Nos van a dar las uvas, literalmente, y algunos de vosotros queréis saber si las pepitas de esta fruta pueden ser un peligro de cara a atragantamientos y asfixias. No hemos encontrado evidencias de que estas semillas puedan ser un peligro para la población en general, pero sí pueden serlo las uvas enteras, sobre todo para los mayores y los más pequeños.
"El problema es la uva, no la pepita", explica a Maldita Ciencia el pediatra Alberto García Salido. Según la Sociedad Española de Otorrinolaringogía y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL CCC), uno de los grupos más susceptibles de sufrir una crisis de sofocación y atragantamiento, además de las personas mayores, son los niños "por su tendencia a llevarse a la boca cualquier objeto o alimento que les llame la atención y porque sus vías respiratorias y tubo digestivo no están completamente desarrollados".
De hecho, según este estudio publicado en la revista Nurs Child Young People en 2017, las uvas consumidas enteras (con piel y con pepitas) son la tercera causa de asfixia relacionada con la comida en menores de cinco años.
"Las pepitas, si pasan al pulmón, podrían producir tos y neumonías de repetición por cuerpo extraño (a veces vemos con fibrobroncoscopio pipas), pero no creo que, al ser tan pequeñas, obstruyan de forma completa la vía aérea", comenta Salido. "Las uvas, en cambio, se 'pegan' y a eso se añaden las secreciones. Son cuerpos extraños que resultan difíciles de mover al 'anclarse' de ese modo a la tráquea", añade, evidenciando el verdadero riesgo: el fruto entero frente a la semilla.
Salido incluye las uvas como uno de los ocho puntos que debemos tener en cuenta estas navidades en relación con los más pequeños de la casa (junto con los petardos, el alcohol o los caramelos). Según este hilo que ha publicado en Twitter, lo recomendable es que los menores de cinco años las eviten en las campanadas y, que si las toman, sean cortadas por la mitad.
La Asociación Española de Pediatría (AEPED) recomienda no dar pipas o semillas (sin especificar tampoco tipo concreto) a menores de cuatro años. Sin embargo, de nuevo lo orienta hacia el riesgo de aspiración (no asfixia) e infección posterior por presencia de cuerpo extraño en la vía aérea.
"Si estas recomendaciones se aplican a niños, cuyas habilidades deglutorias todavía son algo inmaduras, también se pueden aplicar a personas adultas portadoras de alguna condición que dificulte la normal deglución", explica a Maldita Ciencia el equipo de residentes de Medicina Familiar y Comunitaria del Área Sanitaria Norte de Córdoba. "De esta manera tal vez fuera cauto aplicar similares recomendaciones en pacientes con disfagia (problemas para tragar) de una u otra causa, o que tengan especial riesgo de realizar aspiraciones (demencias avanzadas, secuelas de accidentes cerebrales u otra causa neurológica relacionada)", añaden.