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MALDITA CIENCIA

Por qué se nos duermen los pies, método curly y rizos y cómo producir más semen. Llega a Maldita Ciencia el consultorio 134º

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Cómo nos gustan los viernes, malditas y malditos. Y si vienen acompañados de nuestro consultorio científico (que es lo que pasa cada semana), más aún si cabe. Como cada día previo al fin de semana, venimos a poner fin a vuestras dudas, cuestiones y preguntas que tengan algo que ver con lo nuestro: la ciencia. Esta semana os contamos por qué a veces se te duerme una mano o un pie y cómo hacer que se te pase, si una persona con inmunidad ante el coronavirus puede ser portadora y transmitirlo a otra persona, qué es el método curly y si sirve para conseguir unos rizos naturales y si hay alguna forma de aumentar la producción y la calidad del semen.

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¿Por qué a veces se te duerme una mano o un pie y cuál es la forma más rápida de que se te pase?

No sabes muy bien por qué ni en qué situaciones concretas, pero seguro que alguna vez se te ha “dormido” una parte del cuerpo, ya sean dedos, manos, pies o extremidades al completo. Hecho, cuanto menos, curioso: por una parte, parece que a tu cuerpo le “cuesta” hacer caso cuando se le “ordena” un movimiento que implica esa zona. Por otra, aparece una sensación similar a que tropecientas hormigas estuvieran desfilando por sus alrededores. ¿Por qué pasa esto? Puede haber distintas causas, de diferente gravedad; pero la más habitual es haber mantenido una posición prolongada que presione un nervio o dificulte la circulación.

En situaciones normales, al tocar una superficie, los receptores del tacto de la piel se excitan y envían una señal que recorre un nervio en dirección a la médula espinal. Desde esta, la información va hacia el cerebro, se integra, se interpreta y se produce la percepción del tacto. 

“Si este camino está alterado en cualquiera de sus puntos del recorrido, la información no llega, no se integra o no se interpreta, dando lugar a la sensación de falta de tacto”, explica a Maldita Ciencia María Hernández, neuróloga y maldita que nos ha prestado sus superpoderes. “Cuando una zona del cuerpo ‘se nos duerme’, lo que ocurre es que nuestro cerebro no recibe o no procesa correctamente la información relativa al tacto o al dolor proveniente de la zona que no notamos correctamente”, añade. 

Con respecto al hormigueo, según José Ángel Morales, doctor en Neurobiología en la facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y maldito que también nos ha prestado sus superpoderes, este se produce porque estamos sufriendo una pérdida de sensibilidad en la zona donde, o por pinzamiento del nervio o por problema circulatorio, los impulsos nerviosos y el oxígeno no están llegando correctamente. “Eso hace que la comunicación con la mano, o la pierna o la extremidad que sufre adormecimiento no sea continua y aparece esa sensación de hormigueo”, detalla Morales.

En palabras de Hernández, la causa más habitual de que esto ocurra es haber mantenido una misma posición (sentarnos con las piernas cruzadas, leer en la cama sujetando el libro con las manos y manteniendo los codos doblados...) en la que se comprime un nervio específico durante un tiempo prolongado. Esto altera (disminuye) su velocidad de conducción.

Para recuperar la sensibilidad si la razón es postural, la recomendación de Morales es abandonar la postura que está provocando esa sensación, y empezar a mover despacito las extremidades o el cuerpo poco a poco. De esta forma, facilitaremos que la circulación y la comunicación nerviosa vuelvan a la zona afectada y se recupere la normalidad.

Más allá de la anécdota, hay situaciones en que una pérdida de sensibilidad puede ser síntoma de una situación más grave. En casos crónicos, de días o meses, lo recomendable es consultar a un profesional sanitario. “Esto podría ser consecuencia de una compresión desde las raíces nerviosas, cerca de la columna, hasta zonas más distales. Es decir, podría existir una compresión nerviosa en cualquiera de los lugares por los que discurren los nervios”, explica a Maldita Ciencia Juan José de la Fuente, médico del Servicio de Urgencias del Hospital Comarcal Valle de los Pedroches (Córdoba). En muchos de estos casos, añade, puede ser necesaria una intervención quirúrgica para recuperar la funcionalidad de la parte afectada. 

