Y hablando de torrarnos al sol: si lo hemos hecho y nos hemos quemado, ¿es útil utilizar lociones aftersun? Depende de la gravedad de la quemadura. Sí que puede ayudarnos si la lesión es leve. Ahora bien, si son de mayor importancia (por ejemplo, si hay ampollas), probablemente sea insuficiente y tengamos que recurrir a otros tratamientos que debe recomendar un dermatólogo. Lo que está claro es que este producto no revierte ni evita el daño que la radiación ultravioleta B (UVB) del sol causa en el ADN de las células cutáneas: solo lo conseguiremos previniendo y no quemándonos de partida.
Las cremas aftersun convencionales casi siempre son simplemente hidratantes. Según explica Inés Escandell, dermatóloga y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, “estas lociones normalmente tienen agentes humectantes (ingredientes que introducen agua en la piel) y emolientes (que suavizan la piel) que mantienen la humedad y evitan que la piel se deshidrate y, por lo tanto, moleste o pique”.
Lo que consigue este tipo de cosméticos es crear una especie de película en la piel que evita la pérdida de agua a través de la capa más externa de la piel, alivia la zona y, en ocasiones, aportan ingredientes que crean una sensación refrescante. “También podemos utilizar crema hidratante, preferiblemente para pieles sensibles. Incluso podemos meterla en la nevera para que esté más fresca y aporte un alivio mayor”, indica la dermatóloga. “Digamos que son un alivio para la quemadura, para los síntomas, pero no revierten el daño solar que se ha producido”, añade.
En definitiva: “Si la quemadura es leve, el aftersun puede valer; pero si la lesión provoca muchos síntomas o hay ampollas, se debe consultar con el médico, por si es necesario tratamiento específico (como corticoides tópicos)”, señala Hernández.
En palabras de Escandell, cuando sufrimos la típica quemadura que aparece horas después de la exposición solar, que dura varios días y tras la que nos ‘pelamos’, probablemente esté relacionada con la radiación UVB, que produce un daño directo en el ADN, difícilmente reversible. Pero cuando nos exponemos al sol, además de a los UVB, también nos exponemos a los rayos ultravioleta A (UVA), que provocan estrés oxidativo y los consecuentes radicales libres que, de forma indirecta, incrementan el daño en el ADN.
Frente a esos radicales libres, los antioxidantes sí que ayudan y como señala Escandell, “sí que hay estudios dermatológicos prometedores sobre algunos compuestos y extractos de plantas que parece que tienen algunas funciones antioxidantes”. Sin embargo, por norma general, no suelen formar parte de los aftersun convencionales.
En relación a los remedios caseros, como el yogurt, la clara de huevo o el vinagre, mejor que sigan en tu cocina. “No aportan más que una crema hidratante y los problemas de conservación y de posible contaminación son mucho mayores”, señala Escandell. En opinión de Hernández, “podrían incluso empeorar la lesión cutánea o desencadenar alergias”.
En este artículo han colaborado con sus superpoderes la dermatóloga Inés Escandell.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 15/06/2021