Nos habéis consultado por una noticia de La Razón titulada 'Un nuevo descubrimiento muestra que las células humanas pueden convertir secuencias de ARN en ADN' basada en un artículo científico publicado el 11 de junio en la revista Science Advances. Esta noticia se ha viralizado en círculos antivacunas para afirmar o preguntarse si este descubrimiento implica que las vacunas contra el coronavirus pueden cambiar nuestro ADN. La respuesta es que no.
El estudio es real, pero sus conclusiones no dan pie a esa idea. Recoge un experimento en el que se ha comprobado in vitro y no en tejidos humanos que una molécula humana (presente en pocos tejidos y sobre todo en células cancerosas) es capaz de sintetizar ADN a partir de ARN. Las implicaciones de este descubrimiento aún no están claras pero, según los autores, esto podría tener un papel reparador de nuestro ADN, y en células cancerosas podría favorecer su reproducción. Sin embargo, según uno de los autores y los expertos independientes consultados por Maldita.es, esto no afectaría de ninguna forma al ARN mensajero de las vacunas, como algunas personas han malinterpretado.
Esta verificación ha sido realizada en el marco del proyecto #VacúnaTE que Maldita.es y la agencia de noticias Servimedia desarrollan contra la desinformación sobre las vacunas de la COVID-19 con el apoyo de Google News Initiative.
Cómo se convierte la información genética en proteínas
Antes de explicar el estudio y qué novedades supone, vamos a aclarar algunos conceptos previos para entender cómo funciona la codificación y la expresión de la información genética en nuestro organismo y cómo eso se convierte en sustancias con distintas funciones. En los humanos y otros muchos seres vivos esta información se codifica en nuestro ADN (ácido desoxirribonucleico), que se encuentra en el núcleo de las células. De ahí se transcribe a ARN (ácido ribonucleico) mensajero, sale del núcleo y finalmente se utiliza para generar proteínas.
Para esto tiene que actuar la polimerasa: una enzima (un tipo de proteína que cataliza reacciones químicas) que transcribe o replica los ácidos nucleicos, tanto los de ADN como los de ARN. La ADN polimerasa replica el ADN, duplicándolo, y la ARN polimerasa transcribe o traduce el ADN a ARN, produciendo así el ARN mensajero que luego la maquinaria celular interpreta para sintetizar las proteínas necesarias en cada tipo de célula para cada función del organismo.
Pero hay otro tipo de transcripción muy poco frecuente: la retrotranscripción o transcripción inversa, donde se sintetiza ADN a partir de ARN, que es propia de retrovirus como el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) que produce el sida. En el cuerpo humano hay una polimerasa que lleva a cabo este proceso inverso: la telomerasa transcriptasa inversa, que produce una secuencia repetitiva de ADN en los extremos de los cromosomas, los llamados telómeros.
El estudio se hizo in vitro y con una molécula que se expresa en pocos tejidos
Volvemos ahora al experimento en cuestión, que analizó la actividad de la polimerasa θ (theta). Como indica la publicación científica, este tipo de polimerasa no se expresa en la mayoría de los tejidos en humanos pero sí lo hace en gran cantidad en muchas células cancerosas y promueve la supervivencia de estas células. El estudio demostró que esta polimerasa tiene capacidad de retrotranscribir, que, repetimos, es sintetizar ADN tomando como molde el ARN.
Es importante destacar que el experimento se hizo in vitro, produciendo esta enzima polimerasa humana en levaduras y bacterias, y no directamente en células o tejidos humanos. Por lo tanto es prematuro decir que lo mismo ocurriría en condiciones normales dentro de nuestro organismo, ya que harían falta más estudios para corroborarlo. Esto es, por tanto, un resultado preliminar.
Los autores sugieren que la polimerasa θ sirve para reparar el ADN de nuestras células
¿Qué implicaciones tiene este descubrimiento? Según se explica en el propio artículo científico, este descubrimiento sugiere que la polimerasa theta repara el ADN celular a partir de ARN. "Nuestra investigación sugiere que la función principal de la polimerasa theta es actuar como transcriptasa inversa. En las células sanas, el objetivo de esta molécula puede ser la reparación del ADN mediado por el ARN. En las células no sanas, como las cancerosas, la polimerasa theta está muy expresada y favorece el crecimiento de las células cancerosas y la resistencia a los fármacos”, ha explicado Richard Pomerantz, coautor del estudio y profesor del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular del Centro de Cáncer Sidney Kimmel de la Universidad Thomas Jefferson de Filadelfia (Estados Unidos).
