Nos habéis preguntado por una cadena de WhatsApp que está circulando masivamente en la que se pide guardar los huesos y semillas de melocotones, ciruelas, cerezas y similares que nos comamos y que las lancemos en el montecuando vayamos o pasemos en coche durante un viaje. “Si con este simple acto podemos contribuir con un solo árbol, nuestra misión de convertir este mundo en un lugar verde habrá tenido éxito”, se lee en este mensaje.
Hemos consultado con Elena Zuriaga, investigadora en mejora de cultivos frutales del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, que nos ha señalado el poco sentido científico que tiene este mensaje porque estos frutales serían incapaces de salir adelante en un entorno silvestre: “Las especies cultivadas han ido seleccionándose durante años para vivir en condiciones modificadas por el hombre, con altos requerimientos de cuidados”.
Debido a lo difícil, casi imposible, que lo tendría una semilla de albaricoque o de cereza para terminar dando como resultado un albaricoquero o cerezo en pleno bosque, no parece haber motivos para temer que se conviertan en una especie invasora, que son esas especies introducidas por el ser humano en hábitats ajenos y acaban haciéndose con el espacio y el alimento hasta desplazar irremediablemente a las especies locales. Pero “puede que sin quererlo estemos diseminando enfermedades", señala Zuriaga.
Así que si bien lo más probable es que lanzar semillas de fruta por el bosque no tenga ningún efecto positivo en forma de nuevos árboles, no se pueden descartar algunos efectos negativos. “Mejor hacer repoblaciones controladas y con sentido si queremos plantar arbolitos en el monte. Y si lo que queremos es tener un albaricoque, pues un huertecito y listo”, concluye la investigadora.