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“El estudio más grande de su tipo descubre que el exceso de muertes durante la pandemia se debió a la respuesta de salud pública, no al virus”. Circulan contenidos que atribuyen el exceso de mortalidad en la pandemia a los confinamientos y las vacunas contra la COVID-19 en base a un documento que analizó la mortalidad en 125 países de 2020 a 2023. Sin embargo, no se trata de un estudio revisado por pares ni publicado en una revista científica. Además, solo analiza correlaciones, lo que no sirve para establecer las causas reales. Según los expertos consultados, el documento cuenta con numerosos fallos estadísticos, errores y otras limitaciones.
No ha sido publicado en ninguna revista científica
El documento al que hacen referencia los contenidos desinformadores, de 521 páginas, no ha sido revisado por la comunidad científica: se trata de un preprint, un estudio que no ha pasado una revisión externa. Además, está publicado en Correlation, una web gestionada por los mismos autores del documento.
Correlación no es causalidad
Es importante recordar que correlación no implica causalidad: que dos variables parezcan estar relacionadas no quiere decir que la una dependa necesariamente de la otra.
En este caso, el documento al que se atribuyen estas afirmaciones estudia una posible asociación entre el exceso de muertes por todas las causas a lo largo del tiempo y las medidas tomadas en los países para contener la pandemia de COVID-19.
De esa posible (pero no comprobada) correlación, los autores concluyen, directamente, que los confinamientos, la ventilación mecánica (respiración artificial a través de una máquina en casos en los que los pulmones fallan) y las vacunas contra la COVID-19 serían, en teoría, los verdaderos causantes de la mortalidad durante la pandemia. Todo ello pese a que en el mismo documento reconocen que “debe prestarse la debida atención al interpretar las correlaciones entre el exceso de mortalidad por todas las causas y el grado de vacunación”.
“Estos estudios de correlaciones no sirven para establecer una asociación de causa”, señala a Maldita.es Ildefonso Hernandez Aguado, catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández. “Si se quisiera, se podría correlacionar el encender el aire acondicionado con la mortalidad durante las olas de calor. Con este tipo de estudio no puedes inferir causalidad”, indica la médica epidemióloga Susana Monge, del Centro Nacional de Epidemiología - Instituto de Salud Carlos III, a Maldita.es.
El documento afirma que es posible que las vacunas “induzcan repentinamente una inmunosupresión, haciendo susceptibles a las infecciones a personas vulnerables y frágiles susceptibles a las infecciones, incluidas las mortales del tracto respiratorio”. Pero esta afirmación no está “en absoluto comprobada y de los datos del informe no pueden realizarse estas conjeturas”, señala a Maldita.es Javier Arranz, médico de familia y miembro del grupo de trabajo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).
Un análisis estadístico “nada riguroso”, según los expertos consultados por Maldita.es
Anabel Forte, matemática, estadística, profesora de la Universidad de Valencia y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, ha revisado el documento para Maldita.es. Bajo su punto de vista, “el análisis estadístico es poco adecuado y nada riguroso” porque “los métodos utilizados no sirven para extraer las conclusiones que sacan y no se trata de un ejercicio reproducible por no especificar los procedimientos utilizados”. Por sus detalles técnicos, incluimos la explicación completa de Forte al final del artículo.
Para Monge, el punto más débil del informe es la relación que establece entre los excesos de muerte y los números de vacunas, de la que posteriormente ‘deducen’ un “riesgo de mortalidad por inyecciones de vacunas contra la COVID-19”. Lo hacen en base a un análisis donde correlacionan el exceso de muertes con el de vacunas, pero “es obvio que cuanto más grande es el país, más habrá de ambas”. El siguiente gráfico del informe muestra esta correlación en términos absolutos (número de muertos en 2021 y 2022 y número de dosis de vacunas en 2021 y 2022).
Pero otra gráfica del estudio, en términos relativos, (porcentaje del exceso de muertes de 2020 a 2022 frente a vacunas por población de 2021 a 2022) muestra una correlación negativa: a más vacunas, menor mortalidad. Es decir, el mismo estudio incluye datos que asocian una mayor vacunación contra la COVID-19 con un menor aumento de la mortalidad, pero no lo incluyen en sus conclusiones. De hecho, señalan lo contrario, en base a datos sin tener en cuenta la población total de cada país.
Citas de estudios de baja calidad y autocitas
Además, para justificar sus conclusiones, los autores expresan “opiniones presumiblemente sustentadas por publicaciones de interés” que en realidad citan “artículos con poco tamaño de muestra o que apuntan solo posibilidades, lejos de lo que podríamos llamar evidencias”, destaca el médico Javier Arranz. Además, “de forma recurrente existen autocitas de artículos de los propios autores del presente informe, lo que desluce las conclusiones”, concluye.
El informe incluye referencias a “artículos retractados, autocitas y entrevistas de media hora a supuestos profesionales que no conocemos”, indica a Maldita.es el enfermero Daniel Cuesta en nombre de la Asociación Madrileña de Salud Pública (AMASAP): “Hay un claro sesgo de confirmación. No es para nada aceptable desde un punto de vista científico. Buscan confirmar una hipótesis de partida”.
Valoración de la estadística Anabel Forte
Para Anabel Forte, por una parte, la estimación de los valores de mortalidad esperada usa una recta de regresión (una línea que muestra la relación entre dos variables) “de la que nunca muestran los resultados ni la capacidad de ajuste”. Los autores tampoco miden bien la incertidumbre (algo así como el margen de error) al coger “intervalos de una desviación estándar (mide la dispersión de los datos numéricos) y no intervalos de confianza (intervalo dentro del cual se estima estarán los valores), que serían los adecuados en cualquier análisis de este tipo”.
El documento también dice hacer un análisis espacio temporal, “pero no usan ninguno de los métodos que se suelen usar para ello”, continúa Forte. Además, añade que los autores agrupan países con un método de agrupamiento que, en sus palabras, “da la sensación de que primero han forjado la explicación y luego han buscado en los datos”.
Respecto a las causas a las que atribuyen el exceso de mortalidad, Forte añade que “no se ha realizado ningún modelo estadístico más allá de la búsqueda de correlaciones”. De hecho, “ellos mismos dicen que se trata de hipótesis y que necesitan más investigación”. Las gráficas que presentan para relacionar las muertes con la vacunación “no muestran ningún patrón claro y lo que hacen es forzar el efecto visual cambiando la escala del número de vacunados al presentarla junto a las tasas de exceso de mortalidad”, concluye la experta.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la maldita Anabel Forte, estadística y matemática.
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