Es muy posible que ante una situación estresante o un desengaño amoroso hayas decidido que comer acabaría o aliviría tus males emocionales, al menos por un rato. ¿Pero es una estrategia adecuada y sana? ¿Un alimento insano reduce más el malestar emocional que uno sano? ¿Qué hacer si este manejo del estrés tiene consecuencias físicas y mentales? Os explicamos.
¿Es sano comer contra el estrés?
Esta forma de comer que va dirigida a modificar tus emociones, entre las que se encuentra el estrés, no suele conllevar ningún problema, señala a Maldita.es Carlos Moratilla psicólogo especializado en conducta alimentaria, pero si esta relación con la comida se establece como la estrategia de regulación emocional principal frente al estrés u otro evento emocional, "puede conllevar la aparición de consecuencias para la salud como el sobrepeso o incluso alterar la propia conducta alimentaria, que pasará a cumplir unas funciones (aliviar el malestar) que no le son propias ni adecuadas", aclara Moratilla.
El comer de forma habitual no es una herramienta adecuada para gestionar el estrés "porque genera un vínculo dañino entre una emoción y un alimento, que va a responder a una emoción y no al disfrute del alimento. Hay que gestionar el estrés con herramientas de la psicología, no a través del alimento", considera el dietista-nutricionista Luis Bellot.
El comer frente al estrés es una "salida a corto plazo es satisfactoria puesto que la comida nos aporta una recompensa rápida que calma nuestro estrés, pero si mantenemos esta estrategia en el tiempo, pasaremos a no saber gestionar el estrés de otra manera y generaremos una relación insana con la comida que, lo más probable, es que acabe en un trastorno de la conducta alimentaria", según explica a Maldita.es el dietista nutricionista Daniel Ursúa. "Es importante averiguar que es lo que está causando ese estrés", añade.*
Sevi González, dietista-nutricionista que ha donado sus superpoderes a Maldita.es, explica que dado que el estrés es un mecanismo de defensa natural provocado por una inyección hormonal en el torrente sanguíneo de cortisol ante situaciones de peligro, al comer "el estrés generado por la falta de comida desaparece".
El centro de recompensas de nuestro cerebro va a sugerir primero comer alimentos muy generosos en crear sensación de placer y descartar fuentes más livianas como puede ser una fruta, "y es por ello que se acaba asociando los alimentos a las emociones creándose así el vínculo del hambre emocional": ante la aparición de cualquier emoción, sentirla e identificarla como hambre física, explica González. Esto supone la aparición del sobrepeso y de la obesidad, añade.
¿Es diferente el efecto sobre el estrés de un alimento sano o un producto ultraprocesado?
¿Comerse una galleta reduce más el estrés que una clementina? Eso es lo que se preguntaban los autores de un estudio que hicieron un ensayo con 150 mujeres. Los autores afirman que la alimentación frente al malestar emocional tanto de forma no saludable como sana no mejoró la recuperación del estrés y no se encontraron diferencias entre los alimentos sanos y los alimentos no saludables. "Los hallazgos sugieren que al sustituir los alimentos reconfortantes no saludables por frutas y verduras, las mujeres no sacrificarán ningún beneficio de reducción del estrés y podrán mejorar intrínsecamente la calidad de su dieta al tiempo que evitan los posibles inconvenientes de la alimentación frente al estrés no saludable (por ejemplo, los vínculos con la obesidad abdominal)", concluyen.
Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y nutricionista, explica a Maldita.es que "cuando utilizamos productos ultraprocesados nuestro circuito de recompensa se activa, produciendo las sensaciones agradables que asociamos al consumo de este tipo de comida. Se sabe que las emociones negativas nos inclinan a hacer peores elecciones alimentarias y a optar por alimentos altamente calóricos que nos hacen sentir momentáneamente mejor".*
"Podríamos decir que los productos ultraprocesados, por la cantidad de azúcar, sal o grasas insalubres que los componen, tienen a priori mayor potencial para generar respuestas de placer o alivio emocional que podría repercutir en que se buscaran de forma incesante si se dieran ciertas condiciones, tales como la experimentación de malestar emocional. Sin embargo, más allá de la generalidad, la respuesta a la ingesta de alimentos es muy individual y nos encontramos con personas que experimentan estas reacciones de placer o alivio con alimentos saludables tales como la fruta, los frutos secos o el queso. Más allá de variables biológicas, estas respuestas dependen mucho de la historia de aprendizaje que tenga esa persona concreta con la alimentación", añade Moratilla.
Ursúa cree que "recurrir a la alimentación como estrategia única
para regular una emoción es igual de perjudicial sea un alimento saludable o no", pero si el alimento no es saludable "el problema será doble puesto que estaremos consumiendo productos insanos, pero si es saludable, la relación con la comida seguirá siendo tóxica". Los productos ultraprocesados "nos aportan un placer inmediato, que es lo que
buscamos. Además, al ser poco saciantes nos permiten comer gran cantidad y aumentar así ese placer", aclara Ursúa.*
Dietistas-nutricionistas y psicólogos contra la obesidad por ingesta ante el estrés
Las personas que sufren obesidad como consecuencia de la ingesta de alimento como respuesta emocional deben gestionar el foco del estrés en la consulta psicológica, considera el dietista-nutricionista Bellot, pero también con nutricionistas, con un enfoque multidisciplinar.
Pero si no tiene consecuencias en nuestra salud física, una opción disponible para las personas que padecen estrés y lo mitigan con los alimentos es la psicoterapia, "ya que se trata de una asociación del hambre con las emociones. Para ello van muy bien diferentes tratamientos educacionales y de aprendizaje", explica Sevi González.
* Actualizado el 10 de junio con declaraciones de Daniel Ursúa y Beatriz Robles.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito Sevi González, dietista-nutricionista.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 05/08/2020