¡Buenos días, malditas y malditos! Y bienvenidos al consultorio científico más navideño de Maldita Ciencia. Aprovechando estas fechas, hoy contestamos las preguntas más festivas que nos habéis hecho, en relación al champán, los camellos, la estrella de Oriente y las cabezas de las gambas en el caldo. ¡Aprovecha estos días para plantearnos todas las consultas científicas en relación a la Navidad que tengas! ¿Que cómo? ¡Como siempre! A través de nuestro número de WhatsApp (655 19 85 38), nuestro correo ([email protected]) y redes sociales (tanto Twitter como Facebook).
¿Las jorobas de los camellos almacenan agua?
Decimos "las jorobas", en plural, porque es el camello quien tiene dos, frente a la única del dromedario: cuestión típica de Trivial ante la que seguro has dudado en alguna ocasión. Nos habéis preguntado por esta parte del animal y si realmente funciona como almacén de agua, de cara a evitar la deshidratación durante las largas jornadas de caminata por el desierto. La respuesta es no: las jorobas de los camellos no son una reserva de agua, sino de grasa.
Tanto camellos como dromedarios están adaptados para sobrevivir en condiciones climáticas de temperaturas extremas, tanto de calor, como de frío. Por eso presentan particularidades biológicas y fisiológicas que les permiten vivir en lugares en los que alimentarse e hidratarse se vuelve una ardua tarea.
"En contra de la creencia popular, la joroba no almacena agua, sino grasa; es decir, se trata de tejido graso o adiposo", explica a Maldita Ciencia Pablo Acebes, investigador del grupo de Especialistas en Camélidos Sudamericanos de la Comisión de Supervivencia de Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. "Estas permiten a los animales tener el suficiente alimento durante varios días de viaje", añade Jaime Góngora, profesor en la facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Sídney (Australia).
De esta manera, la energía se reserva para momentos en los que no hay nutrientes disponibles. "Esta puede utilizarse en lugar de agua y comida", explica este artículo de Animal Diversity Web, una base de datos online sobre especies animales de la Universidad de Míchigan (EEUU).
"Las jorobas pueden llegar a pesar 30 kg. Cuando los camellos están un tiempo sin alimentarse, estas disminuyen e incluso llegan a caerse", afirma Acebes. De hecho, si vemos que están pequeñas, flácidas y ladeadas es porque el camello está 'tirando de reservas'. "Es decir, está obteniendo energía de la trasformación de ese tejido graso porque lleva días sin alimentarse", añade el experto. Gracias a ellas, son capaces de sobrevivir incluso dos semanas sin comer o beber. Además, al mantener la grasa localizada en esta zona, deja el resto del cuerpo libre de ella, lo que facilita la disipación de calor.
Otras de las adaptaciones de estos animales a los entornos áridos es la presencia de un grueso pelaje, que les protege de la insolación. También es otro de ejemplo de su adecuación a las condiciones adversas la reducción de las pérdidas de agua, ya que sudan poco y prácticamente no jadean y la producción de orina escasa y muy concentrada. Además, tienen la capacidad de ingerir grandes volúmenes de agua en muy poco tiempo (más de 100 litros en pocos minutos), para aprovechar las ocasiones en la que esta está disponible de cara a un periodo de escasez.
¿Qué ocurre con ese agua, si hemos dicho que no se almacena en las jorobas? La respuesta está en su sistema circulatorio. "Los camellos son capaces de acumular grandes cantidades de agua en su sangre o torrente sanguíneo. Son como esponjas", indica Acebes.
Los glóbulos rojos de los camellos son ovalados, no en forma de disco. "La forma elíptica les permite fluir y penetrar en los más recónditos capilares, incluso en situaciones de alta deshidratación", explica en este artículo Juan Pascual, veterinario y divulgador.
¿Es recomendable utilizar las cabezas de las gambas para hacer caldo teniendo en cuenta las recomendaciones de la AESAN?
Seguro que esta semana te has enterado a través de distintos medios de comunicación de las recomendaciones que desde 2011 propone la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) sobre el consumo de las cabezas de gambas y langostinos (y el interior del caparazón de los crustáceos) en relación al cadmio. En Maldita Ciencia te lo hemos explicado aquí.
