pues que sólo haya sido adaptado por Safari y GNOME Web, los dos principales navegadores que utilizan WebKit, mientras que Google no lo ha adoptado para Blink, porque está trabajando en sus propias propuestas. De este modo, el impacto de esta tecnología en base a los clicks tiene poco alcance”, señala Saavedra.
“Al final, el estándar es el estándar: cuando generas uno y el resto de actores lo adopta, eres el rey de ese ámbito, que es lo que ha hecho Google”, comenta Marc Almeida. Como ya te contamos en este artículo sobre los cargadores de dispositivos móviles de Apple, la pugna por convertirse en la referencia de cada sector está muy cotizada. “Se juegan mucho dinero, el pastel es enorme porque los navegadores son la pieza fundamental para ejecutar Internet, y nosotros, más que usuarios, somos habitantes de la red”, añade Almeida.
Apple es otra de las empresas que intentan incorporar sus propias tecnologías. “Apple obliga a que todos los navegadores que quieran entrar en la App Store (el único método para instalar aplicaciones en estos dispositivos) tengan como motor de renderizado WebKit, como Safari”, señala el analista técnico. Sea Chrome, Firefox o Vivaldi, todos ellos tienen que dejar a un lado a Blink o Gecko para adoptar WebKit si quieren estar en esta plataforma.
Tácticas para evitar que se descargue un navegador diferente
Desde Google, única empresa detrás de un navegador que ha respondido a las cuestiones de Maldita.es, indican que crearon Chrome “para que todo el ecosistema web pudiera beneficiarse de las últimas innovaciones, de ahí a que su base esté publicada como código abierto”: “Son los usuarios los que deciden elegir Chrome como navegador porque cumple con las necesidades que tienen pero en cualquier momento pueden utilizar otro, hay múltiples en el mercado”, añade la empresa.
En 2018, la Comisión Europea sancionó a la empresa por abuso de posición dominante al imponer el buscador y el navegador como predeterminado a todos los fabricantes de dispositivos Android. Durante algunos años, en el buscador, la puerta de entrada a Internet y la referencia de la red para millones de usuarios, aparecía un aviso a la derecha que instaba a usar Chrome, con mensajes como “Prueba un navegador más rápido y seguro con actualizaciones integradas”, y un botón que decía “Sí, instalar Google Chrome”. Un empuje que, si bien no fue sancionado, sí que colocaba en posición de ventaja al navegador frente a otros como Firefox o Brave, que carecían de herramientas tan utilizadas como estas.
Pero tampoco es el único desarrollador que utiliza estas técnicas para potenciar su producto. Si usamos Microsoft Edge, que es el navegador predeterminado de Windows, y queremos instalar Firefox o Chrome, su buscador nos advertirá de que no es necesario descargar otro navegador. De hecho, si intentas descargar Google Chrome, también aparece un pop-up en su página de descarga que dice que “Microsoft Edge funciona con la misma tecnología que Chrome, con la confianza añadida de Microsoft”.
Sobre usar alternativas a los navegadores dominantes, Almeida cree que “nos da algo de pereza el cambio y se cierran las otras opciones que también son fáciles de usar y mejores para la salud de la web”. Por ejemplo, cambiar de un navegador a otro es relativamente sencillo: todos traen un asistente de importación que puede migrar nuestro historial, nuestros marcadores y el resto de nuestros datos para que no tengamos que hacerlo manualmente.
En Maldita.es siempre os hemos dado alternativas que puedes consultar en nuestro repositorio de herramientas de código abierto. En él, listamos servicios y programas con los que podemos tener más privacidad en Internet y depender menos de las grandes empresas tecnológicas que viven y se sostienen gracias a nuestros datos personales y a nuestra actividad en la red, incluidos los navegadores.