Además, advierte de que, en caso de que ocurra de manera aguda y afecte a la mitad de nuestro cuerpo (lado derecho o izquierdo), a algún miembro (ya sea superior o inferior) o a un lado de la cara, puede que la causa sea un cuadro potencialmente grave, como puede ser un accidente cerebrovascular o ictus, una alteración brusca de la circulación cerebral que incide en el funcionamiento de una parte de nuestro cuerpo, según el área afectada. Otras posibles causas podrían ser una hernia discal, o por problemas circulatorios.

¿Una persona con inmunidad ante el coronavirus porque se ha vacunado o porque lo ha pasado puede ser portadora y transmitirlo a otra persona?

Una pregunta que nos habéis hecho llegar es si las personas con inmunidad ante el coronavirus, ya sea por haber pasado la COVID-19 o por haber sido vacunadas, pueden ser portadoras del virus y transmitirlo a otras personas. La respuesta corta es que no se sabe con seguridad pero hay algunos indicios de que las vacunas sí pueden reducir el riesgo de contagiar la enfermedad, además de no padecerla.

Todavía no se sabe si los vacunados y quienes han pasado la enfermedad pueden contagiar, coinciden cuatro de los expertos consultados por Maldita Ciencia. Eva Martínez Cáceres, jefa del Servicio de Inmunología del Laboratorio Clínico Metropolitana Nord del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol y vicepresidenta de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), señala que no" hay estudios suficientes como para estar 100% seguros”.

“Si has pasado la COVID-19, sobre todo durante los primeros seis meses [después de haber pasado la enfermedad], hay un riesgo ínfimo de infectarse y transmitirlo al resto. Pero según pasa el tiempo aumenta las posibilidades de perder los anticuerpos y de enfermarse y contagiar”, señala a Maldita Ciencia Alejandro Conde Sampayo, médico interno residente de Medicina Preventiva y Salud Pública del Complejo Hospitalario Universitario de Ourense y vocal de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH). Pero el médico señala que las distintas variantes del coronavirus pueden facilitar las reinfecciones en quienes han pasado la enfermedad.

El virólogo del Instituto de Salud Carlos III Pepe Alcamí coincide con Martínez Cáceres en que no se sabe todavía y no se puede afirmar con certeza ni que estas personas transmitan la enfermedad ni que estar vacunado no impida la transmisión. Alcamí señala que sí tenemos algunos datos como que los macacos vacunados tienen inmunidad esterilizante que impide la infección y por lo tanto no pueden infectar a otros.

En humanos hay un preprint (una publicación provisional a la espera de ser validada y publicada en una revista científica) que a Alcamí le parece el estudio en desarrollo “más interesante”. En este estudio, al personal sanitario vacunado y no vacunado se le hace PCR, test serológicos y test de antígenos con frecuencia. Y los resultados muestran que la vacunación, en este caso con Pfizer, “previene de la infección sintomática, pero también de la asintomática porque el número de PCR positivas cae en los sujetos vacunados”, señala el virólogo.

Para Alcamí, estos resultados “sugieren que la inmunidad que confiere la vacuna impide la infección y por tanto la posibilidad de transmisión. La protección no es del 100% pero alcanza el 75%”. El estudio también “sugiere que la infección natural protege en gran medida de la re-infección, no solo sintomática sino asintomática. Si estos datos se confirman en otros estudios, estamos más cerca de poder afirmar que tanto la infección natural como las vacunas de ARNm confieren la denominada inmunidad esterilizante en un alto porcentaje de sujetos, lo que nos aseguraría que la vacunación protege no sólo de la enfermedad sino de la infección asintomática y del contagio”.

