Entre el chascarrillo y el estudio científico, hace años que leemos periódicamente titulares sobre los supuestos beneficios que tiene el semen sobre la salud, curiosamente casi siempre para las mujeres, ya sea al entrar en contacto con él por vía vaginal como al tragarlo.
Pero lo cierto es que de la mayoría de estos supuestos beneficios no hay evidencias y otros están basados en artículos científicos incompletos, limitados y mal planteados que no dicen exactamente lo que los titulares de los medios aseguran que dicen. Estos son algunos de esos supuestos beneficios y los que la ciencia sabe realmente sobre ellos.
El semen ayuda a evitar la depresión
Es uno de los supuestos beneficios más comunes: que el contacto vía vaginal con el semen está relacionado con una menor frecuencia de síntomas de depresión en las mujeres.
El origen de este supuesto beneficio fue un estudio realizado en 2002 en el que se analizaban los síntomas de depresión que reflejaban 293 mujeres en relación con la frecuencia con la que mantenían relaciones sexuales y si utilizaban preservativos o no, asumiendo así el contacto con el semen por vía vaginal.
Los resultados supuestamente mostraron que las mujeres sexualmente más activas que no utilizaban preservativos mostraban menos síntomas de depresión que las que sí los utilizan. De esa aparente correlación, los investigadores extraían la conclusión de que el semen tiene propiedades antidepresivas.
Se trata de una investigación más que cuestionable por varios motivos. El primero es que la información sobre síntomas (no diagnósticos) de depresión y sobre la frecuencia y la protección sexual de las participantes provenía de cuestionarios anónimos, lo cual ya obliga a manejar los datos con cautela.
Pero es que además un estudio de este tipo puede servir, en el mejor de los casos, para detectar la correlación entre dos factores (contacto con semen y síntomas de depresión), pero no la relación causa-efecto entre ellos. Hay muchos factores añadidos (de salud física y mental, relaciones afectivas, factores familiares, ambientales o de otros tipos) que podrían influir en ambas variables. Por no hablar de que asumir que no usar preservativo es equivalente al contacto con el semen es dejar fuera una práctica anticonceptiva habitual (pero no recomendable) como es la marcha atrás.
A pesar de que el estudio se llevó a cabo hace ahora 17 años, ningún otro ha replicado o profundizado en sus resultados. Seguir repitiendo que el semen es antidepresivo basándose en esta investigación tremendamente defectuosa es un ejemplo de cómo se perpetúa un bulo científico.
El semen ayuda a reducir los abortos
Otro ejemplo de mala ciencia convertida en un titulares jugosos es lo que ha causado un reciente estudio que concluye que el sexo oral está asociado a un menor riesgo de abortos.
Los autores hicieron una serie de cuestionarios a 97 mujeres que habían padecido múltiples abortos espontáneos y a 137 que no habían sufrido ninguno sobre sus hábitos sexuales, incluyendo con qué frecuencia participaban en sexo oral y de esas veces, con qué frecuencia se tragaban el semen (curiosamente, para estos investigadores, que las mujeres participasen en sexo oral era siempre equivalente a que ellas lo practicasen, y nunca que lo recibiesen). De ellas, el 51,7% de las participantes no respondieron a las preguntas sobre sus hábitos sexuales.
De estas respuestas, los autores extrajeron que las mujeres que sufren más abortos practican menos sexo oral y con menos frecuencia tragan el semen de su pareja. En conclusión, el semen debe tener alguna propiedad que ayuda a reducir el riesgo de los abortos. Su hipótesis es que al contener éste células del padre, tragarlo reduce la probabilidad de que el cuerpo de la madre no reconozca al feto y por tanto su sistema inmune lo ataque como si fuese un cuerpo extraño, que puede ser una de las causas de aborto espontáneo. Un primer inconveniente es que en caso de ser así, el esperma a tragar debería ser siempre el del padre en los embarazos, y no esperma en general.
Pero hay otros problemas más graves con este estudio que hacen que sea imposible considerarlo científicamente válido. El primero es que el tamaño de la muestra es muy pequeño, y el de la muestra que respondió a las preguntas (menos de la mitad) es aun menor, como para sacar conclusiones sólidas. El segundo es que, de nuevo, correlación no implica causalidad: el supuesto mecanismo de acción de esta relación no es más que una hipótesis que los autores están muy lejos de demostrar.
