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MALDITA CIENCIA

¿Qué sabemos sobre el estudio que relaciona el consumo de agua del grifo con el cáncer de vejiga? La investigación existe pero se basa en una estimación teórica de la presencia de trihalometanos en el agua, no en la evaluación de casos reales

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Durante los últimos días y a raíz de los alarmantes titulares de diferentes medios de comunicación, muchos de vosotros nos habéis preguntado por la supuesta relación entre los tumores de vejiga y un contaminante del agua potable, los trihalometanos. En concreto, si es cierto que son la causa del 5% de estos tipos de cáncer.

El origen del tema es este estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y publicado hace tan solo unos días en la revista Environmental Health Perspectives. Sin embargo, se trata de una "estimación teórica, utilizando datos de monitorización que cubren el 75% de la población en 26 países de la Unión Europea", no realiza una evaluación de los casos reales.

Lo primero que hay que aclarar es que existe un límite máximo permitido en relación a la concentración de trihalometanos en el agua del grifo (100 microgramos por litro) y que, en España, no solo no se supera, sino que queda lejos de esa cifra (28,8 microgramos por litro), como explica aquí el dietista-nutricionsita Julio Basulto.

¿De dónde proceden los trihalometanos del agua del grifo?

Para que el agua que llega a nuestro grifo sea potable y no suponga un potencial peligro para nuestra salud debe tratarse y pasar por un proceso de desinfección. "En España, lo más utilizado es la desinfección con cloro [...], un compuesto que es tóxico a partir de ciertas dosis (recuerda que de lo que se trata es de matar patógenos y eso no se hace con abrazos)", explica en este hilo de Twitter Miguel Ángel Lurueña, tecnólogo de los alimentos.

Los contaminantes protagonistas de estos polémicos titulares, los trihalometanos (cloroformo, bromodiclorometano, dibromoclorometano y bromoformo), se originan por la reacción del cloro con la materia orgánica presente en el agua y su proporción depende tanto de la cantidad de estas como la concentración de los bromuros del agua, el pH y la temperatura.

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La intención del estudio al que se está haciendo referencia ha sido valorar la carga de tumores de vejiga atribuible a los trihalometanos en Europa, dada la posible carcinogenicidad de estos contaminantes (puedes comprobarlo en esta tabla del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer).

Sin embargo, como decimos los investigadores no han evaluado casos reales en los que los trihalometanos hayan sido el origen de este tipo de cáncer, sino que se basan en una estimación teórica. En concreto, han tenido en cuenta estudios de casos y controles, unos de los tipos de investigaciones que menor nivel de evidencia científica presentan (como muestra esta tabla del Oxford Centre for Evidence-Based Medicine que facilita Basulto, ocupan las últimas posiciones en la jerarquía de evidencias). Por lo tanto, "no estamos ante una prueba robusta, que justifique una alarma social o que nos obligue a enviar mensajes de alerta a la población", indica el dietista-nutricionista.

Además, según Lurueña se da por hecho que los trihalometanos causan cáncer de vejiga cuando, por el momento, no está comprobado:

https://twitter.com/gominolasdpetro/status/1217634300620832768

"Esto no significa que haya que desechar el estudio (es cierto que estos son potencialmente perjudiciales [habrá que ver cuánto] y que hay que reducir su presencia en el agua)", continúa el hilo de Lurueña. "Lo que significa es que hay que considerar esas cuestiones a la hora de interpretarlo", añade.

¿Cuál es el grado de evidencia del estudio del ISGlobal?

Para mostrar el grado de evidencia del que disfruta el estudio en el que se basan los titulares mencionados, Basulto proporciona unas claves que todo estudio observacional debe cumplir para considerarse de tipo causal: los criterios de Bradford-Hill. Estos requieren que un estudio cumpla tres condiciones.

En primer lugar, que disponga de una plausibilidad biológica clara. En este caso y como explica el experto, el criterio se cumpliría si conociésemos a la perfección el mecanismo de acción por el que los trihalometanos, a las dosis consumidas en España, produjesen cáncer de vejiga. Pero son los propios investigadores los que señalan que "todavía existen algunas incertidumbres en esta asociación".

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Por otro lado, que la relación muestre un gradiente dosis-respuesta. En nuestro caso, supondría que un mayor consumo de agua del grifo española acarreara un mayor riesgo de cáncer de vejiga. "No obstante, en este nuevo estudio se indica lo siguiente que 'la precisión de la relación exposición-respuesta disminuye a niveles de exposición más altos'", vuelve a resaltar Basulto.

Por último, es necesario que exista homogeneidad entre numerosos estudios centrados en el tema. "Pero en el estudio del ISGlobal leemos que 'hay pocos estudios de cohortes grandes que hayan evaluado prospectivamente la asociación [de los trihalometanos] con el cáncer de vejiga para concluir inequívocamente una asociación causal'", concluye el distista-nutricionista.

Gemma del Caño, experta en seguridad alimentaria, también proporciona varias claves sobre el tema en su Twitter y añade algunos consejos caseros para reducir el nivel de los contaminantes mencionados aprovechando que estos se evaporan, por ejemplo, rellenando botellas de cristal de agua y dejando esta reposar antes de beberla.

https://twitter.com/farmagemma/status/1217562574293815303
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