Sin implicaciones en las vacunas de ARN mensajero, según un coautor del estudio y dos expertos
Preguntado por Maldita.es sobre las posibles implicaciones de su experimento y su posible relación con las vacunas de ARN mensajero, Pomerantz señala que el sistema celular usado "es muy artificial y sólo había unas pocas bases de ARN incrustadas en el ADN sintético. Por tanto, nuestro estudio no tiene implicaciones para las vacunas de ARN".
Otros dos expertos consultados por Maldita.es que no han participado en el estudio coinciden: "Esto no tiene nada que ver con las vacunas ARN mensajero de la COVID-19. Esto es una investigación básica de una polimerasa determinada (theta), que está en el núcleo, y a la que estos investigadores le han encontrado una actividad reversotranscriptasa que parece usar para reparar lesiones en el ADN a partir de ARN. Esto la hace especialmente interesante como diana para desarrollar medicamentos contra el cáncer, puesto que su presencia (habitualmente esta polimerasa sólo aparece en células cancerosas) es signo de mal pronóstico para el tumor", explica Lluís Montoliu, biotecnólogo e investigador científico del CSIC y en el Centro Nacional de Biotecnología y presidente del Comité de Ética del CSIC.
Por su parte, Diego Arroyo, doctor en Bioquímica y Biología Molecular y presidente de la Sociedad Española de Diagnóstico Molecular (SEMD), resalta a Maldita.es que "los propios autores dicen que necesita más revisión para poder saber hasta qué punto es cierto que suceda in vivo", es decir, en las células y tejidos humanos. Sobre el posible efecto en vacunas de ARN mensajero de esta polimerasa, Arroyo opina que "son cosas que hay probar antes de plantearlas". Aún suponiendo que la polimerasa theta pudiera transcribir ADN a partir del ARN mensajero de las vacunas, el presidente de SEMD destaca que esta enzima "se expresa poco y en pocos tejidos y se necesitan muchos señaladores para poder integrar ese ADN en el ADN genómico, lo que lo hace todavía más improbable".
El científico concluye: "Me genera una inquietud casi nula que pueda ocurrir" la integración del material genético de las vacunas en nuestro ADN. Arroyo valora este descubrimiento científico pero "desde el punto de vista clínico o de que afecte a la vacunación no le doy ningún valor. No cambia para nada los planes de vacunación".
Qué son las vacunas de ARN mensajero y por qué no van a alterar tu ADN
En noviembre de 2020 ya os contamos qué son las vacunas ARN mensajero y por qué no pueden modificar nuestro ADN. Como hemos explicado en los párrafos anteriores, este descubrimiento no afecta a lo que sabemos sobre estas vacunas.
"El ARN mensajero es una molécula intermediaria entre el núcleo (donde está el ADN) y el citoplasma, fuera del núcleo de la célula, que es donde se fabrican las proteínas. Al utilizar ARN mensajero, estas vacunas le están proporcionando a las células las instrucciones para que estas fabriquen proteína S del coronavirus. Nada más. Estas moléculas de ARN mensajero son extraordinariamente lábiles [frágiles], y desaparecen muy rápidamente tras ser usadas para producir proteína S", explicaba Lluís Montoliu.
Las vacunas de ARN mensajero no podrían de ninguna forma interferir en la secuencia de ADN de nuestras células. El motivo es que, a diferencia del ADN que se encuentra en el núcleo de la célula, el ARN se encarga de llevar las instrucciones a la maquinaria celular que se encuentra fuera del núcleo y luego desaparece. "El ARN se administra, se usa y desaparece, se destruye y degrada por la propia célula, y ahí acaba su viaje. Son unas vacunas, las de ARN, que se consumen y desaparecen. Una vez usadas ya no están más ni pueden convertirse en ADN para modificarlo", contaba Montoliu. Y para ello, como explican los autores de este artículo publicado en la revista Journal of Immunology Research, "el ARN no necesita entrar en el núcleo durante el proceso y por eso no hay riesgo de que se integre en el genoma".
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