Sea cual sea, físico/mineral/inorgánico o químico, recuerda: usar protector solar es imprescindible para la salud (con más razón en las estaciones cálidas, pero idealmente durante todo el año). Este no va a causarte un déficit de vitamina D ni va a empeorar tu salud, sino todo lo contrario, evitará, entre otras cosas, que el riesgo de cáncer de piel aumente. Ahora bien, volviendo a las alternativas, ¿en qué se diferencian los filtros solares físicos o minerales de los químicos? ¿Son más recomendables unos u otros en función de la persona o la situación? Su diferencia radica en la forma en que cada uno de ellos protege de los rayos ultravioleta procedentes del sol y su recomendación depende de la sensibilidad de la piel en la que se aplique.
Sobre los protectores solares químicos, la Academia Americana de Dermatología (AAD) los compara con una esponja, dado que su mecanismo de funcionamiento consiste en ‘absorber’ los rayos de sol y transformarlos en otro tipo de energía que no produce daño cutáneo (térmica), como añade la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). “Contienen uno o más de los siguientes ingredientes activos: oxibenzona, avobenzona, octisalato, octocrileno, homosalato y octinoxato” continúa, y añade que suelen tratarse de formulaciones más fáciles de aplicar en la piel (muchas veces a modo de spray incoloro) sin dejar ese, a veces, incómodo rastro blanco y pastoso típico de los filtros físicos.
En cambio, los protectores solares físicos o minerales funcionan como una barrera, de forma similar a la que lo hace un escudo: normalmente, “se asientan en la superficie de la piel y reflejan los rayos del sol”. Los protectores solares físicos contienen ingredientes activos como óxido de zinc y/o dióxido de titanio y, según la AAD, son preferibles para quienes tienen una piel sensible, como los bebés, ya que no se absorben. Eso sí, como recuerdan desde Dermotheque, un sitio web escrito por dermatólogas, “la mejor manera de proteger a un niño del sol es evitándolo”.
En contextos en los que no se pueda evitar la exposición solar en los más pequeños, la recomendación de las dermatólogas es recurrir a ropa con UPF (factor de protección ultravioleta) y a los fotoprotectores solares adecuados a la edad y el tipo de piel del niño, así como reaplicarlos con frecuencia. “En menores de seis meses no se recomienda el uso de fotoprotectores solares. Entre los seis meses y los tres años deben utilizarse filtros físicos. A partir de los tres años es cuando podemos empezar a utilizar filtros químicos”, señalan. El motivo es que, en ocasiones, sus ingredientes pueden causar reacciones alérgicas o irritaciones, habitualmente en pieles sensibles, como recuerda la farmacéutica Clara Motos.