Por ahora no tenemos suficientes evidencias científicas para contestar esta pregunta, ¿puede la exposición a luz artificial de noche producir cáncer? Un estudio reciente liderado por ISGlobal ha encontrado una asociación entre personas expuestas a niveles más elevados de luz azul artificial y un incremento del riesgo de cáncer de mama y próstata.
Esta investigación ha contado con datos médicos y epidemiológicos de más de 4.000 personas. La información sobre la exposición a la luz artificial en el interior se recopiló mediante entrevistas personales. La información sobre la contaminación lumínica se extrajo a partir de imágenes nocturnas de Barcelona y Madrid tomadas desde la Estación Espacial Internacional. En los resultados obtenidos en estas ciudades se observó que los participantes expuestos a niveles más altos de luz azul tuvieron entre 1,5 y 2 veces más riesgo de sufrir cáncer de mama y de próstata, respectivamente.
En este artículo Ariadna García, investigadora postdoctoral en ISGlobal y una de las autoras de esta investigación, explica que el mecanismo fisiológico implicado podría ser la supresión de la producción de melatonina, una hormona que empezamos a producir de forma natural por la tarde y que alcanza su máximo durante la noche en condiciones de oscuridad.
La melatonina se encarga de sincronizar nuestro reloj biológico
y preparar a nuestro organismo para ir a dormir. El reloj biológico
regula la programación de nuestros ritmos circadianos, una serie de
respuestas fisiológicas que regulan diferentes funciones de nuestro organismo durante la noche, como la temperatura corporal, la presión sanguínea o la producción de hormonas.
Varios estudios han encontrado indicios de un impacto negativo en nuestra salud en el trabajo que incluye turnos nocturnos que alteran los ritmos circadianos. Desde 2007 la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC), de la Organización Mundial de la Salud (OMS), considera este tipo de trabajos probable carcinógeno. En un estudio de 2001 se encontró una asociación entre estos turnos y riesgo de cáncer de mama. En otra investigación de 2015 se observó con cáncer de próstata.
En un estudio de 2015 con ratones que alteraba los patrones de luz-oscuridad a los que estaban expuestos, se encontró evidencias de un mayor riesgo de tumores de mama por esta exposición.También se ha estudiado en ratas que el crecimiento de tumores de mama inducidos era mayor cuando los animales se exponían a contaminación lumínica durante la noche.
¿Por qué decimos entonces que no hay suficientes evidencias científicas? Es un tema complejo y en humanos solo disponemos de estudios epidemiológicos que pueden indicar asociación, no causalidad (recuerda que siempre te lo decimos: correlación no implica causalidad). García concluye en su artículo que "es una cuestión sobre la que la evidencia científica disponible todavía no es concluyente, pero que habrá que seguir investigando y abordar con precaución".
Por su parte Alejandro Sánchez,
investigador postdoctoral de la Universidad de Exeter (Reino Unido) que
también ha participado en el estudio liderado por ISGlobal, explica a Maldita Ciencia: "No hay pruebas concluyentes porque solo tenemos evidencias epidemiológicas,
ya que no tenemos información de la dosis-respuesta de una exposición
crónica, que puede ser inocua a corto plazo pero dañina a largo, aunque tenemos cuatro estudios que apuntan en la misma dirección".
"Conocemos el mecanismo fisiológico por el que podría haber este impacto en la salud, pero no tenemos aún datos experimentales que lo confirmen", añade. En su opinión, "sería importante aplicar el principio de precaución hasta que sepamos lo que hay. En el caso de la iluminación urbana es absurdo no hacerlo porque no hay ningún problema para aplicarlo y sí otros beneficios independientes de la protección a la salud".