¡Buenos días de viernes, malditas y malditos! Pleno agosto, el sol pegándonos en el cogote y los aires acondicionados esclavizados, ¿y qué? Nuestra tradición pre finde es ya sagrada, así que aquí estamos una semana más para responder algunas de las preguntas que nos habéis hecho llegar durante los últimos días.
Recordad que nos podéis enviar todas las dudas científicas que se os ocurran por Twitter, Facebook, correo electrónico ([email protected]) o a nuestro nuevo chatbot de WhatsApp (¡guárdate el número! +34 644 22 93 19). ¡Démosle caña!
¿Es digestiva una copa, un chupito o el licor después de comer?
Que levante la mano todo aquel que haya oído que hará mejor la digestión de una copiosa comida o cena si, al terminar, añade al menú una copa de alcohol, un chupito o un trago de algún que otro licor. No tenemos pruebas, pero tampoco dudas, de que muchos de vosotros habéis levantado, no solo uno, sino ambos brazos. Junto a esa caña de cerveza que supuestamente quita la resaca el día de después de una noche de jarana (cosa que no funcionará, por mucho que te empeñes), este es otro de los rumores más populares relacionados con el alcohol. Sentimos decepcionarte de nuevo, pero no: el alcohol no es un buen digestivo.
"Tradicionalmente estas bebidas se toman tras comidas en las que suele estar presente el alcohol en forma de vino o de cerveza. Si el alcohol fuese digestivo, ¿por qué un chupito de licor de hierbas debería tener más efecto al final de la comida, que el vino que has ido bebiendo durante toda ella?", plantea el dietista-nutricionista Daniel Ursúa. "Esta leyenda del licor digestivo viene del origen vegetal de muchos de estos licores y es la excusa perfecta para darle la puntilla a tu estómago", añade, antes de volver a dejar claro que el alcohol no tiene relación con este beneficio en la digestión.
En palabras de Eugenio Freire, cirujano general y digestivo del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas (CMED), que el alcohol sea digestivo "no es cierto". "El alcohol etílico es irritante para la mucosa gástrica, además de otros efectos perjudiciales para otros órganos y sistemas como el hígado o aparato cardiovascular. El efecto 'digestivo' es una falsa percepción", aclara a Maldita Ciencia.
Según Vicente Pascual Fuster, del Grupo de Trabajo de nutrición de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), consumir alcohol con este fin es "más un problema que una solución". "Es reseñable que, además de su elevado contenido alcohólico, estas bebidas en muchas ocasiones contienen otros azúcares añadidos, contribuyendo al incremento del contenido calórico de la ingesta sin aportar otros nutrientes", añade Pascual a Maldita Ciencia.
“No hay ningún dato científico que muestre que tomar bebidas con alcohol mejore la digestión”, indica a Maldita Ciencia Luis Bujanda, presidente de la Asociación Española de Gastroenterología (AEG). En palabras del experto, esto querría decir que el alcohol tiene efecto procinético (que facilitase el vaciamiento gástrico), cuando no es así. “Hay algunos fármacos que sí lo producen, pero no está demostrado que el alcohol lo haga”, añade Bujanda. De hecho, señala que el alcohol puede estimular la secreción ácida y que las repercursiones que puede tener en nuestro sistema digestivo son negativas: “Hay estudios que achacan que el consumo de alcohol favorece el reflujo, es decir, que la acidez sube hacia el esófago y puede causar molestias”.
Violeta Sastre, facultativa especialista del Área de Aparato Digestivo en el Hospital Universitario Santa Lucía, en Cartagena (Murcia), explica a Maldita Ciencia que es cierto que el alcohol tiene un efecto vasodilatador que al inicio de la digestión, puede favorecer la llegada de enzimas y acelerar de alguna forma el proceso. "Pero tanto si la comida ha sido copiosa o rica en grasa, como si la cantidad de alcohol ingerida ha sido elevada, el proceso de absorción y digestión de los alimentos se verá dificultado por un enlentecimiento del vaciado gástrico, aparición de reflujo gastroesofágico e incluso dolor abdominal o hinchazón", apunta la experta.
