Da igual que seas más o menos llorón o llorona: alguna lágrima fijo que se te ha escapado al cortar una cebolla. Nos habéis preguntado por qué sucede esto y si hay algún remedio para evitarlo (te adelantamos que hay trucos, pero ninguno puede garantizártelo). En concreto, ¿sacar la lengua mientras demostramos nuestras dotes culinarias puede ahorrarnos los lagrimones? La respuesta a esto último es sencilla: "Me parece totalmente absurdo", señala en Maldita Ciencia Ricardo Díaz Martín, decano del Colegio de Químicos y la Asociación de Químicos e Ingenieros Químicos de Madrid.
Lo primero, ¿por qué "lloramos" al trocear cebolla? Al cortarla, estamos rompiendo miles de las células vegetales que la forman, haciendo que dos sustancias aparezcan en escena: una enzima conocida como factor lacrimógeno sintasa y una proteína, la alinasa. En conjunto, forman la sustancia responsable tanto del olor como del sabor de la cebolla cuando aún no se ha cocinado, volátil y rica en azufre.
Si el compuesto se pone en contacto con el agua, en este caso, con la que humedece los ojos, se descompone en ácido sulfúrico. Para protegerlos, y diluir este ácido, nuestro cerebro "ordena" a los conductos lacrimales que produzcan más cantidad de lágrimas y... ¡voilà! Llorera.
¿Y qué pasa con la recomendación de sacar la lengua mientras la cortamos? ¿Qué opina la ciencia sobre su utilidad? En teoría, esto haría que la saliva reaccionara con parte del gas, minimizando la cantidad que llega a los ojos y, por lo tanto, la secreción de lágrimas. Aunque este consejo puede leerse en diferentes páginas de internet, no hay evidencias científicas de que sea eficaz para el cometido.
"Parece totalmente absurdo, porque la dispersión del volátil es en todas direcciones, no se produce de forma direccionada sobre la lengua", explica Díaz. "Dicho de otro modo, salvo que tengas una lengua que te tape los ojos, no veo cómo vas a evitar que la sustancia alcance las mucosas oculares y las irrite", añade.
Como decíamos, hay algún que otro truco para minimizar esta reacción, como explica en su página web el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega (IOFV). Por ejemplo, si enfriamos la cebolla antes de cortarla, la reacción química se retrasa, al reducir la temperatura. También podemos optar por sumergirla en agua mientras la cortamos, para que los gases se diluyan. Eso sí, ambas soluciones también pueden interferir en su olor.
Si preferimos alternativas más sencillas, podemos proteger los ojos con gafas y cortarla en un lugar bien ventilado. Un último consejo: evitar los cuchillos con dientes, ya que hacen que "se liberen más enzimas causantes del lagrimeo". Mejor uno bien afilado.
Puedes leer en profundidad sobre el tema en este artículo de The New York Times. Como curiosidad, ¿sabías que investigadores japoneses diseñaron una cebolla a prueba de lágrimas?
Primera fecha de programación: 16/12/2020.
Primera fecha de publicación de este artículo: 16/12/2020