Para reducir el riesgo de contagio de COVID-19, las recomendaciones son claras: usar mascarilla (y hacerlo correctamente), mantener la distancia de seguridad y permanecer al aire libre, mejor que en interiores. Estos días nos habéis preguntado por la comparación de dos contextos diferentes y cuál sería más seguro, si estar en un lugar cerrado con distancia y mascarilla o bien en un exterior sin estas medidas. La respuesta depende de más factores pero, en general y según los expertos consultados por Maldita.es, un exterior supone menos riesgo.
Bajo el punto de vista de María Cruz Minguillón, investigadora ambiental del Instituto Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), hace falta más información para dar una respuesta más precisa que la anterior. En concreto, si el interior está bien o mal ventilado y de qué tipo de mascarilla hablamos, además de si tiene o no un buen ajuste.
“Estos dos parámetros son clave para determinar el riesgo de contagio en interiores”, añade. María Elisa Calle, experta en Epidemiología y Salud Pública y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, añade otro factor a tener en cuenta: la distancia entre personas.
Los aerosoles se dispersan en el exterior
En general, en exteriores el riesgo disminuye. Salvador Peiró, médico miembro de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS) apunta que, en estas condiciones, “la posibilidad de contagio por aerosoles tiende a remota”. El porqué, explica, es que los aerosoles se dispersan: “Incluso cruzándote con alguien unos segundos no parece factible que se pueda transmitir la suficiente carga viral para producir un contagio”.
“El aire va a estar en constante movimiento y renovación por lo que va a dispersar estos aerosoles o gotículas de diferentes tamaños, evitando así su acumulación y disminuyendo el riesgo de infección”, coincide José Manuel Jiménez, investigador en el Departamento de Enfermedades Infecciosas del King’s College de Londres y maldito que nos ha prestado sus superpoderes.
No obstante, e incluso en exteriores, hay que tener en cuenta ciertas condiciones. “Si te pones a charlar con alguien un rato y sin distancia, sí existe posibilidad de contagio (incluyendo la gente que se sienta a comer/beber en las terrazas unos frente a otros, sin mascarilla y durante mucho tiempo)”, advierte Peiró. Además, señala en que es improbable que esto afecte a la gente que está en las mesas vecinas (menos probable cuanta más distancia).
“En general en exteriores es mucho más difícil contagiarse, pero si estamos muy cerca de la otra persona sin mascarilla estaremos expuestos a su nube de aerosoles y sí hay riesgo de contagio”, coincide Minguillón quien incide en la falta de otro dato importante: con cuántas personas estamos, sea en el interior o en el exterior.
¿Cuáles son los inconvenientes de los espacios interiores?
Al final, en un interior mal ventilado nos podemos contagiar de cualquier persona que esté en ese interior, independientemente de la distancia. “Los aerosoles pueden permanecer mucho tiempo y desplazarse a grandes distancias: un contagiado podría contagiar a muchas personas (no sólo a los que tiene enfrente), incluso después de haberse ido, y sin que funcionen las referencias de distancia”, recuerda Peiró.
La primera protección en estos espacios es la ventilación cruzada (reduce aerosoles), la segunda la reducción de aforos (reduce el número de personas que pueden contagiar o ser contagiadas) y la tercera la mascarilla bien ajustada (reduce el volumen de aerosoles que aspiramos).
En el exterior, nos podemos contagiar de personas que estén cerca y por tanto estemos en el espacio que alcanza su nube de aerosoles antes de dispersarse. “Esto asumiendo que en ambos casos el tiempo de exposición es el mismo, pues también es un factor determinante”, añade la investigadora del IDAEA-CSIC.
Bajo el punto de vista de Calle, mientras no haya una demostración evidente desde un punto de vista científico, “siempre que estemos con otras personas sobre las que no nos conste que no están infectadas, lo mejor es utilizar adecuadamente una mascarilla, que tampoco es tan difícil”.
En resumen: en general, “los espacios exteriores son más seguros que los interiores, aunque hay circunstancias (contacto prolongado, grandes aglomeraciones) que hacen que incluso en estos espacios se aconseje el uso de mascarilla”, apunta Peiró. En espacios interiores los riesgos son altos e incluso la mascarilla ofrece una protección sólo parcial (especialmente si no está bien ajustada o si se quita para comer, beber, etc.).
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito José Manuel Jiménez.
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