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MALDITA CIENCIA

Por qué los colchones no protegen de las ondas electromagnéticas (y por qué no es necesario que lo hagan)

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No es la primera vez que os chirría la supuesta eficacia de algún que otro producto que presume de tener casi, casi, superpoderes: que si desinfección, reducción del efecto de envejecimiento, absorción de ondas electromagnéticas... Aquí ya os contamos lo que sabemos sobre los que supuestamente desinfectan objetos utilizando ultrasonidos o radiación ultravioleta. Esta vez, nos habéis preguntado por un clásico: colchones. En concreto, por aquellos que dicen ser capaces absorber ondas electromagnéticas.

Sí hay materiales que absorben la radiación electromagnética, pero no son los que se utilizan para la fabricación de colchones

La pregunta es clara, ¿es posible que los materiales de los que está hecho un colchón sean capaces de absorber ondas electromagnéticas? Vayamos por partes. Primero, recordemos que con "radiación electromagnética" nos referimos, por ejemplo, a los rayos X, la radiación del mando de la tele y la luz que vemos con nuestros ojos. Pues bien, sí es cierto que hay materiales absorbentes de este tipo de radiación, pero no son los utilizados en este tipo de productos.

https://twitter.com/lacronicaverde/status/1294875857555787776

Según explica a Maldita Ciencia Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS), en base a estas evidencias y debido al negocio del miedo electromagnético que desde hace años muchos charlatanes se encargan de alimentar, han surgido toda clase de dispositivos que, supuestamente, están construidos a base de materiales absorbentes. "Cuanto más raro sea el nombre de estos, mayor será el poder 'convencedor' hacia el incauto", opina Nájera. "El problema es que, una vez más, se aprovechan del desconocimiento: para absorber cada tipo de radiación hacen falta diferentes materiales, pues en el caso de la radiofrecuencia cada frecuencia necesitará características diferentes".

De hecho, Nájera propone el ejemplo de una cámara anecoica electromagnética, una sala diseñada para absorber en su totalidad las reflexiones producidas por ondas acústicas o electromagnéticas en cualquiera de las superficies que la conforma. "Aislar convenientemente no es fácil ni barato" indica el experto y añade que el presupuesto de una de un métro cúbico puede llegar a los 30.000€. "El colchón, como mucho, podría atenuar aquellas señales que vengan desde abajo, pero nunca desde los lados o desde arriba", concluye Nájera.

No es necesario que un colchón absorba este tipo de radiación: nuestra exposición a ella es mínima

Ya sabemos que los materiales que utiliza este tipo de colchones no serían los adecuados para absorber la radiación electromagnética del lugar donde descansamos. Pero esto no acaba ahí: debemos partir de la base de que, aun funcionando en este propósito, serían completamente innecesarios.

https://twitter.com/SchrodingerGata/status/1052305570391384064
https://twitter.com/AizcorbeMiguel/status/1052868021851750400

Los niveles habituales de exposición, incluso durmiendo con la WiFi encendida y el móvil al lado (que no pasa nada) son muy bajos. "En 30 años no se ha demostrado que puedan producir efecto alguno, tampoco sobre el sueño", afirma Nájera. Lo mismo sugieren los resultados de este estudio, realizado durante 4 años con la participación de 25.000 voluntarios y publicado en 2020 en la revista Environment International. Las conclusiones del trabajo no apoyan la hipótesis de que la exposición a campos electromagnéticos de radiofrecuencia originados por el uso de teléfonos móviles tengan efectos a largo plazo sobre la calidad del sueño.

"No hay efectos protectores de los colchones demostrados ni efectos sobre la salud de la radiación de telecomunicaciones", resume Nájera. Además, apunta que la única manera en la que podríamos conseguir aislarnos de la radiación, sería durmiendo en una cámara anecoica, cerrada por todas partes. En este artículo de Nájera puedes profundizar sobre el tema.

Este artículo es una colaboración mensual entre Maldita Ciencia y el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud.

Primera publicación de este artículo: 31/08/2020.


Primera fecha de publicación de este artículo: 19/09/2020

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