A corto plazo, esto podría desencadenar patologías inflamatorias agudas o crónicas como gastritis o favorecer la aparición de úlceras. A largo plazo, la evidencia científica actual apoya que el alcohol es una de las causas principales de diversos cánceres (laringe, orofaringe, esófago, hígado, colon, recto y mama).
El consejo de Sastre es evitar el consumo de alcohol, ya que sus efectos nocivos sobre la salud son ampliamente conocidos y engloban tanto enfermedades físicas como del ámbito de la salud mental. Por su parte, Freire coincide en que no es recomendable consumir alcohol: "Aparte de causar gastritis e inflamación al hígado es un factor de riesgo independiente para el desarrollo de cáncer del aparato digestivo en especial del colon y de infartos del corazón", apunta.
"El único consumo seguro de alcohol es 0. Debemos tener claro que no hay razones sanitarias que justifiquen su ingesta y, sobre todo, es importante que asumamos la contradicción que supone ser consciente de esto y, aún así, beber", concluye Ursúa.
¿Son peligrosos los autobronceadores caseros?
Cerveza, refrescos de cola, aceites, zanahoria o café. Son solo algunos de los alimentos y bebidas que se promocionan en Internet para elaborar autobronceadores caseros. Por muchas ganas que uno tenga de ponerse moreno, usarlos puede ser peligroso y es recomendable evitarlos.
Nuestra maldita dermatóloga Inés Escandell, que nos ha prestado sus superpoderes, explica a Maldita Ciencia que utilizar aceites esenciales, mezclas caseras de aceites u otros productos de este tipo implica un riesgo. “No solo aumenta el riesgo de cáncer de piel a largo plazo, sino que estos productos pueden inducir también reacciones de fototoxicidad y fotoalergia por las que tras la exposición solar podría aparecer una quemadura en la zona donde se hubiera aplicado el producto e incluso en otras zonas del cuerpo”, afirma.
Si se producen reacciones de fototoxicidad tras exponer al sol la piel que ha sido embadurnada en aceites esenciales, “se produciría una quemadura, incluso con presencia de ampollas, y posteriormente una hiperpigmentación de la piel (mancha) que puede durar meses”.
En el caso de que se generen reacciones de fotoalergia, “no solo aparecería la quemadura en la zona donde estaba el aceite, sino también en otras zonas del cuerpo, por activación de la respuesta inmune”.
José Luis Martínez-Amo, dermatólogo de la Fundación Piel Sana de la Academia Española de Dermatología y Venereología, cuenta a Maldita Ciencia que “tanto la Coca Cola como la cerveza lo que consiguen es poner un tinte encima de la piel, es decir, lo que logran es mancharte la piel y, como no llevan protector solar, te vas a quemar porque no estás nada protegido”. Además, el azúcar que contienen “es un imán para insectos”.
Según explica, “los aceites son más peligrosos todavía, porque el aceite hace como un efecto lupa que te genera mayor riesgo de quemadura”. Con todos estos productos “tenemos la falsa sensación de estar protegidos”.
Por ello, ambos expertos coinciden en que es preferible evitar todos los autobronceadores caseros. “Nos arriesgamos a presentar quemaduras, heridas, manchas y aumento del riesgo de cáncer de piel a largo plazo”, insiste Escandell.
En cambio, es preferible optar por los autobronceadores o cremas comerciales, que “están formulados con ingredientes seguros”. “Es una opción estupenda que puede ayudarnos a conseguir un tono más “tostado” sin riesgo de quemaduras, manchas o lesiones malignas a largo plazo”, afirma la experta.
Aún así, la protección que ofrecen estos autobronceadores a veces puede quedarse corta, según Martínez-Amo: “La ley les obliga a tener al menos un factor de protección de 15, pero en realidad eso es poco, lo ideal es tener una protección adecuada en función de tu tipo de piel. Si tu piel es clarita, lo adecuado es un 50. Si tienes piel morena o ya está morena, puedes optar por un fotoprotector de 30, pero no menos, ese es el factor que los dermatólogos indicamos como mínimo”.
