No eres el único o la única que se despierta por la mañana pensando, en caso de ser de esos afortunados, en la siesta que le espera alguna que otra hora después. No tenemos pruebas, pero tampoco dudas. Cuál es tu sorpresa cuando, al despertar de esta cabezadita de media tarde, parece que te ha pasado un trailer por encima, sintiéndote incluso más hecho polvo que antes de dormir. ¿Por qué pasa eso? ¿Qué ente maligno hace que nos despertemos más cansados de la siesta? Lejos de deberse a ‘lo paranormal’, lo que ocurre es que, igual que existen siestas reparadoras, existen siestas que no lo son, y depende del tiempo que dure esta.
La culpable de que el remedio sea peor que la enfermedad (hoy, aquí, que te despiertes más cansado o cansada de lo que te acostaste) es lo que se conoce como inercia del sueño.
¿Y qué es esto? Una vez que empiezas a dormir, al pasar cierto punto (normalmente cuando la siesta se nos empieza a ir de las manos), el cerebro empieza a pensar: ‘Ah, vale, se ve que vamos a estar haciendo esto durante las siguientes X horas’, como si fuese nuestra hora de irnos a la cama. Si interrumpimos el descanso una vez ha pasado este tiempo, nos sentiremos adormilados.
Técnicamente y según la Fundación del Sueño de Estados Unidos, “la inercia del sueño es la sensación de aturdimiento, desorientación, somnolencia y deterioro cognitivo que sigue inmediatamente al despertar”. Aunque suele durar de 15 a 60 minutos, puede prolongarse alguna que otra hora y, a pesar de que se desconoce su razón biológica, “los investigadores plantean la hipótesis de que es un mecanismo de protección que ayuda a mantener el sueño en momentos de despertares no deseados”.
Si no estás dispuesto a renunciar a tu siesta pero no quieres despertarte peor de lo que te echaste, lo mejor es que esta sea, o bien corta, de unos 20 o 30 minutos; o bien de una hora y media, aproximadamente (90 minutos), el tiempo que necesitamos para superar un ciclo de sueño completo, aunque solo sea una vez.
Si aun así te topas con ella, la Fundación del Sueño recomienda pequeñas dosis de cafeína (una taza de café); mantener los ciclos de sueño y vigilia alineados con la salida y la puesta natural del sol (si es posible) y tratar de recibir luz natural; controlar la temperatura del lugar donde dormimos y despertar suave (sin despertadores ruidosos, que podrían aumentar la sensación de confusión o aturdimiento al despertar. En Maldita.es puedes consultar estos y otros trucos para recuperar el sueño si nos hemos despertado.