Las malditas y malditos más atrevidos nos han planteado esta curiosa pregunta: si es cierto que, si hemos buceado a la suficiente profundidad, es recomendable que evitemos coger un avión. Y parece que así es: en caso de duda, lo recomendable es esperar al menos entre 12 y 18 horas. El porqué tiene que ver con la enfermedad de Caisson, enfermedad del buceador o síndrome de descompresión que forma parte de la 11ª revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (la "biblia" de las enfermedades).
Cuando buceamos, la columna de agua que tenemos encima ejerce presión (al fin y al cabo, es algo que tenemos encima, algo que pesa y está sobre nosotros). Teniendo en cuenta que el aire está compuesto principalmente de nitrógeno y oxígeno y al estar este sometido a presión elevada cuando buceamos a determinada profundidad, este se comprime.
Como explica aquí Richard E. Moon, profesor de Anestesiología en la Duke University School of Medicine (Carolina del Norte, Estados Unidos), cada inspiración realizada en las profundidades contiene muchas más moléculas que una inspiración en la superficie. Como el organismo utiliza continuamente el oxígeno, al inhalar, por lo general, el exceso de estas moléculas no se acumula.
Sin embargo, el exceso de las de nitrógeno sí se acumula en la sangre y los tejidos. "Cuanto más tiempo y más profundo se bucee (buceo recreativo), mayor cantidad de nitrógeno se acumulará", explica a Maldita Ciencia Arancha Santos, médica especialista en Medicina del Trabajo, instructora de buceo deportivo y maldita que nos ha prestado sus superpoderes. Además, añade que, al ascender tras la inmersión, la presión va disminuyendo, y ese nitrógeno va pasando de nuevo desde los tejidos a la sangre, para ser eliminado por la respiración.
Como expone Santos, si la velocidad de ascenso es muy rápida, el gas forma “burbujas” dentro de los tejidos, dado que a este no le da tiempo a eliminarlo. Dichas burbujas pueden producir lo que se llama “enfermedad descompresiva”, al obstruir los vasos y/o comprimir los tejidos pudiendo provocar daños, desde leves (dolor articular o picor) hasta muy graves (afectación del sistema nervioso especialmente medular).
"Cuando cogemos un avión tras bucear, el fenómeno es similar al ascenso: las presiones disminuyen más aún de lo que eran en superficie (además, el ascenso del avión es rápido y a gran altitud). Por ello, se pueden formar las burbujas y dar lugar a la enfermedad descompresiva", señala Santos.
Para evitar estos problemas, el consejo de Santos es seguir los tiempos de inmersión, descenso, ascenso y las profundidades recomendadas, así como esperar el tiempo marcado antes de volar. En caso de duda, lo recomendable es esperar al menos 24 horas, como indica también aquí la Escuela Médica de Harvard (EEUU). "Esto también puede suceder cuando pasamos de bucear a subir a gran altitud bruscamente. Viajes donde, tras la inmersión, te suben a un volcán de 2000 o 3000 metros de altitud, por ejemplo. Hay que tener cuidado con eso", concluye la experta.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la médica Arancha Santos.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 18/08/2020.
Primera fecha de publicación de este artículo: 18/08/2020