Además, el dermatólogo recuerda que es importante protegerse del sol durante todo el verano aunque se esté moreno, evitar estar expuesto en las horas centrales del día y no hacer “atracones de sol”. “Otro bulo que se dice mucho es que ya cuando te has quemado tienes tarifa plana para tomar el sol. No es cierto porque el riesgo de este tipo de quemaduras es todavía mayor, ya que tu piel la has mudado y es inmadura”, añade.
¿Es cierto que las mujeres después de los 38 años ovulan en el séptimo día del ciclo?
Nos habéis preguntado por un tuit en el que se afirma que después de los 38 días no ovulamos a los 14 días sino a los siete. Pablo Tobias, especialista en Ginecología y Obstetricia en el Hospital Universitario Infanta Cristina, explica a Maldita Ciencia que es cierto que los ciclos pueden acortarse con la edad a partir de los 35 o 40 años. Sin embargo, son “altísimamente infrecuentes” ciclos tan acortados que la ovulación se produzca en el séptimo día del ciclo.
¿Cada cuánto ovulan las mujeres normalmente? “La ovulación de cada mujer depende de la duración de sus ciclos. Así, en mujeres con ciclos regulares, de entre 28 y 30 días, la ovulación se produce habitualmente en el día 14 de su ciclo menstrual (dos semanas antes de su próxima regla). En mujeres con ciclos más largos, la ovulación se da unos días más tarde”, responde a Maldita Ciencia Clara Colomé, subdirectora médica de la clínica de reproducción asistida Eugin.
La experta afirma que “las mujeres nacemos con una reserva ovárica (la cantidad de ovocitos de los que disponemos en nuestros ovarios) limitada, y en la mayoría de los casos, a partir de los 35 años empieza un proceso de disminución de esta cantidad que se acelera a partir de los 38 años”.
Este proceso de reducción del número de óvulos “conlleva una serie de cambios hormonales, responsables del acortamiento de los ciclos menstruales”. Cuando empieza la reducción de la reserva ovárica, “se reduce la fase folicular del ciclo y eso hace que la ovulación llegue antes”. La fase folicular es la que que empieza con la menstruación y durante la cual se selecciona el óvulo que madura y se desprende de los ovarios para la posterior fecundación.
“Por ejemplo, una mujer con ciclos de 28 días, en la que su ciclo se haya reducido a 25 días, pasará a tener su ovulación en el día 11 del ciclo en lugar del día 14”, indica. Pero cada mujer “es distinta”: “Si bien la mayoría muestra signos de envejecimiento ovárico a partir de los 35, no hay una edad exacta, y en algunas se producirá antes o después de esa edad”.
¿Cómo influye en la mujer la ovulación? Cuando la ovulación se produce, el óvulo sale del ovario. “Así, se alcanza el mayor momento fértil de la mujer, por lo que, si se mantienen relaciones sexuales dos días antes o después de la ovulación, hay mayor probabilidad de obtener un embarazo”, explica Colomé.
A nivel físico, se puede producir “un incremento de la temperatura corporal y un cambio en la cantidad y características del flujo vaginal”. Son “signos indirectos de que probablemente estemos ovulando”.
En el tuit se afirma que este acortamiento de los ciclos menstruales explicaría “la cantidad de embarazos ‘sin querer’ en los cuarenta”. Tobias indica que normalmente “los embarazos no deseados son debidos en la mayoría de los casos a la no utilización o utilización incorrecta de métodos de planificación familiar”.
De hecho, recuerda que “la fertilidad de las mujeres disminuye progresivamente con la edad”. Las alteraciones de la calidad ovocitaria y la disminución de la reserva ovocitaria “son más relevantes para la influencia en las probabilidades de embarazo que las variaciones en el ciclo”.
