En Internet abundan los vídeos y las aplicaciones de ruido blanco que tienen como objetivo ayudar a que se duerman los bebés. Nos habéis preguntado si estos sonidos sirven para algo y si son malos. A día de hoy no hay suficiente evidencia científica para recomendar su uso. Además, recurrir a ellos de forma sistemática puede ser contraproducente al crear una dependencia del bebé al sonido para poderse dormir.
Celia García Malo, neuróloga especialista en sueño del Instituto del Sueño, cuenta a Maldita Ciencia que se considera ruido blanco a “aquellos ruidos uniformes, sin grandes variaciones en su cualidad ni intensidad”.
Existen múltiples fuentes a las que nos exponemos que emiten este tipo de ruido: “Tanto naturales como la lluvia o el fuego de una chimenea como artificiales como la lavadora, la radio o la televisión a un volumen bajo, es decir, rellenando el silencio, pero quedando siempre en segundo plano para no llamar nuestra atención”.
¿Puede ayudarnos el ruido blanco a dormir? “Estos sonidos pueden ayudarnos a relajarnos, tanto a adultos como a bebés, por lo que muchas veces se emplean con este fin”, señala. Sin embargo, recurrir a ellos de forma sistemática para intentar dormir al bebé puede ser contraproducente, según la experta. “Se genera una asociación entre el sonido y el sueño, por lo que podemos producir que el bebé no pueda dormir si este no está presente, por lo que estaríamos condicionando su sueño”, aclara.
A ello se suma que los bebés “pueden tener despertares relacionados con interrupciones en el ruido blanco y algunos vídeos, audios o aplicaciones que producen estos sonidos pueden exceder los límites adecuados de sonido, pudiendo ser perjudiciales para la audición del bebé”.
Desde el grupo de sueño de la Sociedad de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria cuentan a Maldita Ciencia que no hay suficiente evidencia para recomendar el uso del ruido blanco para el tratamiento del insomnio pediátrico.
Lo mismo concluye la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos del sueño en Pediatría de Atención Primaria publicada por el Ministerio de Sanidad. Sus autores indican que “hay muy poca información sobre la efectividad de la utilización del ruido blanco de baja intensidad para que pueda favorecer la relajación y el sueño”.
María Ángeles Donoso, pediatra del Hospital Ruber Internacional, cuenta a Maldita Ciencia que “la exposición frecuente a ruido blanco y en un volumen alto podría afectar a la audición, lo que a su vez podría afectar al habla y al desarrollo del lenguaje y podría causar posibles alteraciones auditivas”.
Por lo tanto, afirma que el ruido blanco no se puede recomendar a priori como primera opción y si se utiliza, siempre a un volumen bajo que no supere los 50 decibelios. Por su parte, García no aconseja recurrir al ruido blanco para “no crear una asociación que se convierta después en dependencia de ese estímulo para dormir”. “El sueño debe ser natural, sin condicionantes. Esto es muy importante entrenarlo desde la infancia, evitando los malos hábitos de sueño”, afirma.
En lugar de poner ruido blanco a los bebés para que se duerman, la experta aconseja tener paciencia. “En los primeros meses de vida tras el nacimiento, el bebé tiene que ir creando y regulando sus propios ritmos circadianos (son los ciclos por los que nuestro cuerpo regula sus funciones), que le permitan ir progresivamente concentrando el mayor número de horas de sueño en la noche, en condiciones de oscuridad”, afirma. Para conseguirlo, recomienda mantener horarios regulares y exponer al bebé a luz, a ser posible solar, durante el día.
“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.
Primera fecha de publicación de este artículo: 03/03/2021