A estas alturas del año, bien entrada la primavera y disfrutando (o sufriendo) días cada vez más calurosos, parece que a algunos de vosotros os ha extrañado el mismo fenómeno: gente que hace ejercicio abrigada a pesar de las altas temperaturas, que se abrocha hasta arriba la sudadera y remata el conjunto deportivo incluso con gorros de lana. Su argumento es que, “si sudas más, pierdes más peso".
Nos habéis preguntado si esto es cierto y aquí tenéis la respuesta: no. Asfixiarse bajo capas y capas de ropa no hará más efectivo el esfuerzo por bajar de peso, ya que sudar no tiene por qué estar relacionado con la pérdida de grasa corporal, que es lo que buscamos bajar al adelgazar. Al fin y al cabo, el sudor es agua, por lo que al rehidratarnos tras la actividad física, recuperaremos todos esos gramos de líquido perdidos.
“El sudor y la pérdida de peso son sistemas diferentes. Sudamos porque nuestro cerebro detecta que hay un cambio de temperatura, pero no solo porque tu organismo esté trabajando: también sucederá, por ejemplo, si hace calor, si comes algo picante o si estás en una sauna“, explica a Maldita Ciencia Luis Javier Chirosa, profesor en el departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada.
Para funcionar correctamente, nuestros músculos convierten compuestos orgánicos, como la grasa, los carbohidratos y las proteínas, en energía a través de un proceso químico que a su vez genera calor. Al hacer ejercicio e intensificar su actividad, los músculos necesitan más combustible para dar la talla, por lo que aumentan las transformaciones químicas y con ello el calor desprendido. Esto consigue que todo nuestro cuerpo se caliente.
La función del sudor es regular la temperatura corporal. Al hacer deporte, este será el encargado de contrarrestar los grados de más derivados del trabajo muscular a través de su evaporación desde la piel. Sin embargo, la actividad física no es imprescindible para romper a sudar: también lo hacemos cuando el cuerpo se calienta debido a factores externos, como el calor en un día de verano o las capas de ropa, algo completamente independiente de los procesos químicos de nuestro cuerpo.
Al abrigarnos de más al entrenar, estamos confundiendo ambos factores. Es cierto que nuestros músculos están trabajando (lo que realmente podrá quemar grasa), pero sudamos más por la chaqueta o el gorro extra, no porque el ejercicio esté siendo más intenso y/o efectivo. “La gente lo confunde, por eso se abriga al hacer deporte. Pero esto puede suponer incluso un riesgo”, explica Chirosa. “Sudar sin reponer líquidos puede dar lugar a problemas de deshidratación, más o menos graves en función de la cantidad de líquido perdida”.
“Pero si me peso después de sudar, la báscula marca menos“. Vale, sí. Esta diferencia se debe al peso del líquido que hayamos eliminado a través de la sudoración, ese mismo que luego recuperaremos al beber agua para rehidratarnos. “Un entrenamiento eficaz dependerá de la intensidad y la carga, es decir, de si producimos un desgaste que el organismo luego tenga que reponer, no de las capas que lleves encima”, concluye Chirosa.