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MALDITA CIENCIA

Qué dice la ciencia sobre la vuelta al cole, en diez preguntas

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Este reportaje escrito por Mónica G. Salomone se publicó originalmente en Agencia Sinc el 19 de junio de 2020.

El curso ha acabado y aún no se sabe cómo empezará en septiembre. Un estudio basado en una encuesta a más de 5.000 docentes, encargado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción y el BBVA, relata la sensación de “abandono” de los profesores, que piden “instrucciones claras” y más recursos humanos y técnicos.

“Las recomendaciones sanitarias conducen al desdoble de grupos y, de facto, a bajar las ratios; pero esta bajada de ratios debe venir acompañada por un aumento de las plantillas”, concluye el informe. La gran mayoría de los encuestados apostaría por la enseñanza semipresencial, en grupos que asistieran bien todos los días en horas alternas —la preferencia de docentes de infantil y primaria—; o bien en días alternos.

Cualquiera que sea la opción que se escoja, el reto es monumental. Además de encajar los grupos, están los comedores, los gimnasios convertidos en aulas, las rutas de los autobuses, las entradas escalonadas, recreos por turnos… Y de fondo, el riesgo de contagio. “Hay un sinfín de pequeños detalles de los que nadie habla, pero es ahí donde se juega el que esto funcione o no”, dice el director de un colegio público madrileño que ya se ve resolviendo todo a finales de agosto.

¿Cómo abordar el desafío de la mejor manera posible? No hay una única respuesta: la vuelta al cole con coronavirus es un experimento en marcha en muchos países. Pero se pueden buscar pistas.

1. ¿Por qué deben volver al colegio, si aún hay riesgos?

En primer lugar, porque la desaparición del entorno escolar puede tener implicaciones dramáticas, sobre todo para los niños y niñas más vulnerables. “No hay evidencias suficientes para medir el efecto del cierre de escuelas sobre el riesgo de contagio, pero en cambio están muy bien documentadas las consecuencias negativas sobre la seguridad, el bienestar y el aprendizaje de los niños”, dice un informe de Unicef.

Este y otros documentos, como un informe de la OECD sobre el impacto educativo del coronavirus en todo el mundo, instan a reactivar la actividad y recuerdan que no se puede eliminar todo riesgo.

Piensa igual Alfonso Gordaliza, matemático integrante del grupo de expertos del Ministerio de Ciencia que trabaja en un informe sobre la ‘vuelta al cole’: “El riesgo cero no existe”, recuerda.

Además los colegios no son el único foco posible de contagio en una sociedad ya desconfinada. Es más, algunos trabajos apuntan a que lo que ocurre en los colegios es menos importante que lo que pasa fuera.

Como recuerda la Academy of Royal Medical Colleges, que aglutina a las sociedades médicas del Reino Unido, “las medidas de prevención no empiezan y acaban en la puerta de la escuela”.

2. ¿Qué peso tiene el cierre de colegios en la contención de la epidemia?

La pregunta está en el aire desde el pasado marzo. El cierre de colegios ha mostrado efectividad en epidemias previas de gripe, en la que los niños son transmisores reconocidos. Pero podría no ser así ahora.

Un trabajo citado en informes de la OMS y de la Asociación Española de Pediatría (AEP), y publicado en Lancet Child and Adolescent Health, repasa una quincena de estudios y concluye que “no está claro que el cierre de los colegios haya sido efectivo en brotes de coronavirus (…) en los que la dinámica de transmisión parece ser distinta [a la de la gripe]”. Para los autores, “la evidencia a favor de medidas tan drásticas como el cierre de colegios es insegura”.

Otro trabajo analizó si, en el pasado, el cierre repentino de colegios realmente evitaba el contacto entre niños. Concluyó que “muchos niños seguían mezclándose con otros durante los periodos de cierre, a pesar de la recomendación de las autoridades de evitar el contacto social”.

3. ¿Qué riesgo hay para los niños en el colegio?

De lo menos malo de esta pandemia es su escasa gravedad en niños. La AEP afirma: “(…) ha quedado claro que los niños no son una población particularmente vulnerable a los efectos graves de la infección por COVID-19. Los casos de enfermedad pediátrica grave son altamente infrecuentes”.

