"Finde fuera de casa" (dentro de tu comunidad autónoma si estás bajo cierre perimetral, ojo). Si es que suena de fábula. El problema asoma la cabeza, y nunca mejor dicho, a la hora de ir al servicio. ¿Eres incapaz de reaccionar ante la llamada de la naturaleza si estás lejos de tu váter de confianza? Pues mucha gente sí, y esto tiene un nombre: parcopresis, las condiciones psicológicas que implican una dificultad o incapacidad para defecar en un entorno público. En relación a las aguas menores, recibe el nombre de paruresis.
Esto ni pasa siempre ni a todo el mundo. "Depende de las personas, para la gente más pudorosa (o menos habituada) esto sucede con más frecuencia", explica a Maldita Ciencia Aurora Gómez, psicóloga de Corio Psicología. "Cuando estamos realizando nuestras necesidades biológicas es un momento muy vulnerable, por eso necesitamos estar relajados", añade. De hecho lo ideal es que incluso la musculatura involucrada disfrute de cierta relajación para comenzar.
Según explica a Maldita Ciencia Carlos Suárez, médico especialista en el aparato digestivo del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas (CMED), la defecación es un acto fisiológico cuyo hábito y ejecución ha sido modificado por la civilización y los condicionamientos sociales. Esto, según el especialista, puede observarse incluso en animales adiestrados, usualmente mascotas.*
"Excluyendo factores como las modificaciones dietéticas, la ingesta de líquidos y la actividad física (que permanecen sin cambios en la situación a la que no referimos), la dificultad para evacuar en estos casos obedece a variaciones en la rutina, al haber convertido la defecación, en mayor o menor medida, en un reflejo condicionado", indica Suárez. "Aspectos tales como el horario, el entorno social, el ambiente físico, la interpretación o percepción de inadecuada limpieza del baño, así como la sensación de garantías insuficientes de intimidad respecto a olores o ruidos asociados determinan esta conducta, sin que habitualmente, tenga importancia", añade.
"Además, nuestro propio baño ya nos es familiar y tener la experiencia de que es seguro nos relaja. Si eso le sumas los mecanismos de condicionamiento, ya solo con abrir la puerta nos sentimos predispuestos a ir al baño; al igual que entrar en el dormitorio nos predispone para dormir", señala la psicóloga.
En cambio, cuando a la gente le cuesta ir al baño por pudor, cuanto más conscientes son de este, más en tensión se sienten. Por eso es buena idea realizar algún ejercicio de relajación. "Yo recomendaría que se formaran un ritual en casa, que pudiera ser 'exportado' a un baño ajeno. Por ejemplo escuchar música con los auriculares", aconseja Gómez. Suárez concluye que esta es una situación que "no reviste gravedad alguna y usualmente autolimitada, a la que el organismo se adapta desarrollando nuevas rutinas".
*Hemos añadido las declaraciones de Carlos Suárez, médico especialista en el aparato digestivo del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas (CMED).
Primera fecha de publicación: 23/11/2020.
Primera fecha de publicación de este artículo: 23/11/2020