A raíz de ello, nos habéis preguntado por el fumet, el caldo de pescado en el que se utilizan estos restos, y si también es recomendable controlar su consumo, dada la cantidad del metal que contienen estos "ingredientes", en comparación con otras partes de los crustáceos (la carne blanca). La respuesta es que no es recomendable: aunque el riesgo es menor, el fumet o caldo hecho a base de estas sobras también es una fuente de exposición al cadmio.
"La recomendación (de la AESAN) indica 'limitar en la medida de lo posible el consumo de carne oscura', no hace más especificaciones", explica a Maldita Ciencia Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y dietista-nutricionista, quien añade que, en principio, debemos evitar su consumo en cualquier forma.
"Dicho esto, en el fumet la concentración de cadmio va a ser muy inferior a la que habría en la cabeza, ya que estamos utilizando pocas piezas para un volumen de agua variable del que, al final, consumimos solo una parte. Es muy distinto que chupar cuatro cabezas de una sentada", especifica Robles. "Además, la solubilidad del cadmio en agua varía según la forma en que se encuentre", añade.
Recordamos que, en una prueba llevada a cabo durante 2009 y 2010 por la Comisión Europea, se puso de manifiesto que los niveles encontrados en la carne del interior del caparazón de los crustáceos eran altos y muy variables. "Por término medio, el contenido de cadmio en esta carne era de 8 miligramos por kilo, frente a los 0,08 encontrados en la carne blanca", explica la AESAN en este artículo.
El contenido final de este metal que se obtendría al mezclar las partes comestibles, tanto de los apéndices (carne blanca) como de la cabeza (carne marrón), sería de 2,3 miligramos por kilo de media, lo que supone unas 30 veces el contenido de los apéndices.
En definitiva, y volviendo al fumet, según concluye Robles, el riesgo es menor que el de chuperretear directamente cabezas de gambas y langostinos o el de comer el interior de los caparazones de los crustáceos pero, desde luego, será una fuente de exposición al metal. Si quieres saber más sobre el tema, puedes echar un vistazo a este artículo de Robles.
¿Sirve de algo colocar una cucharilla del revés en las botellas de champán para evitar que pierdan el gas?
Otra de las consultas navideñas que nos habéis hecho estos días es si es cierto que meter una cucharilla al revés en las botellas de cava o champán podría ayudarnos a mantener el gas de su interior. Por muchas veces que lo hayas hecho o visto hacer, la ciencia tiene algo que decir al respecto: que ningún cubierto va a impedir el contenido de estas se quede sin gas. Para conseguirlo, es necesario un tapón hermético y mantenerla en frío.
Según opina Richard Zare, químico de la Universidad Stanford (EEUU), en este artículo de la revista Scientific American, esto es un mito. De hecho, Zare llevó a cabo un experimento en el que se descorcharon 26 botellas y se preservaron de distintas maneras (algunas con cucharillas y otras sin ellas). Después, los investigadores las probaron y puntuaron a ciegas, sin detectar ninguna diferencia entre ambos grupos.
Los mismos resultados consiguieron los científicos del Centro Interprofesional de Vinos de Champaña (Francia): descorcharon y vaciaron parcialmente varias botellas de champán, manteniéndolas después abiertas utilizando distintos métodos (algunas no las taparon, a otras les colocaron cucharas de diferentes metales, a un tercer grupo las taparon con el tapón original y, a las últimas, con uno hermético). ¿Conclusión? Según se puede leer en el libro Gastronomía Molecular, del físico-químico francés Hervé This, solo los dos últimos grupos (tapadas con tapones) mantuvieron el gas en su interior.
Si preguntamos al sector empresarial dedicado a estas bebidas, el único método que garantizará que el contenido de la botella no pierda el gas, según explican fuentes de Freixenet a Maldita Ciencia, será utilizar un tapón hermético. También ayudará mantenerla a baja temperatura.
¿Existió la estrella de Belén?
Otro clásico de las navidades es si realmente existió una brillante estrella de repentina aparición que guió a tres sabios "magos" de Oriente hacia el portal donde un niño acababa de nacer. La única referencia a este supuesto fenómeno astronómico la encontramos en algún que otro versículo de la Biblia. Teniendo esto en cuenta, ¿podría la ciencia explicar este suceso celestial?
