Si hace unos meses desde Maldita.es os contamos los efectos de la contaminación en el corazón y los vasos sanguíneos, ahora nos habéis preguntado cómo afecta la música a la salud cardiovascular. Aunque es cierto que las melodías que escuchamos pueden modular nuestra frecuencia cardíaca, no existe evidencia suficiente sobre cómo utilizarla (o si es posible) con fines terapéuticos.
Una revisión publicada en la revista Heart indica que la música no sólo puede mejorar la calidad de vida, sino que también puede afectar a la frecuencia cardíaca y a su variabilidad.
Pero existe una gran diferencia entre simplemente oír la música o interpretarla, según cuenta a Maldita.es Xavier García-Moll, cardiólogo del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau y miembro de la Sociedad Español de Cardiología (SEC). El experto afirma que, “desde la interpretación, hay una modulación de la frecuencia cardíaca y respiratoria”.
En teoría no todos los tipos de música tienen los mismos efectos. Los autores de la revisión publicada en Heart sostienen que se consiguen más beneficios para la salud con la música clásica y la de meditación, mientras que el heavy metal o el techno no sólo son ineficaces, sino que pueden llegar a provocar estrés o arritmias.
Otra revisión publicada en European Heart Journal concluye que la frecuencia cardíaca y respiratoria son más altas en respuesta a la música emocionante en comparación con las melodías tranquilizantes.
Joaquín Azpilicueta, cardiólogo y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, explica que la música de relajación y calma es “un medio claramente eficaz para contrarrestar estados de ánimo que no son deseables para la salud cardiovascular, pero esto no sólo depende de las cualidades de la música, sino de la incorporación anímica que haga el escuchante”. Es decir, la misma música “puede inducir un estado de calma a una persona y una pena angustiosa a otra”.
Un estudio publicado en Trends in Cardiovascular Medicine señala que escuchar música involucra cambios psicológicos, emocionales, y cardiorrespiratorios. Pero las respuestas individuales pueden verse influenciadas por las preferencias personales, la familiaridad con la música, el entorno, la experiencia musical previa y otros factores de salud.
Según subrayan los autores, la música está emergiendo gradualmente como una intervención no farmacológica prometedora para mejorar la salud, especialmente en aquellas con enfermedades cardiovasculares.
Basta con hacer una búsqueda en YouTube para acceder a decenas de vídeos con melodías que supuestamente sirven para dilatar los vasos sanguíneos. Sin embargo, según este estudio, la intervención musical no ha sido adecuadamente explorada como modalidad terapéutica cardiovascular. Los autores hacen hincapié en que aún hacen falta más investigaciones extensas con metodología de calidad.
Azpilicueta coincide en que no existe evidencia suficiente sobre cómo utilizar la música con efectos terapéuticos. “Por el momento, podemos confiar en ella como un elemento de ayuda y refuerzo psicológico con efectos beneficiosos potenciales en el corto plazo”, concluye.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes Joaquín Azpilicueta.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 27/04/2022