La OMS y la Academy of Royal Medical Colleges coinciden. No consideran preocupante, por su muy baja incidencia, el síndrome inflamatorio observado en algunos niños potencialmente relacionado con la COVID-19.

“¿Cómo gestionamos las muertes de los niños en accidentes de tráfico?”, se pregunta Russell Viner, presidente de la Royal College of Paediatrics and Child Health: “Tomamos medidas para prevenirlas, pero no dejamos de conducir. El síndrome inflamatorio es mucho más raro que los accidentes de coche con niños. No debería impedir a los padres mandar a los niños al colegio”.

4. ¿Cuál es el riesgo para la salud de los demás?

La evidencia sobre el papel de los niños en la transmisión de la enfermedad es “poco clara”, dice la OMS. Los escasos brotes relacionados con instituciones educativas “parecen estar relacionados con acontecimientos sociales” de la vida escolar y universitaria, y no con la actividad normal en las aulas; y su origen se ha asociado a adultos.

Son datos que casan bien con los estudios sobre la infección en hogares: en la gripe los niños son muy frecuentemente el primer enfermo de la familia, pero no en la COVID-19. De hecho, una revisión de la literatura no encuentra casos documentados de niños de menos de 10 años como contagiadores.

Sin embargo, hay una mancha en el horizonte. Un trabajo reciente del virólogo Christian Drosten, con un gran papel como asesor en su país durante la pandemia, concluye que no hay diferencia entre la carga viral en niños y en adultos, un dato en principio contrario a la idea de que los niños son menos transmisores que los adultos.

Por supuesto, no falta quien pone en duda que alta carga viral implique alta capacidad infectiva. En este punto simplemente faltan datos.

5. ¿Ha habido rebrotes por los colegios en otros países?

Bastantes países europeos han reabierto sus coles sin que se detecten rebrotes importantes por ahora. En Francia, donde se ha insistido mucho en volver a la enseñanza presencial para evitar dejar niños atrás, se registraron contagios que pudieron deberse a infecciones previas a la apertura, y se atajaron cerrando los colegios concretos.

Dinamarca y Noruega fueron los primeros países en reabrir, ya a mediados de abril. Alemania empezó pocas semanas después. En el Reino Unido el debate está siendo intenso; la reapertura es muy gradual y muchos niños no volverán hasta septiembre.

Tampoco se han registrado brotes importantes en colegios fuera de Europa. Una excepción reciente es Israel, donde han más de 15.000 personas han tenido que volver a confinarse.

6. ¿Qué medidas se están tomando?

Hay medidas comunes a muchos países: reabrir colegios solo cuando sea factible, identificar los contagios, buscar sus contactos y aislarlos; reducir el número de alumnos por clase; lavar las manos con gran frecuencia; ventilar mucho las aulas; dar clase en el exterior cuanto se pueda; evitar la mezcla de grupos distintos de alumnos, escalonando entradas y salidas, y los recreos. En cambio, varían las indicaciones sobre el uso de mascarillas y sobre el respeto estricto de la distancia.

En Alemania el máximo son 15 alumnos: se dividen los grupos, y si no hay sitio o profesores las clases presenciales pueden ser en días alternos. En general los alumnos deben mantener más de un metro de distancia y llevar mascarilla si no es posible, pero no en clase. No hay comedor.

En Francia, donde se ha incorporado solo parte del alumnado y no de manera obligatoria, también hay que respetar un metro de separación . Los adultos deben ir con mascarilla si no hay distancia y los alumnos desde secundaria; a los de primaria se les desaconseja y en infantil se prohíbe.

En Dinamarca no hay mascarillas. Los más pequeños forman grupos de pocos alumnos que no mantienen las distancias entre sí, pero no se mezclan con los demás, tampoco en el patio ni al comer.

7. ¿En qué evidencias se han basado?

Es difícil encontrar análisis específicos sobre medidas en colegios, más allá de las recomendaciones generales de higiene y distancia social; y algunas pautas para la reapertura de espacios públicos, lugares de trabajo y escuelas, como la guía de los Centros para el Control de Enfermedades de EE UU. Falta más información sobre contagios en interiores.

