Verano es sinónimo de calor y, con ello, de mayor exposición a la radiación solar. En esta época del año escuchamos y/o leemos continuamente lo importante que es resguardarse de los rayos del sol y utilizar cremas con un factor de protección adecuado a nuestro tipo de piel para evitar sus posibles nocivas repercusiones, entre ellas, el melanoma y/o el cáncer de piel.
Nos habéis preguntado si estas consecuencias de una exposición excesiva (y, a veces, irresponsable) al sol son iguales y, en caso de no serlo, qué diferencias existen entre ambas. Pues bien, el melanoma es un tipo de cáncer de piel, pero no todos los tipos de cáncer de piel son melanomas.
La piel, el órgano más grande de nuestro cuerpo y la primera barrera frente a agentes externos, está compuesta por tres capas: la epidermis, la dermis y la hipodermis, de menor a mayor profundidad. En la epidermis, la más externa, se encuentran las células basales, las células escamosas (queratinocitos), y los melanocitos. Estos últimos son los responsables de que nos pongamos morenos ya que forman la melanina, el pigmento que da color a la piel.
He aquí la diferencia por la que nos habéis preguntado: en función de qué tipo de células sean las que se reproduzcan descontroladamente, hablaremos de un tipo u otro de cáncer de piel y, con ello, de sus diferentes características. "Aunque hay alguno más, los tipos de cáncer de piel más habituales son el carciroma basocelular, el carciroma escamoso y el melanoma", explica a Maldita Ciencia Sara Gómez Armayones, dermatóloga en el Hospital Clinic de Barcelona. El motivo principal por el que este último, el melanoma, es el más conocido, según Gómez, es que "si no se diagnostica y se trata a tiempo es, con diferencia, el más mortal y agresivo".
Cada verano, médicos y especialistas dermatólogos protagonizan campañas de prevención en las que se explica a la población cómo detectar un melanoma y no confundirlo con un simple lunar. Para ello, entre otras fórmulas, se utiliza la del ABCDE (Asimetría, Borde, Color, Diámetro y Evolución).
"Es recomendable consultar a un especialista si se tiene una peca con esas características para descartar la posibilidad de que se trate de un melanoma", indica Gómez. "Aún así, hasta que no se biopsia la mancha, no se puede emitir un diagnóstico final", añade.
Proteger la piel de la radiación solar es impresdincible para no aumentar el riesgo de sufrir melanoma u otros tipos de cáncer de piel ya que, según Gómez, esta es su causa principal. Su recomendación es evitar las quemaduras solares y la exposición solar directa, sobre todo en los niños menores de un año pero, en general, durante toda la infancia. "Antes de los 18-20 años cada quemadura multiplica el riesgo de melanoma en la edad adulta", apunta.
"También hay casos de melanomas en la mucosa genital, dentro de la boca, o en las palmas y las plantas de los pies. Estos son distintos, ya que no están relacionados con el sol y son muy agresivos porque se suelen diagnosticar muy tarde", explica Gómez. "Pero representan un porcentaje mínimo".
Aunque nos repitamos hasta la saciedad, recuerda que tomar el sol sin protección es una irresponsabilidad y sus consecuencias pueden ser muy graves. En Maldita Ciencia ya explicamos por qué no debe hacerse ni siquiera en casos de déficit de vitamina D.
Primera fecha de publicación de este artículo: 17/07/2019