Si estás pasando por una mala situación personal, padeces alguna enfermedad mental o tienes pensamientos suicidas, puedes recibir ayuda de tu médico de cabecera o acudir a Urgencias. También puedes acudir a una persona de tu confianza, comunicarle lo que te está sucediendo y buscar la compañía de alguien que te aprecie y con quien te sientas a gusto.
Otros recursos disponibles son el Teléfono de la Esperanza, con el que puedes contactar llamando al 024, 91 459 00 55 o al 717 003 717 (aquí tienes el listado completo del teléfono de sus sedes en España y otros lugares del mundo), y el Teléfono contra el Suicidio, disponible en el 91 138 53 85.
Cada 40 segundos una persona se suicida en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud. La mayoría de quienes lo hacen habían comentado previamente en alguna ocasión sus intenciones. Si conoces a alguien que haya mencionado ideas suicidas o que sospechas que las tenga, es recomendable que le preguntes sobre ello y le animes a pedir ayuda. Os explicamos los errores más comunes a la hora de tratar a una persona que piensa suicidarse y cómo evitarlos.
Quien quiere suicidarse normalmente lo dice
Para prevenir el suicidio, es importante atender cualquier comentario que la persona haga al respecto. Pedro Martín-Barrajón Morán, responsable de la Red Nacional de Psicólogos Expertos en Suicidio creado por el centro Psicólogos Princesa 81, explica que la idea de que “el que quiere suicidarse no lo dice” es uno de los mitos más arraigados. En Maldita Ciencia ya os hemos hablado de este y de otros mitos que circulan en torno al suicidio.
“Cerca del 80% de personas que se han suicidado había comentado su intención antes o había dado muestras de ello”, afirma a Maldita Ciencia. De hecho, según cuenta, en España el 60% había buscado ayuda la semana antes y el 18% acudió al médico el mismo día que se quitó la vida.
Preguntar sobre el suicidio no lo induce: la importancia de escuchar
Rafael Mora Marín, psiquiatra y Jefe de Servicio del Área de Salud Mental del Consorcio Hospitalario Provincial de Castellón, afirma a Maldita Ciencia que, en general, “las ideas de suicidio aparecen porque la persona está sufriendo intensamente y no tiene la esperanza de que su situación mejore”.
“El sufrimiento puede ser causado por una enfermedad física, una pérdida que la persona considera intolerable o, lo más frecuente, por un dolor psicológico que carece de explicación, es decir, una depresión”, indica Mora, que ha participado en la elaboración del Plan de prevención del suicidio y manejo de la conducta suicida de la Comunitat Valenciana.
Independientemente de que entendamos o no la causa, ante la sospecha de que una persona de nuestro entorno puede estar pensando en el suicidio, “debemos hablar abiertamente del tema”.
Martín-Barrajón considera primordial escuchar, conservar la calma, ser cálido y empático, tomarse en serio cualquier sospecha o amenaza al respecto y ser honesto. “Hablar sobre suicidio no induce al suicidio; al contrario, puede ser la única y también la última ocasión de esa persona de retractarse y analizar su intención suicida. Hay que preguntarle directamente ¿qué quieres decir con eso de que no puedes más?, ¿qué quieres decir con eso de que estarán mejor sin ti?, ¿has pensado alguna vez en el suicidio?”.
Otros comentarios que pueden ayudar, según el experto, son “me gustaría saber cómo ayudarte”, “¿te serviría hablarme de cómo te sientes?”, “entonces, ahora mismo te viene a la cabeza la idea de morir y eso te agobia”, “no puedo imaginarme cómo es sentirse como ahora te sientes tú, pero si me ayudas quizá pueda entenderte mejor”, o “me siento impotente por no saber qué hacer ahora”.
También aconseja plantear ciertas preguntas directas para valorar el riesgo: sobre cómo se siente, qué ideas suicidas tiene, si ha hecho algún plan y para cuándo, qué método ha pensado, si ha realizado algún gesto o intento suicida ya o no, qué se lo impide o se lo impediría, si ha redactado o no alguna nota de despedida, si ha tomado alguna precaución para evitar ser encontrado… “Cuantas más respuestas tenga sobre dónde hacerlo, cómo y cuándo y más letales sean las condiciones del plan, hay un mayor riesgo suicida, sobre todo si existen antecedentes previos”, indica.
Tomar en serio las señales que advierten del riesgo
Hay señales verbales que pueden indicar que alguien se está planteando suicidarse. Mora explica que hay frases como “estoy cansado de vivir”, “la vida no tiene sentido para mí” o “me gustaría dormir y no despertar” que puede decir cualquier persona en momentos puntuales de cansancio ante las circunstancias y que no solemos tomar en serio.
“Pero cuando quien las dice lo hace de forma continua de un tiempo a esta parte y vemos que realmente ha habido un cambio en su funcionamiento o en su rendimiento habitual, puede ser una clara señal de alarma”, indica.