El experto en modelos epidemiológicos José Javier Ramasco, del Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (UIB-CSIC), explica a SINC que no es fácil modelizar con fiabilidad, por ejemplo, la dispersión de las partículas virales en el aire de un espacio interior, como un aula, porque hay demasiadas variables.

Pero algunos países han hecho pública la información sobre la que han basado sus decisiones. En Alemania, la Academia Nacional de Ciencia Leopoldina recomendó en un amplio informe en abril abrir “lo antes posible” los colegios, porque “el aprendizaje en casa es menos efectivo”, y para frenar el aumento en la desigualdad.

En Reino Unido dos grupos han publicado sendos trabajos. El SAGE (Scientific Advisory Group for Emergencies), que asesora al Gobierno, cuenta con expertos en simulación que a finales de abril compararon el impacto sobre la pandemia de distintos escenarios de reapertura de coles. El trabajo, que reconoce una alta incertidumbre, se decanta por dividir las clases en grupos que asisten en semanas alternas. Varios expertos han subrayado otra de sus conclusiones: que “la adherencia al resto de medidas de prevención en la sociedad” tiene más efecto sobre la pandemia que cualquier opción de apertura.

Otro grupo, el Independent SAGE, recomendó retrasar la apertura por considerar insuficiente el sistema de rastreo de contactos disponible. 

8. ¿Cómo se organizan los nuevos horarios, espacios, grupos…?

“El problema de organizar los horarios, el uso de los espacios, los turnos… es enorme”, afirma Begoña Vitorino, integrante del Comité Español de Matemáticas y experta en investigación operativa, un área que se ocupa justamente de buscar soluciones óptimas a problemas complejos en que los recursos son limitados.

La complejidad aumenta, en su opinión, porque las soluciones deben ser a medida para cada centro: “Las autoridades deben dar pautas, como si se prima la educación presencial, el número máximo de alumnos por grupo o la distancia mínima entre pupitres, pero luego hay que ver cómo aplicarlas a cada caso; solo así se podrá estimar los recursos adicionales necesarios, y usarlos eficazmente”.

Vitorino, que ha aplicado su área de conocimiento a muchos proyectos de cooperación al desarrollo, cree que en el proceso de adaptación los responsables de cada centro deberían contar con el apoyo de expertos. Y asegura que el tiempo va en contra: “Para abrir en septiembre cada colegio e instituto tenía que estar haciendo su análisis ya”.

9. ¿Con qué grado de detalle debería planificarse la vuelta?

El ministerio de Educación anunció recientemente un acuerdo con las administraciones autonómicas sobre medidas para el próximo curso, donde se prima la enseñanza presencial pero se concreta poco.

En otro documento, elaborado con el ministerio de Sanidad y que Madrid y otras comunidades no han aceptado, se proponen medidas como que hasta 4º curso de Primaria “se podrán establecer grupos estables de alumnado, idealmente con 15 alumnos/as (máximo 20), que pueden socializar sin mantener la distancia interpersonal de forma estricta”, se informa en una nota de prensa. Los mayores, y en las demás etapas formativas, mantendrán 1,5 metros de distancia o llevarán mascarilla.

Para expertos en gestión y planificación de la Universidad de Granada, esas pautas son insuficientes. “Han dado indicaciones genéricas y ahora piden a los centros que hagan planes concretos sin decirles con qué recursos contarán. No es un verdadero plan”, dice a SINC Alberto Aragón, catedrático de Organización de Empresas.

Pone un ejemplo: ¿Hay que cerrar todo el centro si un alumno o un docente se contagian? No es una decisión que se pueda dejar a cada colegio”.

10. ¿Cómo se podrá saber más?

Varios países, como Alemania, el Reino Unido y Noruega han anunciado la puesta en marcha de estudios específicos sobre el efecto de la reapertura de los coles.  

En Reino Unido se estudiará las próximas semanas la prevalencia de la COVID-19 en un centenar de colegios, haciendo pruebas a unos 200 profesores y alumnos en cada uno. En Noruega estudiarán colegios que han abierto completamente frente a los que lo han hecho solo parcialmente, y compararán el efecto de ambas situaciones sobre el avance de la pandemia en la región.

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