Toses carrasperas, narices llenas de mocos... las infecciones respiratorias, generalmente leves, son algo cotidiano para los niños pequeños y sus padres y cuidadores. O más bien lo han sido siempre y tras un periodo de ausencia están volviendo ahora. Las medidas de prevención para evitar el contagio de la COVID-19 (lavado de manos, distancia social, mascarillas) nos ha servido para prevenirlas también a ellas. Ahora están volviendo.
El 27 de mayo de 2021 se publicaba el informe 29 de Vigilancia centinela de Infección Respiratoria Aguda en Atención Primaria (IRAs) y en Hospitales (IRAG) que incluye datos de la COVID-19, la gripe y otros virus respiratorios, elaborado por el Instituto de Salud Carlos III. Entre sus conclusiones se incluye que "las mayores tasas de incidencia de IRAs (infecciones respiratorias agudas) se presentan en el grupo de 0-4 años, mostrando una tendencia ascendente desde la semana 10/2021 [la correspondiente al 8 de marzo]", aunque ha comenzado a descender en las últimas dos semanas.
También es ese grupo de edad, el de los menores de 5 años, en el que se ven las mayores tasas de incidencia de IRAG (infección respiratoria aguda grave) "donde continúa el ascenso de las tasas semanales en este grupo de edad iniciado en la semana 18/2021 [la del 3 de mayo]".
Es especialmente llamativo que esto esté ocurriendo en esta época del año. Según Alberto García-Salido, pediatra intensivista en el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, "la epidemia de bronquiolitis es típica de los meses de noviembre, diciembre, enero y febrero en nuestro país. Lo que estamos viendo es inaudito y no ha sido previamente observado en nuestro contexto."
España no es el único país en el que se está observando este aumento: otros como Reino Unido o Australia también se han encontrado con situaciones parecidas.
¿Qué ha ocurrido durante la pandemia?
Según el experto, hay una obvia relación entre esto y la pandemia: las medidas tomadas para prevenir la transmisión del SARS-CoV-2 son las mismas que se tomarían para frenar la circulación de los virus responsables de las infecciones respiratorias infantiles, como el virus sincicial respiratorio (VSR), y ese ha sido precisamente el efecto.
"En servicios como el que yo trabajo hemos observado una clara disminución de todas las infecciones respiratorias. En los meses en los cuales debería haberse observado el ingreso por virus respiratorio sincitial no tuvimos ningún caso. Esto se ha repetido no solamente en nuestra comunidad autónoma, sino que también se ha visto en la totalidad del país y en países de nuestro entorno", explica el pediatra García-Salido.
Gonzalo Oñoro, pediatra de un centro de salud de la Comunidad de Madrid coincide: "este año hemos tenido un invierno muy raro y lo que hemos visto en consulta es que no ha habido epidemia de bronquiolitis". Ocurrió lo mismo con otras enfermedades respiratorias en adultos, como la gripe, sumando en este caso una exitosa campaña de vacunación de la población adulta.
Pero "desde hace un mes hemos visto un aumento en todas las infecciones infantiles, bronquiolitis pero también catarros, bronquitis, faringitis, amigdalitis, gastrointeritis... En todos estos casos se hacen pruebas para diagnosticar posibles casos de COVID-19 y están dando negativo, así que no están causados por el coronavirus", añade Oroño. El resultado es que ante la llegada del verano, cuando tradicionalemente las consultas de pediatría van quedando más vacías por la reducción de estas infecciones, está ocurriendo lo contrario: "es como si estuviésemos en octubre o noviembre de un año normal".
Ambos pediatras apuntan que la causa de este desplazamiento en la oleada de infecciones respiratorias infantiles puede tener varias causas combinadas y que hará falta más tiempo y estudios para determinar su origen concreto, pero señalan varias hipótesis.
Por un lado, la relajación legal (se van suavizando algunas normas) y social de las medidas para contener la pandemia de COVID-19 ante el cansancio de la población y el optimismo por el avance de la vacunación. "El contagio suele ocurrir desde un adulto pues lo más frecuente es que los menores de 6 meses [los que más ingresan por estas patologías], y sobre todo los menores de 3 meses, tengan por acompañamiento fundamental el de sus mayores. Están con quien les cuida. Hemos permanecido durante más de un año pendientes del lavado de manos, la distancia o el uso exquisito de la mascarilla. Mantener el nivel es complejo y esto puede haber condicionado cierta laxitud en los últimos meses", señala el García-Salido.
