En Wuhan, que fue el epicentro y posible origen de la pandemia de coronavirus SARS-CoV-2, se lleva una vida muy similar a la que tenía antes de la COVID-19: discotecas abiertas sin mascarillas, personas hacinadas en parques acuáticos... ¿Cómo ha logrado China controlar tanto la pandemia como para tener esta apariencia de vieja normalidad? La respuesta completa implica varios factores pero en resumen implica optar por una estrategia de eliminación del virus frente a la de mitigación adoptada por Europa y Estados Unidos. Lo explicamos.
Aunque en China no llega a un caso diario de COVID-19 confirmado notificado por millón de habitantes frente a los menos 90 al final de la tercera ola en España, no es cierto que el coronavirus haya desaparecido por completo del país donde se detectó por primera vez. A 23 de marzo se detectan una media de en torno 20 casos diario de COVID-19 en China.
Lo que diferencia a China de otros países es lo que ocurre cuando se detecta un brote: "Se confina completamente el barrio o ciudad, se hace PCR a todos los habitantes y se vigila que no haya más casos. Si al cabo de un mes se confirma que no hay nuevos casos, se abre el confinamiento. En brotes como en el de algunas ciudades se han realizado hasta cuatro millones de PCR en 48 horas. De esta manera se controla la expansión y de momento lo están consiguiendo", señala a Maldita Ciencia Pepe Alcamí, virólogo del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).
Coincide con él Víctor Jiménez Cid, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid y tesorero de la Sociedad Española de Microbiología (SEM). Para el microbiólogo "el secreto" de China es que "la detección de una decena de casos dispara en cuestión de días escrutinios de millones de personas". Además, "los controles y cuarentenas en frontera son draconianos", opina Jiménez Cid.
Un editorial publicado en la revista científica The Lancet Infectious Diseases calificó de "exitoso" el control de la COVID-19 en China. En el editorial se destaca que lo logró gracias al recuerdo de la epidemia del coronavirus SARS en 2003, a las medidas restrictivas de la movilidad de la población desde el principio, su capacidad de incrementar la producción de equipos de protección personal (EPI) al ser el mayor productor mundial, a elevado número de pruebas diagnósticas, la construcción de hospitales de campaña para aislar los casos y el cumplimiento estricto por parte de la sociedad de las medidas del Gobierno chino.
Por su parte, el epidemiólogo en el Instituto de Salud Carlos III y portavoz de la Asociación Madrileña de Salud Pública (AMASAP), Fernando García, destaca la experiencia que tuvo China con el SARS y que "sus sistemas de salud pública estaban más preparados para una pandemia". También que destaca que "China actuó con rapidez con medidas estrictas con detección precoz de casos" como el aislamiento de casos en hospitales y un "sistema de rastreo de contactos brutal. En Europa se recomiendan 30 rastreadores por 100.000 habitantes. En Wuhan había 81 rastreadores por 100.000 habitantes". Este rastreo se hace también a través del teléfono con un sistema conectado con la historia clínica y el sistema de gestión de la policía, del transporte e infraestructura, como ya contamos.
El control de la COVID-19 en Wuhan se logró con un confinamiento "muy estricto" de 76 días "donde no podían salir de sus casas y les llevaban comida". Además, que en China ya existiese la costumbre de salir a la calle con mascarillas por otras epidemias y la contaminación es otro factor del éxito chino, señala García.
El control de las personas que llegan a China también explica por qué no ha habido repuntes posteriores: "Se hace cuarentena a todas las personas que lleguen. En Europa sólo se hace en Suiza", aclara García.
La estrategia seguida por China se denomina eliminación de la COVID-19, pero no es el único país que la ha seguido. También lo han hecho Taiwán, Australia, Nueva Zelanda y Vietnam con políticas diferentes, señala García. En cambio, Europa optó por una estrategia de mitigación. En este continente "se tomaron medidas tarde. Si no hubiésemos hecho una desescalada tan rápida a lo mejor tendríamos la misma situación que China", opina el epidemiólogo.