Este martes 16 de febrero, Fernando Simón, coordinador del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, ha respondido a una pregunta en rueda de prensa sobre la posibilidad de hacer obligatorio el uso de mascarillas FFP2 a la población general que utilizar estas últimas: "No es ni riesgo cero ni es una diferencia radical de protección de una frente la otra. La FFP2 protege al que la lleva, si lo que queremos es proteger a los otros tiene mayor capacidad de filtrado hacia fuera la quirúrgica”.
Nos habéis preguntado si esto es cierto, pero la respuesta no es sencilla.
Los porcentajes de filtrado de unas mascarillas y otras
Los porcentajes de filtrado que deben cumplir ambos tipos de mascarillas están recogidos en la normativa que las regula.
- La UNE 14683 que regula las mascarillas quirúrgicas IIR que se comercializan en España establece que deben cumplir una eficacia de filtrado del 98% del aire expirado hacia el exterior.
- La UNE 149:2001 que regula los Equipos de Protección Individual, dentro de los que están las mascarilas FFP2 establece una capacidad de filtrado biridireccional (tanto de fuera de la mascarilla hacia dentro como al revés) del 92%.
Los estudios muestran resultados contradictorios
El Centro Europeo de Control de Enfermedades publicaba este 15 de febrero un informe sobre la eficacia del uso generalizado de mascarillas durante la pandemia de COVID-19. En uno de los apartados se recogen las evidencias que hay a favor y en contra de recomendar el uso de mascarillas FFP sobre las quirúrgicas, y la conclusión es que son contradictoras por el momento.
El informe menciona un experimento que mostró que, al toser hacia una placa de petri con una mascarilla quirúrgica y con una tipo FFP2, estas eran más eficaces para limitar la emisión de gotículas infecciosas que contenían el SARS-CoV-2 por parte de pacientes con COVID-19. Recoge también otro experimento en el que aplicar un simulador de tos mostraba que las mascarillas tipo FFP2 eran más eficientes que las quirúrgicas tanto si las utilizaba el maniquí que tosía como si las llevaba el maniquí sobre el que se tosía.
Pero el mismo informe señala un estudio realizado en hogares en el que se comparaba la eficacia de las mascarillas tipo FFP2 con la de mascarillas quirúrgicas y no usar mascarilla para prevenir la gripe, y el resultado mostraba que no había diferencias en la incidencia de la enfermedad entre los grupos que usaron una mascarilla u otra (pero sí respecto a quienes no la usaron).
Estudios realizados en entornos sanitarios comparando unas mascarillas u otras también han mostrado resultados contradictorios. El informe del ECDC menciona dos estudios (aquí uno y aquí el otro) que encontraron no diferencias estadísticamente significativas en favor de uno u otro tipo de mascarilla, y otros dos (aquí uno y aquí el otro) que sí encontraron diferencias cuando se trataba de infecciones respiratorias clínicas, pero no cuando se trataba de enfermedades como la gripe y similares.
¿Por qué si las mascarillas tipo FFP2 parecen proteger mejor en los experimentos luego no dan resultados claramente mejores en los estudios que miden su eficacia en condiciones reales? Porque en la eficacia de una mascarilla influyen mucho las condiciones de uso: que se utilicen el tiempo recomendado y no más (8 horas en las mascarillas tipo FFP2 y 4 en las quirúrgicas) y que se colocen adecuadamente. Aquí entra en juego el factor ajuste.
Gemma del Caño, farmacéutica y divulgadora, explica a Maldita Ciencia que utilizar los datos de filtrado para asegurar que una mascarilla quirúrgica es mejor que otra FFP2 es dar una información incompleta si no se incide en un uso correcto y en que no todas las situaciones suponen el mismo riesgo de transmisión. "No es lo mismo ir por la calle manteniendo la distancia con los demás que ir en el transporte público con mucha otra gente que quizá no se esté ajustando bien la mascarilla".
La importancia del ajuste
Ya hemos explicado en Maldita Ciencia que otro factor básico para medir la eficacia de una mascarilla es su ajuste, esto es, cómo de bien se sella alrededor de nuestra boca y nariz para evitar que ninguna parte del aire respirado pase por los huecos que quedan entre ésta y la piel y que todo pase a través de la mascarilla y por tanto se filtre.
Esto es así porque sabemos que el coronavirus se transmite también por aerosoles, esto es, las gotitas más pequeñas que emitimos al hablar y respirar y que pueden permanecer en el aire durante horas con capacidad infectiva, y no solo por gotículas, que son gotas de mayor tamaño y que caen al suelo inmediatamente.
Lo bien o mal que se ajuste una mascarilla depende de varios detalles, entre ellos su forma, y en ese sentido las FFP2 suponen, en general, una ventaja porque permiten un ajuste más cerrado, aunque también depende de la forma y tamaño de la cara. En cambio, en las mascarillas quirúrgicas es más habitual que queden huecos sobre las mejillas por los que se escapa el aire sin filtrar.
Aquí te contamos algunas formas de mejorar el ajuste de la mascarilla y algunos trucos que no debes intentar, como cruzarte las gomas de la mascarilla delante de las orejas, ya que pueden pegar más la mascarilla a la cara pero abrir huecos sobre las mejillas.
En espacios cerrados y poco o mal ventilados, mejor una FFP2 (bien ajustada)
En aquellos entornos donde el riesgo de transmisión es mayor, que son los lugares cerrados poco o mal ventilados, la mejor opción para protegernos ante la transmisión del coronavirus es utilizar una mascarilla FFP2 bien ajustada, algo de lo que ya hablamos aquí.
La FFP2 es la mejor para interiores "sobre todo si la ventilación es deficiente o nula", señala a Maldita Ciencia José María Lagarón, líder del grupo de Nuevos Materiales y Nanotecnología del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA). "Las FFP2 están diseñadas para parar en las dos direcciones (inhalación y exhalación) al menos un 94% la penetración de aerosoles finos y casi al 100% los aerosoles considerados infectivos mayores de 0,6 micras", añade Lagarón.