Por otro, la teoría del nicho ecológico que señala Oñoro: según esta hipótesis, cuando una especie desaparece o retrocede, en este caso el SARS-CoV-2 causante de la COVID-19, otros se expanden para ocupar su lugar. Eso es lo que podrían estar haciendo ahora otros patógenos respiratorios, especialmente el virus sincicial respiratorio, causante de la gran mayoría de casos de catarros y bronquiolitis infantiles.
En el caso de los más pequeños se suma además otro factor: no han llegado a desarrollar inmunidad ante el virus porque no han estado en contacto con él hasta ahora. Esto incluye a todos aquellos niños que nacieron más tarde de marzo de 2020 hasta el momento de su recirculación. Según García-Salido, "son niños naive para este agente lo cual les hace susceptibles a ser infectados y por lo tanto participar en su transmisión". Oñoro coincide: "muchos niños de uno o dos años se están enfrentando ahora por primera vez a la escolarización".
Sin embargo, como explica García-Salido en su tuit y corrobora Oñoro, las perspectivas por delante son positivas: estas infecciones respiratorias habitualmente se reducen con la llegada del buen tiempo gracias a que pasamos más tiempo en exteriores y ventilamos mejor los espacios interiores. Estos consejos, que son apropiados para combatir la COVID-19, lo son también para el resto de los patógenos respiratorios.
Bronquiolitis: qué es y cómo hacerle frente
A la espera de que ese buen tiempo ayude a ventilar a los patógenos responsables, ¿qué pueden hacer los padres que tengan entre manos un caso de este tipo? ¿Cómo reconocer una bronquiolitis, cómo puede tratarse y en qué momento hay que acudir a un profesional médico? Lo primero que explica Oñoro es que los episodios catarrales más o menos leves, e incluso con algunos días de fiebre, son normales en los niños pequeños que están escolarizados: "en su primer año de escuela los niños puede presentar hasta diez o doce episodios de este tipo".
En el caso de la bronquiolitis esta sí puede ser más grave. Se trata, por decirlo de forma coloquial, de un catarro que se ha bajado al pecho: una infección que llega a los pulmones donde causa que los bronquiolos, la ramificación más pequeña de estos órganos y donde se produce el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono, se inflamen y se recubran de mucosidad, dificultando la respiración y provocando tos y mucosidad.
Es una afección muy común (afecta a uno de cada tres niños menores de dos años; de todos ellos, un 5% requiere ingreso hospitalario para su tratamiento, lo que la convierte en el motivo de ingreso más frecuente en pediatría, explica Oñoro en su blog Dos pediatras en casa) y algunas veces grave que puede estar causada por distintos virus, el más común es el virus sincicial respiratorio (VSR). La gravedad depende en gran medida de la edad del niño afectado: en menores de 6 meses y especialmente menores de 3 meses es cuando el ingreso hospitalario es más frecuente. En niños de más edad suele ser más leve y solo requiere paciencia.
En cuanto al tratamiento, García-Salido explica que la tos y los mocos no son en sí mismos un problema que haya que tratar en los niños: "La tos es un mecanismo de defensa de la vía aérea y el moco una expresión de la inflamación. Si están causados por un proceso autolimitado no requieren más tratamiento que el tiempo", aunque dependiendo de la causa puede ser necesaria alguna intervención. "Por ejemplo en el caso de que la tos esté provocada por un broncoespasmo se pueden utilizar broncodilatadores. Si está provocada por una neumonía se tratará la neumonía". En niños pequeños no se recomiendan medicamentos antitusivos (que relajan el reflejo de toser) ni que hagan el moco más fluido. Si la tos no cesa o hay alguna duda, la recomendación es acudir a su pediatra.
¿Y para prevenirla? "Para empezar, lo más importante es que los niños no vayan a la escuela o al colegio si están enfermos", señala Oñoro, algo que, reconoce el especialista, requiere un cambio y un apoyo a la conciliación de los trabajadores. Por lo demás, las medidas de prevención más eficaces son las que llevamos poniendo en práctica toda la pandemia, pero en la vuelta a la normalidad sería de ayuda mantener siempre el lavado de manos y evitar el contacto con personas con síntomas. "No existe ningún fármaco, alimento o preparado que ayude o potencie las defensas de ningún niño sano. Esto puede resultar frustrante escucharlo o leerlo, pero decir lo contrario es mentir", concluye García-Salido.