Las vacunas no solo han demostrado ser efectivas reduciendo los fallecimientos por COVID-19, sino que también han aminorado la mortalidad por cualquier causa. Estudiar este parámetro sirve para ver cómo se ha visto afectada la salud global de la población en un momento determinado, más allá de buscar causas de muerte concretas.
Antes de entrar a explicar estos estudios, hay que recordar que la evidencia científica sobre cómo las vacunas impactan en la mortalidad por cualquier causa es limitada, en comparación con el volumen de literatura que hay sobre cómo las vacunas reducen la mortalidad por COVID-19. En ocasiones, al indagar sobre este tema nos topamos con importantes limitaciones y sesgos que pueden haberse ignorado o no haberse tenido en cuenta en la investigación.
Un ejemplo es este estudio publicado en octubre de 2022 en Critical Care Medicine, que exploró las diferencias de mortalidad por cualquier causa de pacientes intubados en la UCI por síndrome de dificultad respiratoria aguda, una afección que puede estar causada por la COVID-19, según si estaban vacunados o no. En este grupo de 265 pacientes se estudió si existían diferencias de mortalidad entre los vacunados al completo (habían recibido su última dosis hacía menos de cinco meses) y los no vacunados al completo.
Este último grupo incluía a quienes no habían recibido todas sus dosis, a quienes habían recibido la última hacía menos de 14 días (todavía no habrían desarrollado inmunidad), a quienes la habían recibido hacía más de cinco meses (ya les tocaría una dosis de refuerzo) y a quienes directamente no se habían vacunado.
Efectivamente, aquellos pacientes vacunados al completo presentaban menos mortalidad que el resto. Esto apunta a que, incluso aquellas personas que sufrían una enfermedad grave tenían mejor pronóstico de supervivencia si se habían vacunado.
Este otro trabajo exploró la efectividad de la vacuna para prevenir la mortalidad por cualquier causa en Hungría, comparando toda la población adulta vacunada y la no vacunada y teniendo en cuenta otras variables que también podrían impactar en los datos de mortalidad: estatus sociodemográfico, enfermedades previas, infraestructura sanitaria disponible y ‘sesgo del vacunado sano’, referido a que aquellas personas con mejor salud tienen más disposición a vacunarse.
Los autores encontraron, por un lado, que los vacunados con cualquiera de los fármacos disponibles en este país (Oxford/AstraZeneca, Janssen, Moderna, Pfizer/BioNTech, Sinopharm y Sputnik V) tenían menor riesgo de mortalidad por cualquier causa que los no vacunados. Por otro, que esta diferencia no se podía explicar por otras variables, lo que apuntala a que la diferencia de mejor pronóstico de supervivencia es por estar vacunado.
Un último trabajo científico —una carta al editor, con un nivel de evidencia limitado— publicado en JAMA mostró los mismos resultados que los estudios anteriores, pero con un enfoque opuesto: los territorios de Estados Unidos con menor tasa de vacunación mostraban mayores excesos de mortalidad por COVID-19 y por cualquier causa que los territorios más vacunados.