Además de ese estudio, hay muchos datos preliminares de que las vacunas disminuyen los casos asintomáticos y también sugieren que si alguien se infecta tras vacunarse tiene más probabilidades de ser menos contagioso, señala en su blog la bioquímica y profesora asistente de Biología Molecular en la Universidad de Husson (Estados Unidos), Elisabeth Marnik.

Los diseños de los ensayos clínicos de las vacunas aprobadas no se hicieron para demostrar que impedía la infección, solo se diseñó para comprobar si protegían de una forma grave de la infección, aclara a Maldita Ciencia Alfredo Corell, catedrático de Inmunología de la Universidad de Valladolid. "Aunque el sistema inmunitario reduzca la transmisibilidad, no se puede asegurar que lo haga al 100%. Sí se puede esperar que las vacunas diseñadas para ser administradas por vía oral o nasal eviten la infección y la transmisión", explica Corell, como ya contamos en este artículo, al evitar la infección de la faringe y los pulmones.

La viróloga Sonia Zúñiga, investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología, destaca que no hay datos suficientes todavía pero señala a Maldita Ciencia que “es cierto que no se están documentando demasiados casos de reinfecciones, lo que podría sugerir que la inmunidad una vez uno ha pasado la enfermedad evita el contagio, por tanto, la transmisión”. Pero “el problema es que, dado que en el caso de una reinfección lo más probable es que la persona sea asintomática, y es muy probable que algunas reinfecciones hayan pasado desapercibidas”. Sobre la inmunidad que confieren las vacunas, Zúñiga destaca que no hay datos suficientes como para saber si evitan la transmisión.

Por su parte, los CDC (los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos) han publicado recomendaciones provisionales para las personas que han recibido todas las dosis de la vacuna frente a la COVID-19. Las personas completamente vacunadas pueden en Estados Unidos visitar a otras personas completamente vacunadas en espacios cerrados y sin necesidad de usar mascarillas ni mantener el distanciamiento físico, reunirse en espacios interiores con personas no vacunadas que viven en un mismo hogar y corren riesgo bajo de enfermarse gravemente a causa de la COVID-19 sin necesidad de usar mascarilla o mantener el distanciamiento físico y evitar la cuarentena o las pruebas de detección después de una exposición conocida si no tienen síntomas.

En España, el protocolo 'Estrategia de detección precoz, vigilancia y control de COVID-19’ del Ministerio de Sanidad’ permite a las personas que han tenido una infección de coronavirus en los 90 días anteriores estar exentas de hacer cuarentena en caso de haber estado en contacto estrecho con un caso positivo.

¿Qué es el método curly y hasta qué punto sirve para conseguir unos rizos naturales? 

En Maldita Ciencia ya os hemos contado por qué lavarse el pelo a diario no es perjudicial para el cabello, por qué los tintes de cabello no influyen en su caída y aceleran la calvicie o por qué salir a la calle con el pelo mojado con bajas temperaturas puede favorecer los resfriados. Ahora nos habéis preguntado si funciona el método curly que, según prometen algunas webs, es una rutina de cuidados para “conseguir unos rizos naturales, elásticos y sin encrespamientos o frizz”. Este método solo sirve para cuidar cabellos rizados. Eso sí, hay que prestar atención porque algunas indicaciones podrían ser contraproducentes.

David Saceda, tricólogo de la Asociación Española de Dermatología y Venerología (AEDV), hace hincapié en que “el rizo del pelo depende de cada persona”. “De forma natural cada persona tiene un grosor diferente de cabello y un rizo propio. Una rutina de lavado difícilmente va a poder cambiar el rizo de una persona”, explica a Maldita Ciencia.

“El método curly no sirve para aquellas personas que no tienen un pelo rizado, sino que es un método para cuidar el pelo que ya de por si es rizado”, comenta a Maldita Ciencia Ángela Hermosa Gelbard, dermatóloga de la Unidad de Tricología y Trasplante Capilar del Grupo Pedro Jaén.

