A pesar de que creamos estar familiarizados con ciertos términos o conceptos médicos, puede que, a la hora de la verdad, se nos escapen datos importantes sobre los protocolos de pruebas preventivas o las recomendaciones en relación a una determinada enfermedad. Es el caso de las citologías: ¿Qué detectan? ¿Cuándo deben comenzar a realizarse? ¿Cada cuánto tiempo hay que repetirla?
¿Qué es una citología?
La citología o prueba de Papanicolau sirve para detectar de forma precoz un posible cáncer de cuello uterino o cáncer de cérvix (la parte más baja del útero) o bien lesiones previas (displasias) que puedan terminar desembocando en esa patología. En estos tipos de cáncer desempeñan un importante papel varias cepas del virus del papiloma humano (VPH), una infección de transmisión sexual. “No obstante, [una citología] también puede diagnosticar algunas infecciones cérvico-vaginales (hongos, vaginosis bacteriana, etc...)”, explica a Maldita.es Vicent Carmona, ginecólogo y maldito que nos ha prestado sus superpoderes.
La prueba consiste en tomar una pequeña muestra de tejido del cuello del útero para estudiarlo al microscopio y comprobar si hay o no células anormales en él. Según Carmona, “es muy importante que la toma se haga incluyendo la zona de transición entre el epitelio del endocérvix (la parte que ‘tapiza’ el interior del canal cervical) y el del exocérvix (que recubre la parte "visible" del cérvix), ya que es en esta zona de transición donde se originan la inmensa mayoría de los cánceres del cuello uterino”.
Para alcanzar la zona sin dificultad, el médico introduce un espéculo en la vagina, que le permite separar sus paredes. A continuación raspa y cepilla el tejido (es un procedimiento molesto, pero habitualmente indoloro, aunque suene a lo contrario) para tomar células del cuello uterino. Esta será la muestra que se examine en el laboratorio para realizar un diagnóstico y detectar posibles anormalidades.
Tipos de citología
Básicamente existen dos tipos de citología. “En la convencional, la muestra se recoge mediante una doble toma: una espátula de madera o plástico para la zona visible y un cepillo pequeño para la zona del canal y se extiende sobre un cristal para fijarlo y poderlo estudiar”, explica Carmona.
El otro tipo es la llamada citología en medio líquido: una sola toma con un cepillo especial de silicona que recoge células exo y endocervicales y que se sumerge en un líquido especial para su estudio mediante un procesado posterior con un equipo capaz de hacer la determinación del virus del papiloma humano (VPH) y la propia citología.
Hay que tener en cuenta que una citología no es lo mismo que una prueba de VPH. La diferencia es que, mientras que la primera permite detectar células anormales en la zona, la segunda busca directamente el ADN del VPH en ellas.
Una citología no sirve para detectar otras infecciones de transmisión sexual
Aunque en una citología se analiza una muestra extraída del cérvix, esta prueba no tiene como objetivo detectar infecciones de transmisión sexual (ITS) más allá de la originada por el VPH que ya hemos comentado.
“La mayoría de las pruebas de ITS se realizan mediante analíticas en sangre, con pruebas de serología (detección de anticuerpos IgG e IgM para herpes, Chlamydia, sífilis, gonorrea, VIH…)”, explica Carmona y añade que también se pueden diagnosticar algunas mediante cultivo de flujo vaginal.
¿Cuándo hay que hacerse una citología?
En la población general, la edad recomendada para realizar la primera citología son los 25 años y no antes, ya que la incidencia de cáncer de cuello de útero es muy baja antes de este momento. Además, según la Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia (AEPCC), el cribado sistemático, es decir, la realización preventiva de esta prueba a personas en principio sanas para diagnosticar a aquellas que pudiesen estar enfermas, no ha demostrado ningún beneficio en la reducción de incidencia en edades inferiores.
“El cribado en mujeres jóvenes comporta la detección de un elevado número de casos con alteraciones citológicas menores e infecciones por VPH transitorias cuyo estudio se traduce en un elevado coste económico, sobrediagnóstico y sobretratamiento”, señala la AEPCC.
Por ello, su propuesta en menores de 25 es hacer hincapié en medidas de salud destinadas a la planificación familiar y prevención de esta y otras enfermedades de transmisión sexual.
Entre los 25 y los 35 años, la recomendación es realizar una citología cada 3 años y, de los 35 a los 65, una detección de VPH cada 5.
Siempre que las pruebas realizadas durante los 10 años previos hayan sido negativas y no haya antecedentes de neoplasia intraepitelial cervical (la lesión más común del cuello uterino) o de cáncer de útero, el cribado finaliza a los 65 años. Es así, según la AEPCC, porque a partir de esta edad, continuar con el mismo protocolo no es "costeefectivo": de cada 1000 cribados en mujeres de entre 65 y 90 años se previenen 1,6 cánceres de útero y 0,5 muertes. Sin embargo, aumentan los falsos positivos y el número de pruebas necesarias.
En el caso de mujeres que superen los 65 años y que no hayan cumplido el protocolo de cribados, debe realizarse una prueba de co-test (citología y prueba de VPH), para descartar una posible lesión. Si el resultado es negativo, no serán necesarias más pruebas de cribado.
En caso de que los resultados de una citología, a la edad que sea, sean anormales, será el ginecólogo quien valore tanto las posibles causas como el tratamiento más apropiado. En Dexeus Mujer puedes leer más sobre la clasificación de los resultados de la prueba en función de su significado.
¿Puede hacerse más habitualmente?
Aunque estas son las recomendaciones generales, Carmona recuerda que “a nivel individual y valorando factores de riesgo (relaciones sexuales sin protección, incluyendo el sexo vaginal, anal y hasta oral; tabaquismo; uso prolongado de anticonceptivos; sistema inmunitario debilitado o infección con clamidia), puede ser útil repetir la citología de forma más frecuente o más precoz (a partir de los 3 años del inicio de la relaciones sexuales)”.
En Maldita.es puedes leer mas sobre el VPH (del que hablamos en singular, pero que en realidad se trata de un grupo formado por más de 150 virus) y otros bulos, mitos y datos sobre el cáncer de cérvix y la correspondiente vacuna.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito Vicent Carmona, ginecólogo.
Gracias a vuestros superpoderes, conocimientos y experiencia podemos luchar más y mejor contra la mentira. La comunidad de Maldita.es sois imprescindibles para parar la desinformación. Ayúdanos en esta batalla: mándanos los bulos que te lleguen a nuestro servicio de Whatsapp, préstanos tus superpoderes, difunde nuestros desmentidos y hazte Embajador.
Primera fecha de publicación de este artículo: 15/06/2021