"Si nos ceñimos a la explicación que aparece en el evangelio de Mateo, no, porque se dice que 'la estrella se movió ante los Reyes Magos, hasta que se colocó sobre el lugar en el que se encontraba el niño'. No hay ningún objeto conocido que pueda comportarse así, y por tanto, al menos con la descripción literal, no habría nada que se pudiese hacer", explica a Maldita Ciencia Álex Riveiro, experto en astronomía y divulgador científico.
"Pero Mateo no vivió la Natividad en primera persona, así que es posible que simplemente se tomase una licencia artística. En ese caso, hay algún fenómeno que podría encajar, pero ninguno de forma perfecta", puntualiza.
Para investigar sobre los posibles fenómenos astronómicos con los que esta estrella tan especial podría corresponderse, la ciencia echa mano de distintas técnicas. "Tenemos dos herramientas que nos pueden ayudar", explica en este vídeo Javier Santaolalla, ingeniero, doctor en Física de partículas y divulgador. "Una son los escritos de la época y, la segunda, el software de reconstrucción", indica.
El físico continúa explicando que, dado que los astros siguen las leyes de Newton, podemos dar marcha atrás con mucha precisión y colocar el cielo tal y como estaba en el momento en el que más interesante se habría puesto el panorama en el portal de Belén (o, al menos, en el intervalo en el que las investigaciones sugieren que podría haber nacido Jesús, entre los años 7 y 4 a.C.).
En un primer momento, se pensó que podría haber sido una estrella fugaz, pero su duración en el firmamento fue demasiado breve. Además, estas eran algo con lo que cualquier persona que observase el firmamento en aquella época estaría plenamente familiarizada. "Los tres Reyes Magos, que además eran astrólogos, no le habrían dado un significado especial. Por lo menos no como para lanzarse a vagar por el desierto (¿por qué esa estrella fugaz y no otra?)", plantea Riveiro.
Para proponer candidatos válidos que pudiesen demostrar la existencia del fenómeno, según Santaolalla, necesitamos hechos extraordinarios, sucesos que pudieran haber roto la armonía celeste de ese momento, como cometas o supernovas. "Hay algunos que podrían encajar, pero solo parcialmente", afirma Riveiro.
Al rebobinar en el tiempo, no se han encontrado ejemplos de cometas o supernovas durante las fechas indicadas. "Estas posibilidades se han descartado porque las crónicas contemporáneas chinas y coreanas no mencionan eventos tan singulares en la época adecuada, cuando son prólijas en la descripción de este tipo de eventos", explica a Maldita Ciencia Juan Antonio Belmonte, investigador del Instituto Astrofísico de Canarias.
La última opción, según Riveiro y Santaolalla, es que quizá se tratase de una conjunción de Júpiter, Saturno y Marte sobre la constelación de Piscis, entre los años 7 y 5 a.C. El punto a favor es que, para los astrólogos, estas tenían un importante significado y que, según algunas interpretaciones astrológicas, el Mesías aparecería en una conjunción de Júpiter y Saturno sobre Piscis.
"Además, fue un suceso de especial claridad en la región del Mediterráneo, y, por si fuera poco, sería visible mirando en dirección sur, justo la que va de Jerusalén a Belén, lo que podría marcar el camino de los Reyes Magos de Oriente", indica Santaolalla.
Aunque este podría ser el origen de la leyenda de la estrella de Belén, tenemos muy pocos datos para confirmarlo. Belmonte coincide: "Nadie, aparte de Mateo, menciona este evento y la forma en que lo describe (guía en el camino de ida, parada sobre el portal de Belén y guía a la vuelta), es físicamente inviable".
"No me atrevería a decir que estas explicaciones se consideren seriamente: no está claro que la estrella de Belén sucediese realmente", opina Riveiro. Si realmente fue así, añade, ninguno de los fenómenos encajaría con la descripción original. "Si entendemos que es una licencia artística, los registros astronómicos que han llegado hasta nuestro día no apuntan a ningún fenómeno obvio que pudiese encajar", resalta.
"En cualquier caso, sigue siendo la hipótesis más plausible", indica Santaolalla. Si quieres saber más sobre esta y otras teorías acerca de la estrella de Belén, puedes echar un vistazo a este artículo de Snopes.
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