Esta semana nos habéis preguntado si darse una ducha cambiando la temperatura del agua de fría a caliente, de forma intermitente, es beneficioso tras una sesión de ejercicio físico. Lo cierto es que no hay una respuesta clara: el agua, a diferentes temperaturas, repercute de manera diferente en nuestro cuerpo. Sin embargo, no hay evidencias de que, objetivamente, repare tendones o músculos.
"Actualmente se conocen los beneficios del calor y del frío como métodos eficaces para la recuperación necesaria tras realizar un ejercicio físico", explica a Maldita Ciencia Adela Emilia Gómez Ayala, farmacéutica. "Sin embargo, al comparar los baños de contraste con distintas opciones de recuperación, no existen datos concluyentes ni estudios con la calidad metodológica necesaria para concluir de modo definitivo que estos sean más eficaces que otros métodos".
Ducharnos con agua fría tras una sesión de deporte, tiene un efecto vasoconstrictor. Esto quiere decir que hace que los vasos sanguíneos se hagan más estrechos y que así circule menos sangre a través de ellos, ayudando a disminuir la inflamación muscular y la temperatura corporal.
Si, progresivamente, giramos la manivela del grifo de nuestra ducha, haciendo que esta se caliente, obtendremos el efecto contrario al entrar esta en contacto con nuestro cuerpo, es lo que se conoce como vasodilatación. De esta forma, circulará más cantidad de sangre y se activará la reparación celular y disminución de los niveles de lactato sanguíneo.
Hay que tener en cuenta que la sensación de alivio es subjetiva, diferente para cada persona, por lo que es difícil evaluar los resultados reales de una ducha de estas características. Según este estudio, tanto el agua fría como el contraste de temperatura a través de la misma podrían ser beneficiosas para la percepción de la fatiga, pero no en la de dolor muscular. Esta otra investigación también sugiere que esta técnica no acelera la recuperación física tras hacer deporte.
"A la vista de los estudios que se tienen actualmente, caracterizados por una deficitaria calidad metodológica, sólo puede proponerse elegir aquella modalidad de recuperación que mejor se adapte a sus horarios, instalaciones y preferencias de la persona", propone Gómez. "Es evidente que se necesitan investigaciones de calidad superior, como para que los resultados sean fiables y pueda recomendarse una determinada modalidad de recuperación", concluye.