Souvenir barato por excelencia junto a llaveros y postales, el imán suele ser uno de los adornos comunes a muchas neveras. Hay quienes los colecciona, colocaditos y bien dispuestos en la puerta del electrodoméstico y quieres no los utilizan, por la razón que sea. No nos metemos en ellas salvo que ese argumento anti-imanes sea que los imanes hacen que la nevera consuma más electricidad, al aumentar la fuerza electromagnética del campo eléctrico del aparato. Si este es el motivo por el que has renunciado a sujetar con uno la lista de la compra en la puerta de la nevera que sepas que no es cierto: los imanes no interfieren con el consumo del refrigerador.
“Todo en este mito es falso”, señala la empresa Endesa en su página web. “La realidad es que los campos magnéticos de estos imanes son tan insignificantes que ni siquiera atraviesan la puerta de la nevera”, añade. Esto solo sería posible si contásemos con imanes muy potentes (como electroimanes o superimanes) que, por si te lo preguntabas, no vamos a encontrar entre los dedicados a decorarla.
Esto no quiere decir que, como usuarios, no podamos interferir en su consumo. Por ejemplo, abrir y cerrar la puerta de este electrodoméstico de manera muy frecuente o introducir comida caliente sí puede afectar a la cantidad de energía que consume el frigorífico.
Con respecto a este último gesto, meter en el frigo la comida caliente, el ingeniero eléctrico y divulgador Rubén Lijo explicaba a Maldita.es que "es una de las cuestiones que afectan a nuestro día a día y en la que podemos aportar nuestro granito de arena a favor de la eficiencia energética".
El problema lo encontramos en que, por seguridad alimentaria, sí se recomienda meter en la nevera inmediatamente aquella comida que no vamos a comer en el momento. ¿Entonces? No, no tenemos por qué dejar de hacerlo.
"En primer lugar, puedes enfriar el recipiente de la comida en el fregadero, sumergiéndolo unos minutos en agua fría o agua con hielo. En segundo, si guardas la comida en recipientes de menor tamaño, aumentará la rapidez con la que se enfríen", recomendaba Lijó. Por último, "una vez que pongas los recipientes en el frigorífico, mantén la zona a su alrededor lo más libre posible para permitir la circulación de aire y favorecer su refrigeración", proponía.
Otras formas de reducir el consumo de nuestra nevera son optar por una más eficiente, mantener en buen estado el cierre hermético de esta (comprobando que nada impide que cierre bien y que la goma está en buen estado), no colocarla empotrada o en una zona donde dé el sol y evitar que se forme escarcha en el congelador.
Este artículo es un despiece de nuestro 209º consultorio de Maldita Ciencia.