En la misma línea se posiciona la especialista en fertilidad Claudia Rodari, que explica a Maldita Ciencia que la fertilidad de la mujer disminuye al avanzar la edad desde los 35 años. Lo achaca a la pérdida de la calidad de los óvulos. “Se tarda más en lograr el embarazo y hay más posibilidades de aborto espontáneo por fallas genéticas en los embriones”, concluye.
¿Es cierto que no se debe volar en avión si has hecho buceo poco antes?
Las malditas y malditos más atrevidos nos han planteado esta curiosa pregunta: si es cierto que, si hemos buceado a la suficiente profundidad, es recomendable que evitemos coger un avión. Y parece que así es: en caso de duda, lo recomendable es esperar al menos 24 horas. El porqué tiene que ver con la enfermedad de Caisson, enfermedad del buceador o síndrome de descompresión que forma parte de la 11ª revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (la "biblia" de las enfermedades).
Cuando buceamos, la columna de agua que tenemos encima ejerce presión (al fin y al cabo, es algo que tenemos encima, algo que pesa y está sobre nosotros). Teniendo en cuenta que el aire está compuesto principalmente de nitrógeno y oxígeno y al estar este sometido a presión elevada cuando buceamos a determinada profundidad, este se comprime.
Como explica aquí Richard E. Moon, profesor de Anestesiología en la Duke University School of Medicine (Carolina del Norte, Estados Unidos), cada inspiración realizada en las profundidades contiene muchas más moléculas que una inspiración en la superficie. Como el organismo utiliza continuamente el oxígeno, al inhalar, por lo general, el exceso de estas moléculas no se acumula.
Sin embargo, el exceso de las de nitrógeno sí se acumula en la sangre y los tejidos. "Cuanto más tiempo y más profundo se bucee (buceo recreativo), mayor cantidad de nitrógeno se acumulará", explica a Maldita Ciencia Arancha Santos, médica especialista en medicina del trabajo, instructora de buceo deportivo y maldita que nos ha prestado sus superpoderes. Además, añade que, al ascender tras la inmersión, la presión va disminuyendo, y ese nitrógeno va pasando de nuevo desde los tejidos a la sangre, para ser eliminado por la respiración.
Como expone Santos, si la velocidad de ascenso es muy rápida, el gas forma “burbujas” dentro de los tejidos, dado que a este no le da tiempo a eliminarlo. Dichas burbujas pueden producir lo que se llama “enfermedad descompresiva”, al obstruir los vasos y/o comprimir los tejidos pudiendo provocar daños, desde leves (dolor articular, picor..) hasta muy graves (afectación del sistema nervioso especialmente medular).
"Cuando cogemos un avión tras bucear, el fenómeno es similar al ascenso: las presiones disminuyen más aún de lo que eran en superficie (además, el ascenso del avión es rápido y a gran altitud). Por ello, se pueden formar las burbujas y dar lugar a la enfermedad descompresiva", señala Santos.
Para evitar estos problemas, el consejo de Santos es seguir los tiempos de inmersión, descenso, ascenso y las profundidades recomendadas, así como esperar el tiempo marcado antes de volar. En caso de duda, lo recomendable es esperar al menos 24 horas, como indica también aquí la Escuela Médica de Harvard. "Esto también puede suceder cuando pasamos de bucear a subir a gran altitud bruscamente. Viajes donde, tras la inmersión, te suben a un volcán de 2000 o 3000 metros de altitud, por ejemplo. Hay que tener cuidado con eso", concluye la experta.
¡Ojo! Que no hemos terminado...
Antes de despedirnos, hay algo que queremos (y debemos) recordarte las veces que haga falta: no somos médicos, somos periodistas. Puedes contar con nosotros para todo aquello que esté en nuestra mano, ¡por supuesto! Pero si lo que necesitas es un diagnóstico concreto y o tienes dudas médicas específicas, la mejor opción será que recurras a un profesional sanitario que estudie el caso y te recomiende la solución o tratamiento más adecuado. ¡Gracias por leernos y buen fin de semana!
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes las maldita dermatóloga Inés Escandell y la médica Arancha Santos.
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Primera fecha de publicación: 14/08/2020.