Pero, ¿qué es eso del método curly? Además de no cepillar el pelo en seco y tratarlo cuando esté mojado, consiste en evitar utilizar productos que acentúan la sequedad. Ingredientes como sulfatos o siliconas estarían terminantemente “prohibidos” en esta rutina, según explican múltiples webs en Internet.

Para entender qué supone seguir el método curly y cómo actúan los sulfatos o las siliconas en el cabello, primero hay que explicar por qué el pelo rizado suele ser más seco que el pelo liso. Se debe, según Hermosa, a que el sebo que se produce en las glándulas sebáceas del cuero cabelludo se desliza con más dificultades a lo largo de un trayecto curvado (pelo rizado) que a lo largo de un trayecto recto (pelo liso). 

Según cuenta Saceda, los champús con sulfatos eliminan gran parte del sebo natural. Si los utiliza una persona con el pelo seco, como por ejemplo un pelo rizado, “va a producir mayor sequedad y posiblemente encrespamiento”.  

Aun así, Hermosa destaca que “utilizar agentes tensioactivos, como los sulfatos, es necesario para una adecuada limpieza del cabello, ya que, sin estos, la suciedad y el sebo no se disolverán y se acumularan tanto en la piel como en la fibra capilar”: “Por tanto, son necesarios para una adecuada higiene. Si no se utilizan estos agentes, no se limpia bien el pelo”.

¿Y qué pasa con las siliconas? Cristina Pindado, especialista de la Unidad de Tricología y Trasplante Capilar del Grupo Pedro Jaén explica a Maldita Ciencia que las siliconas son polímeros sintéticos que tienen propiedades hidrofóbicas. Es decir, que “ayudan a retener la humedad creando un sello impenetrable”. Según cuenta, se pueden encontrar en champús, acondicionadores y productos de peinado, pero también en el maquillaje y productos de cuidado facial.

“Las siliconas forman una capa delgada e impermeable alrededor de la cutícula del cabello que mantiene el tallo piloso hidratado, al mismo tiempo que evita que la humedad ambiental penetre en el cabello y cause encrespamiento”, comenta.

Según Pindado, los champús y acondicionadores formulados con siliconas son especialmente beneficiosos para cabellos secos y rizados ya que ayudan a suavizar el cabello, sellar la cutícula y evitar que absorba la humedad. El problema, y el motivo por el que se desaconsejan en el método curly, es que “pueden apelmazar el cabello”. Existen siliconas que son hidrosolubles y se retiran con una mayor facilidad, según Hermosa.

En algunas webs que promocionan el método curly se menciona que si se tiene el pelo grueso y seco, puede ser preferible lavarse el pelo solo con acondicionador. Pero no usar champú puede conllevar riesgos. 

La Asociación Española de Dermatología y Venerología señala que el champú elimina la grasa producida por las glándulas sebáceas, donde quedan atrapadas las células muertas del cuero cabelludo, la suciedad, o las sustancias que nos apliquemos en él, como lacas o gominas”. “Esta grasa o sebo debe eliminarse periódicamente por razones que van más allá de lo meramente estético, ya que supone una importante fuente de microorganismos que pueden favorecer las infecciones”, indica.

“El acondicionador es como la crema hidratante para nuestro cabello. No es una buena opción para lavar el pelo”, comenta Saceda. Hermosa explica que algunos acondicionadores contienen agentes tensioactivos, es decir, detergentes, y pueden ser útiles para eliminar la suciedad al mismo tiempo que se hidrata la fibra capilar.

Pero entonces, ¿es recomendable seguir el método curly? Pindado comenta que “no necesariamente es perjudicial si se realiza con conocimiento” y recuerda que es importante utilizar champú aunque se limiten los sulfatos para no secar el pelo rizado. 

Para conseguir rizos naturales, la experta aconseja cepillar el pelo mientras esté húmedo con un peine de dientes anchos o con los dedos de las manos, evitar peinados que traccionen con fuerza del cuero cabelludo y secarlo al aire siempre que sea posible o, si empleamos secador, utilizar un producto protector térmico sobre el cabello mojado para ayudar a reducir y minimizar el daño por calor. Y en verano aconseja “utilizar un fotoprotector solar para el cabello”.

