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MALDITA CIENCIA

Niveles de testosterona y rendimiento deportivo en mujeres: cuáles son las evidencias y el debate al respecto

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Claves
  • La testosterona provoca un aumento de la masa muscular, tanto en hombres como en mujeres
  • La evidencia científica actual sobre lo que un nivel elevado de testosterona supone realmente para el rendimiento deportivo es controvertida
  • Existe un debate tanto ético como científico sobre poner límites a la concentración de testosterona producida de forma natural por deportistas femeninas

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Fuentes oficiales (comunicados, bases de datos, BOE)

Los andrógenos, las hormonas sexuales llamadas “masculinas”, como la testosterona, se relacionan con un aumento de la masa muscular. De ahí que haya quienes se planteen si niveles altos de estas hormonas en mujeres cis, un cuadro denominado hiperandrogenismo, podrían suponer una ventaja en relación al rendimiento deportivo. La evidencia científica al respecto no solo es variada, también controvertida. De hecho, en la actualidad, este tema genera debate tanto científico como ético.

Niveles habituales de testosterona en la población y entre atletas de élite

Según un estudio de 2018, los niveles de testosterona en hombres son, de media, entre 15 y 20 veces superiores a los registrados en mujeres. Mientras que en hombres sanos la horquilla habitual fluctúa entre los 7,7 y los 29,4 nanomoles por litro (nmol/L), en mujeres premenopáusicas estos lo hacen entre 0 y 1,7 nml/L.

Otro estudio del Comité Olímpico Internacional (COI) cifró en un 13,7% las atletas de élite que muestran niveles de testosterona por encima del rango habitual en mujeres. De este porcentaje, un 4,7% asciende hasta rangos considerados masculinos. Por su parte, en un 16,5% de los atletas de élite se observan niveles de testosterona por debajo del rango considerado masculino. Un 1,8% de ellos incluso muestra niveles “del rango femenino”.

¿Existen límites máximos de testosterona permitidos para las deportistas profesionales?

En 2015, el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) concluyó que, aunque hay “evidencia indirecta” de que altos niveles de andrógenos suponen una ventaja en el rendimiento deportivo, falta evidencia científica para determinar cuánta supone realmente. Esto llevó a suspender el límite máximo permitido hasta entonces de 10 nmol/L de testosterona en mujeres atletas, establecido por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (AIFA, World Athletics en la actualidad).

Desde 2021, el COI no establece un nivel máximo de testosterona que aplique a todas las federaciones deportivas. Tras empezar una consulta en 2019 con numerosos organismos, expertos y partes interesadas, lo que recomienda actualmente es que sean las federaciones internacionales las que establezcan sus propias normas en función del deporte, teniendo en cuenta “la equidad, la inclusión y la no discriminación”.

Los límites de testosterona lo fijan las federaciones deportivas internacionales

En el caso de mujeres atletas trans, algunas federaciones internacionales, como la de atletismo y la Unión Ciclista Internacional, fijan en 2,5 nmol/L el nivel máximo de testosterona para, según mencionan, “eliminar por completo los beneficios” que la testosterona supone en los hombres a partir de la pubertad (por ejemplo, el aumento de masa muscular). El máximo asciende a 5 nmol/L para la Federación Internacional de Tenis.

Para atletas femeninas con cromosomas XY y diferencia de desarrollo sexual (DSD), la cantidad límite que fijó World Athletics para la testosterona libre en sangre también fue de 5 nmol/L, aunque en 2023 se redujo a 2,5 nmol/L, valor que la atleta debe haber mantenido durante, al menos, los dos años previos a la competición.

En 2019, el TAS calificó este límite como discriminatorio, pero lo validó como “necesario, razonable y proporcionado” para “garantizar una competencia justa en el atletismo femenino”. Sin embargo, en 2023 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos falló que la atleta sudafricana Caster Semenya fue “discriminada” por la federación de atletismo y que no se respetó su “derecho a la vida privada”. 

El motivo es que, tras ser campeona olímpica y mundial en 800 metros, y en base a las normas de la World Athletics, se impedía a Semenya participar en competiciones internacionales a menos que redujese de manera artificial sus niveles de testosterona. La corte señaló que el propio TAS había reconocido que las pruebas sobre las supuestas ventajas deportivas significativas de las atletas con cromosomas XY y DSD en carreras de 1.500 metros y una milla (1.609,34 metros) eran “escasas”.

Esta decisión del tribunal europeo no anula la norma de World Athletics, sino que considera que el Estado suizo, que rechazó la apelación de Semenya a esta normativa, no le proporcionó “suficientes garantías institucionales y procesales en Suiza para permitir que sus demandas fueran examinadas de forma efectiva”.

Un debate ético y científico sobre los límites de testosterona en mujeres

Según un artículo científico de 2024 publicado en la revista científica Journal of the Philosophy of Sport, la regulación de World Athletics “no está justificada”, al no existir suficiente evidencia científica para demostrar que los niveles elevados de testosterona supongan una ventaja competitiva. De existir, añade, sería necesario demostrar que esta ventaja fuese injusta. 

En caso de que así fuese, los autores consideran que obligar a una deportista a medicarse para reducir sus niveles naturales de testosterona “no es apropiado ni justo”. “¿Cuál es la diferencia entre un nivel de testosterona naturalmente alto en una deportista y una jugadora de voleibol o baloncesto ‘anormalmente’ alta, desde el punto de vista de la equidad deportiva?", se plantea otro artículo de 2023 publicado en The International Sports Law Journal.

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