Cada 8 de mayo, desde el año 2013, se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Ovario, una jornada destinada a la sensibilización de este tipo de cáncer y a apoyar a las organizaciones oncológicas, desde grupos de pacientes hasta asociaciones nacionales de atención médica.
La Coalición Mundial contra el Cáncer de Ovario, que engloba a más de 200 organizaciones relacionadas con esta enfermedad y supone la principal promotora de su día mundial, destaca que es “el más letal de los cánceres femeninos” y para el que no existe un método de detección totalmente fiable. Según el Observatorio Global del Cáncer (Globocan) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que en 2020 fallecieron 207.252 mujeres por cáncer de ovario en todo el mundo, 2.106 de ellas en España.
La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) corrobora que la elevada mortalidad de este cáncer tiene dos motivos: “La ausencia de síntomas específicos al inicio, lo que motiva que la mayoría de pacientes se presenten [en consulta médica] con enfermedad diseminada al diagnóstico, que es más difícil de curar; y la ausencia de métodos de detección precoz que sean eficaces y validados”.
¿Qué es exactamente el cáncer de ovario?
Los ovarios son las glándulas en las que se forman los óvulos y donde se producen las hormonas estrógeno y progesterona. Cuando las células que forman el ovario comienzan a crecer de forma descontrolada y se propagan, el resultado se considera un cáncer de ovario.
Aunque se hable del ‘cáncer de ovario’ en singular, es un término paraguas e incluye a tumores que afectan a las trompas de Falopio y a la cavidad peritoneal primaria (al espacio que se ubica entre las dos capas del peritoneo, que es la membrana que reviste el interior del abdomen).
Según el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), los factores de riesgo que predisponen a una persona con ovarios a tener este tipo de cáncer son la edad (afecta más a las más mayores); tener familiares cercanos que hayan tenido cáncer de ovario; las anomalías genéticas como BRCA1, BRCA2 (dos genes que producen proteínas y se relacionan con el cáncer) o síndrome de Lynch; haber pasado un cáncer de mama, de útero o colorrectal; ser descendiente de judíos asquenazí de Europa oriental; tener endometriosis y no haber tenido hijos o haber presentado dificultad para quedarse embarazada.
Por otro lado, los principales síntomas del cáncer de ovario son sangrado o secreción vaginal tras la menopausia, dolor o presión en el área de la pelvis, dolor abdominal o de espalda, sensación de hinchazón, dificultad para comer o sensación de ‘llenarse’ muy rápido y cambios en los hábitos de baño como ir a orinar con más frecuencia o estreñimiento.
Este listado de síntomas es muy amplio y puede sufrirlo cualquier persona sin que tenga un diagnóstico de este cáncer. Por ello, indica la Coalición Mundial contra el Cáncer de Ovario, “los síntomas del cáncer de ovario se confunden con otras dolencias menos graves, especialmente molestias gastrointestinales, lo que lleva a diagnósticos erróneos frecuentes”.
Elevada mortalidad y baja supervivencia
El de ovario es el quinto tipo de cáncer que más muertes provoca en mujeres, después del colorrectal, mama, pulmón y páncreas; y es el primero en mortalidad de los cánceres ginecológicos (que incluye a este y al de cuello uterino, útero, vagina y vulva), según la Sociedad Americana contra el Cáncer y el Globocan. Barbara Goff, profesora de Ginecología y Obstetricia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, precisa en The Conversation que menos del 40% de las personas a las que se les diagnostica un cáncer de ovario se curan.
A esta mortalidad le acompaña una baja tasa de supervivencia (número relativo de pacientes con vida tras un tiempo determinado después del diagnóstico, normalmente cinco años más tarde). Así, la Asociación Americana de Oncología Clínica indica que el cáncer de ovario tiene una tasa de supervivencia a cinco años del 49%. Este porcentaje depende de muchos factores: la edad de la paciente, el estadio, el tipo de células y el grado del cáncer. Por comparar, la tasa de supervivencia a 5 años para mujeres con cáncer de mama invasivo no metastásico es del 90%.
¿A qué se debe todo esto? Según explica Juan Carlos Samamé Pérez-Vargas, médico oncólogo en el centro oncológico Aliada, en la Clínica San Felipe de Lima (Perú) y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, a que el cáncer de ovario se detecta casi siempre en un estadio intermedio o muy avanzado, muy rara vez en un estadio inicial. Más del 80% de las pacientes con cáncer de ovario se diagnostican en estadios avanzados (III y IV), según la SEOM.
El porqué es que “no se dispone de una prueba de detección temprana, como sí ocurre en otros cánceres como el de cuello uterino con la citología cervical”, precisa Samamé. También se han intentado múltiples ensayos clínicos con cientos de miles de participantes, que tampoco han encontrado un marcador temprano eficaz.
Si no hay un diagnóstico precoz del cáncer de ovario, “el cáncer de ovario se manifiesta ya con sus síntomas”, indica Samamé. El problema de estos es que cuando aparecen, “la enfermedad ya no solo se halla confinada al ovario, que sería lo ideal, sino también ya afectó a otros órganos”.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito Juan Carlos Samamé Pérez-Vargas.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 08/05/2022