Republicamos este artículo de José Luis Zafra publicado originalmente por la Agencia Sinc el 21 de diciembre de 2020.
El equipo responsable de vigilar la evolución del coronavirus en Reino Unido, el COVID-19 Genomics Consortium UK, alertó el pasado sábado la existencia de una nueva variante del SARS-CoV-2 que requiere una mayor vigilancia genómica: la denominada B.1.1.7.
Falta información para corroborar que este linaje sea más transmisible, se disemine más fácilmente, sea más patogénico o afecte a las vacunas y tratamientos en desarrollo contra la covid-19. Pero Sonia Zúñiga, viróloga del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), indica que esto aún se está investigando y que el aumento de la transmisibilidad no está confirmado.
En primer lugar, Zúñiga aclara a SINC que, al referirnos de la B.1.1.7., debemos hablar de variante y no de cepa. “Hablamos de cepa, stricto sensu, cuando el virus tiene una característica diferente, como que se transmita más, sea más patogénico o que no se neutralice con los anticuerpos. Todas estas mutaciones que aparecen las llamamos variantes hasta que no se descubra que tiene una propiedad biológica diferente”, precisa.
A las puertas del inicio de la campaña de vacunación en España y Europa, puede haber una preocupación por una nueva variante que ignore la inmunidad adquirida. Aunque aún falta información para confirmarlo, la viróloga no cree que este nuevo linaje afecte a las vacunas.
La vigilancia genómica ha ayudado a detectar otras variantes del coronavirus y, por tanto nuevas estrategias para combatirlas, además de las vacunas candidatas. Por ejemplo, la D614, “que se ha impuesto en todo el mundo y se sabe que se neutraliza muy bien con los sueros de pacientes infectados con cepas originales chinas o con sueros de animales o personas vacunadas”, detalla.
No haría falta esperar un año otra vez
Por otro lado, si apareciera una variante que sí ignorase la inmunidad de los fármacos en desarrollo, Zúñiga aclara que no haría falta repetir todos los pasos de los ensayos clínicos previos a la aprobación de una vacuna.
“Si la plataforma que se usa para la vacuna ya funciona y está aprobado para su uso en humanos, como ARN mensajero [Pfizer/BioNTech y Moderna] o vector [Oxford/AstraZeneca y Janssen], no necesitaría pasar por todas las fases”, señala la experta, indicando que sería un proceso similar al de las vacunas de la gripe, que se desarrollan una cada año.
Sí existirían otros exámenes para comprobar su eficacia, como controles de calidad de la producción comparándolos con los controles de vacunas anteriores o ensayos en animales realizados por las empresas farmacéuticas, pero no todo el proceso de un ensayo clínico estándar en tres fases antes de su comercialización.