Cuando se aprobaron las distintas vacunas para su comercialización en la Unión Europea, se hizo en base a ensayos clínicos en los que se demostraba su seguridad y su eficacia. A medida que se han ido aplicando, esa eficacia se ha ido traduciendo en una protección cada vez mayor de la población, sobre todo de los grupos más vulnerables que han sido los primeros en recibirlas. Esa protección, a su vez, se ha materializado en el descenso de las cifras de mortalidad de los distintos colectivos y en distintos países donde la vacunación va siendo significativa.
Estos son algunos de esos datos, cifras y resultados que demuestran que las vacunas están funcionando.
En las residencias de mayores españolas la mortalidad ha caído un 99,7%
Precisamente porque las personas mayores son mucho más vulnerables al coronavirus, las residencias de ancianos han sido los primeros objetivos de la vacunación contra la COVID-19 y sus efectos han sido más que evidentes: según los datos de la sexta actualización del informe sobre el impacto de la COVID-19 sobre las residencias de mayores que publica el Imserso (Instituto de Mayores y Servicios Sociales) del 4 de abril, el último disponible, entre el 29 de marzo y el 4 de abril solo se registraron 45 contagios y 2 muertes entre residentes en estos centros.
Eso supone una caída del 99,7% en la mortalidad y del 98% en infecciones respecto a la última semana de enero, en plena tercera ola y cuando la respuesta inmune provocada por las vacunas aún no se había producido. Desde ese momento la cifra ha ido a la baja de forma constante y en más de una decena de comunidades autónomas no ha habido contagios dentro de las residencias. Nuestros compañeros de Maldito Dato han hablado de esto con más detalle aquí.
El primer ejemplo que tuvimos: las residencias de Asturias
La camapaña de vacunación empezó en España en los últimos días de 2020. A mediados de febrero de 2021 teníamos ya los primeros datos que evidenciaban la protección que éstas estaban aportando a los grupos de más edad, que fueron el grupo que primero las recibió.
El Observatorio de Salud de Asturias publicaba el 17 de febrero el informe 29 de Mortalidad con Coronavirus en Asturias, del que sale este gráfico. El él se puede observar que tras el inicio de la vacunación en residencias, las muertes de residentes mayores cayeron a casi la mitad, mientras que en la población general no vacunada las muertes se habían duplicado.
En la última edición de ese informe, fechado el 6 de abril, podemos ver esta gráfica actualizada en la que el número de fallecidos en las residencias ha seguido bajando.
Israel, el primer país en notar el efecto protector de las vacunas
Israel fue el primer país que avanzó masivamente con la vacunación y por tanto fue el primero en notar los efectos protectores de las vacunas contra la COVID-19. Un estudio publicado en la revista The New England Journal of Medicine del que ya os hablamos en Maldita Ciencia en febrero recogía los primeros resultados: pasados 7 días tras la segunda dosis, la vacuna mostraba una eficacia del 94% frente a la COVID-19 sintomática, del 92% frente a las infecciones documentadas y la COVID-19 severa. Las hospitalizaciones por COVID-19 disminuyeron un 87%. Por su parte, el estudio estimaba que la mortalidad se redujo en un 72%.
Tanto los autores como los expertos consultados por Maldita Ciencia señalaban que a pesar de lo positivo de los resultados, este tipo de estudios observacionales pueden verse influidos por otros factores, como el confinamiento u otras medidas puestas en marcha en ese momento o previamente para contener la enfermedad.
En Reino Unidos se han evitado 10.400 muertes de adultos mayores
Según el organismo de Salud Pública de Inglaterra, el programa de vacunación contra la COVID-19 ha evitado 10.400 muertes de personas mayores de 60 años desde que se puso en marcha el 8 de diciembre de 2020 hasta finales de marzo de 2021, cuando se hizo este análisis.
En ese tiempo se han administrado en el país más de 15 millones de dosis a personas en esos tramos de edad. Para llegar a esa conclusión compararon el número de muertes observadas con el número de muertes esperadas en el mismo periodo si no se hubiesen administrado vacunas. Según sus cálculos, 9.100 de esas muertes se habrían evitado en el grupo de mayores de 80 años, 1.200 en personas entre 70 y 79 años y otras 100 en personas de entre 60 y 69 años.
Cada vez más indicios apuntan a que las vacunas también reducen el riesgo de infección
De momento tenemos certezas de que las vacunas contra la COVID-19 reducen el riesgo de desarrollar la enfermedad, de padecerla en su versión más grave y de morir por su causa. Pero faltan evidencias sólidas que confirmen que también sirven para evitar la infección y el contagio, motivo por el cual las personas vacunadas tienen que seguir cumpliendo las medidas de seguridad como el uso de mascarilla, mantener la distancia social, priorizar las reuniones en exteriores y la higiene de manos.
A pesar de esto, cada vez más indicios apuntan a que la reducción de los contagios también sería una de los efectos de la vacunación masiva, incluso desde la primera dosis. Es uno de los resultados de un estudio publicado (como preprint, es decir, antes de pasar la revisión por pares, lo cual no invalida sus conclusiones pero hace necesario tomarlas con cautela) en The Lancet y realizado por científicos de la Universidad de Oxford y de la Universidad Autónoma de Barceloa en el que se observó a más de 100.000 personas entre habitantes de residencias de mayores, trabajadores de esas residencias y profesionales sanitarios desde finales de diciembre de 2020 hasta principios de marzo de 2021, periodo en el cual recibieron las dos dosis de la vacuna de Pfizer.
El estudio muestra, además de una reducción casi total de las hospitalizaciones y fallecimientos por COVID-19 (97 y 98% respectivamente respecto a antes de la vacunación), una bajada del 95% en los contagios entre sanitarios, del 92% en los trabajadores de las residencias y del 88% en los ancianos. La reducción empezó a apreciarse desde la primera dosis, aunque en cifras más moderadas (entre el 50 y el 60%).
No son los primeros resultados que vemos en este sentido, pero siguen siendo necesarios ensayos controlados que lo confirmen.