¿Quién no ha escuchado alguna vez en la vida hablar de algunas de las (supuestas) fantásticas propiedades de la miel? Junto con la de ser beneficiosa para la tos o el dolor de garganta, una de las propiedades más repetidas de este manjar dulzón es la de ser un “antibiótico natural” aplicable sobre heridas en la piel. ¿Qué hay de cierto en esta afirmación?
Para empezar, aún no está demostrado que este producto tenga propiedades preventivas sobre procesos respiratorios, como los catarros. De momento, como explica la dietista nutricionista y tecnóloga de los alimentos Beatriz Robles, lo “que nos dice la evidencia científica más reciente (revisiónes Cochrane, una de las fuentes más sólidas de evidencia científica) es que puede tener un efecto ligeramente superior al del placebo para aliviar la tos infantil”.
Tampoco está claro que sirva como antibiótico para la cura de heridas y lesiones en la piel. Según otra revisión de Cochrane de 2015, “la calidad de la evidencia es baja o muy baja al tratar de establecer conclusiones sobre su uso tópico”, como explica Robles.
Sin embargo, la bióloga e investigadora del Departamento de Ciencia e Innovación Tecnológica de la Universidad del Piemonte Orientale en Italia, Simona Martinotti, que lleva años estudiando precisamente la miel y el propóleo, explica que sí es cierto que la miel posee algunas propiedades antibióticas, es decir que, en las condiciones adecuadas, puede impedir el crecimiento de microorganismos, como explica junto con otros investigadores en esta revisión del año 2019 en la revista Current Medicinal Chemistry.
“Las altas concentraciones de azúcares (alrededor del 80%), combinadas con menos de 1% de agua provocan un estrés osmótico, es decir un gran desequilibrio entre las concentraciones de azúcares dentro y fuera de una célula, lo que hace implosionar la célula e impide el crecimiento de microorganismos. Además, se sabe desde los años 60 que la miel también contiene peróxido de hidrógeno (conocido como agua oxigenada), un compuesto antibacteriano, generado por la oxidación de la glucosa por la acción de una enzima llamada glucosa oxidasa”, explica.
Sin embargo, ojo: el maldito Luís Pastor, médico de familia y experto en medicina deportiva y nutrición que nos presta sus superpoderes, explica que aunque “hace muchos años se ha llegado a utilizar la miel para tratar quemaduras, heridas y úlceras mediante su aplicación tópica, esto no significa que cualquier persona pueda usarla para tratarse una infección. No hablamos de la miel que cualquiera puede comprar en la tienda, sino de un producto purificado y preparado para uso médico”. Y advierte: “A través de la miel, por ejemplo, puede transmitirse el botulismo (una enfermedad causada por una toxina) si no se prepara adecuadamente.”
En este artículo han colaborado con sus superpoderes el maldito Luís Pastor, médico de familia y experto en medicina deportiva y nutrición.
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