Otras veces, las señales son “más sutiles”. “Por ejemplo, una persona que estaba deprimida y de repente parece más animada y nos agradece lo que hemos hecho por ella puede haber tomado la decisión de acabar con su vida (con su sufrimiento) y se está despidiendo. O si descubrimos que, de repente, ha hecho el testamento y ha puesto en orden sus documentos”, destaca.
Además hay una serie de factores que hacen más probable el paso de la idea de suicidio al acto suicida, tal y como explica Mora y recogen los planes de prevención del suicidio de la Generalitat Valenciana y la Comunidad de Madrid. Por ejemplo, ser un hombre, la falta de apoyo sociofamiliar, haber realizado una tentativa suicida previa, el consumo de alcohol, enfermedades mentales como depresión, trastorno bipolar o esquizofrenia, enfermedades físicas crónicas que provocan dolor, deformaciones o discapacidad o enfermedades terminales.
Animarle a buscar ayuda profesional
Siempre hay que incitar a una persona con pensamientos suicidas a que pida ayuda. “Pero no de manera prematura antes de permitirle desahogarse”, matiza Martín-Barrajón. Según cuenta, las personas en riesgo pueden ser reticentes por temor a ser considerados “unos locos” o por experiencias previas adversas en el hospital.
Entonces, ¿cómo les “convencemos” para que reciban atención de un especialista? El experto propone decir algo así: “Pensar en el suicidio no te convierte en un loco, un débil o un cobarde. Muchas personas tienen este tipo de ideas a diario y han encontrado otras alternativas. Probablemente atravieses una situación tan difícil que te cueste ver otra solución. Estoy seguro que en el hospital pueden prestarte la ayuda que necesitas y la atención que te mereces”.
Aun así, recomendarle pedir ayuda “no es suficiente”. Los expertos consultados coinciden en que debemos comprometernos a acompañarle al hospital o al centro de salud mental o contar con un tercero que pueda ir con él.
Ganar todo el tiempo posible y evitar riesgos
Para evitar el suicidio, también puede resultar útil “encontrar soluciones prácticas, aunque sean temporales”. “Por ejemplo, dormir esa noche en su casa para supervisar y acompañarle en todo momento”, propone.
Y ganar todo el tiempo posible. Martín-Barrajón recomienda proponer aplazarlo para otro momento con un “vuelve a pensarlo mañana”. Considera que es una forma de evidenciar lo definitivo y dramático de la solución y el estado provisional actual: “El suicidio puede ser una solución definitiva a un problema sólo temporal”.
Sergio Oliveros Calvo, psiquiatra y psicoterapeuta director del Grupo doctor Oliveros, insiste a Maldita Ciencia en la importancia de intentar no dejar sola a la persona con estos pensamientos pero sin invadir su espacio y retirar todo lo que le pueda servir para autolesionarse: “Evitaremos su acceso a lugares elevados, medicación peligrosa, objetos cortantes, cuerdas y cualquier situación que pueda ser peligrosa si perdiera el control”.
Lo que no hay que decir bajo ninguna circunstancia
¿Qué hay que evitar hacer o decir a una persona con pensamientos suicidas? Oliveros explica que no hay que intentar convencerle del error que puede cometer, minusvalorar el riesgo ni mostrar actitudes o dar consejos ejemplarizantes. “No debemos hacer que se sienta más solo de lo que ya se siente y, por supuesto, nunca le desafiaremos diciéndole que en realidad no tiene el valor de hacerlo”, afirma.
Entre los comentarios que hay que evitar decir, según los expertos consultados, están “si tienes toda la vida por delante”, “con lo bonita que es la vida”, “si lo tienes todo”, “siempre está con lo mismo y nunca hace nada”, “hace esto por llamar la atención”, “lo que le gusta el drama”, “el suicidio es de cobardes” o “no serás capaz de hacerlo”.
Mora explica que al hacer estos comentarios, aunque sea con buena intención, “se corta la vía de comunicación y la persona sigue pensando en el suicidio, pero sin decirlo”. “De esta forma nunca le podremos ayudar. Además, al sentirse incomprendida, aumenta su malestar psicológico y es más fácil que pase al acto suicida”, añade.
Herramientas contra el suicidio
La ayuda profesional más inmediata puede ser el médico de cabecera, quien derivará a su paciente a los dispositivos de salud mental si es necesario. Además, Mora explica que en los hospitales que disponen de servicio de Psiquiatría siempre hay un psiquiatra de guardia que puede atender casos urgentes.
Otros recursos disponibles son el Teléfono de la Esperanza, con el que puedes contactar llamando al 91 459 00 55 o al 717 003 717 (aquí tienes el listado completo del teléfono de sus sedes en España y otros lugares del mundo), y el Teléfono contra el Suicidio, disponible en el 91 138 53 85. Además, existen diferentes guías sobre la prevención del suicidio como esta del Servicio Andaluz de Salud o estas de la Comunidad de Madrid.
“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.
Primera fecha de publicación de este artículo: 14/09/2020.
Primera fecha de publicación de este artículo: 14/09/2020