¿Hay alguna forma de aumentar la producción de semen? ¿Y de mejorar su calidad?

En Maldita Ciencia ya hemos hablado de qué evidencias hay respecto a los distintos métodos que prometen agrandar el pene. Otra de las preguntas que nos habéis planteado a lo largo de esta semana es si hay alguna forma de aumentar la producción de semen y de mejorar su calidad. Lo cierto es que, a día de hoy, no hay ningún tratamiento clínicamente probado para aumentar el volumen del semen y, para mejorar su calidad, lo más efectivo es mantener un estilo de vida saludable.

Según indica a Maldita Ciencia Juan Ignacio Martínez-Salamanca, coordinador del Grupo de Andrología de la Asociación Española de Urología, la cantidad habitual de semen en cada eyaculación varía entre los 3 y los 5 mililitros. Esta cantidad cambia a medida que el varón envejece: el volumen máximo se observa entre los 30 y los 35 años y, el más bajo, de los 55 en adelante. “El volumen de la eyaculación lo aportan, principalmente, las vesículas seminales y la próstata”, indica el experto. 

Medir de forma precisa el volumen o cantidad de semen es esencial en cualquier evaluación del mismo, ya que permite calcular el número total de espermatozoides y células no espermáticas en el eyaculado. 

Un volumen reducido puede ser consecuencia de la obstrucción del conducto eyaculador o de ausencia bilateral congénita de los conductos deferentes (CBAVD), una enfermedad de origen genético. También puede indicar problemas de recolección (pérdida de una fracción del eyaculado) o deficiencia de andrógenos (las hormonas sexuales masculinas). En cambio, si el volumen es elevado puede reflejar una exudación activa de las glándulas accesorias (vesículas seminales y la próstat).

“Algunas empresas venden productos que, supuestamente, aumentan el volumen del semen, pero esto es un mito. Ni estos ni la abstinencia lo incrementan”, señala Martínez-Salamanca. Algunos médicos sugieren que una ingesta adecuada de agua y líquidos puede aumentar la cantidad de semen, pero este, en cualquier caso, estará en los límites normales. 

Con respecto a la calidad del semen, una de las variables principales es la cantidad de espermatozoides que contiene en una muestra de semen determinada. “Según las directrices más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los expertos consideran que un recuento de espermatozoides saludable es de 15 millones por mililitro (ml), o al menos 39 millones por eyaculación.

“En general, los profesionales de la salud creemos que los niveles de testosterona influyen en el número y la calidad de los espermatozoides. Además, algunas enfermedades, como los trastornos genéticos heredados, infecciones o tumores, pueden afectar al recuento”, explica Martínez-Salamanca. 

¿Y qué se puede hacer para mejorar la calidad del semen? Aunque no hay evidencia clínica sólida sobre ello, la recomendación, en general, es llevar un estilo de vida saludable. 

Por una parte, según la Clínica Mayo, mantener un peso y una dieta saludable, tomar las precauciones necesarias para prevenir enfermedades de transmisión sexual (ETS), controlar el estrés y realizar actividad física. Además, es recomendable evitar el tabaco y el consumo de alcohol, el uso de lubricantes durante las relaciones sexuales, consultar con un profesional médico los medicamentos que pueden intervenir en la fertilidad (bloqueadores de los canales de calcio, antidepresivos tricíclicos, los antiandrógenos...) y mantener una temperatura adecuada en la zona.

Antes de que os vayáis...

Como todas las semanas llegados a este punto nos gustaría recordaros que estamos aquí para resolver todas las dudas y preguntas que tengáis respecto a información científica, pero que si lo que te inquieta tiene que ver con un diagnóstico, tratamiento o afección personal, lo único que podemos aconsejarte es que acudas a un profesional sanitario que conozca personalmente tu caso y pueda tratarte adecuadamente.

En este artículo han colaborado con sus superpoderes la neuróloga María Hernández y el neurobiólogo José Ángel Morales.

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