El tercero, y más importante, es que se trata de un estudio muy limitado en sus variables que, de nuevo, no tiene en cuenta muchas otras posibles explicaciones sobre por qué una mujer que ha sufrido uno o varios abortos espontáneos recurrentes puede a su vez practicar menos sexo oral.
¿Quizá las consecuencias emocionales de un aborto inesperado influyan en su predisposición a mantener relaciones sexuales? Eso supondría estar confundiendo causa y efecto, y ya no sería la escasez de sexo oral lo que aumenta el riesgo de los abortos, sino los abortos lo que reduciría la probabilidad de que una mujer practique sexo oral (porque de recibirlo ni hablamos). Ambas hipótesis tienen el mismo grado de demostración según este estudio: ninguno.
Este mito resulta especialmente dañino porque no es solamente que sea científicamente insostenible, es que es irresponsable, insensible y peligroso por el potencial efecto que podría causar a mujeres y parejas que en una situación delicada como la que es un aborto inesperado puedan sentir culpa por no haber hecho lo suficiente para evitarlo.
Reduce el riesgo de cáncer de mama
De nuevo, un bulo sobre los supuestos beneficios del semen, en concreto, de tragarlo, que se refiere exclusivamente a las mujeres. No porque los hombres no puedan padecer cáncer de mama, sino porque por algún motivo solo se repite en relación con las mujeres.
El origen de este bulo no es un estudio científico, sino un artículo supuestamente satírico publicado originalmente en la web de la Universidad del Estado de Carolina del Norte con un encabezado que imitaba al de la CNN y citando como fuente a AP (Associated Press).
En ese artículo se cuentan los resultados de un supuesto estudio realizado por la Universidad del Estado de Carolina del Norte con 15.000 mujeres según el cual tragar semen hace que las mujeres reduzcan el riesgo de padecer cáncer de mama un 40%. El texto incluye declaraciones de una de las supuestas investigadoras, Helena Shifteer, diciendo que para que la protección sea eficaz, las mujeres deben practicar sexo oral con frecuencia y que desde que realizó el estudio ella se asegura de hacerlo cada pocos días.
El estudio en cuestión no existe y el bulo ha sido desmentido entre otros por Snopes. El artículo fue una broma creada por un estudiante de la mencionada universidad y publicado en septiembre de 2003, haciéndose viral poco después, cuando algunos medios replicaron la historia sin comprobarla. Cuando la CNN y AP amenazaron con tomar medidas legales porque el uso de sus siglas y logos suponía una violación de su propiedad intelectual, el estudiante lo retiró todo y explicó poco después que se trataba de una broma y que no tenía "ninguna prueba" de que el sexo oral y el cáncer de mama tuviesen ninguna relación entre sí.
Otros beneficios generales: analgésico, antiinflamatorio, contra la ansiedad...
Además de las afirmaciones que ya hemos visto, que otorgan al semen beneficios concretos pero no demostrados o directamente inventados, a menudo se otorgan a este fluido otras propiedades más inconcretas o generales, como su capacidad para reducir el dolor o la inflamación, la ansiedad, mejorar el sueño...
Estos supuestos beneficios se basan principalmente en el hecho cierto de que el esperma contiene hormonas relacionadas que esos efectos, como melatonina, oxitocina o progesterona entre otras. Sin embargo, hay dos cosas importantes a tener en cuenta antes de concluir que eso otorga al semen dichas propiedades. Por un lado que el hecho de que estén en el semen no quiere decir que al tragarlo pasen a la corriente sanguínea y de ahí al cerebro en cantidades suficientes como para producir dichos efectos.
Por otro, que la mayoría de esas sustancias se encuentran de forma autónoma el cuerpo de las mujeres, y algunas, como la oxitocina, aumentan su producción cuando ocurre un orgasmo entre otros casos. Es decir, que esos supuestos efectos ocurrirían en mayor medida si se recibe sexo oral de forma satisfactoria que si se practica a otra persona.
Sobre sus propiedades nutricionales
Por último, entre el bulo y el chascarrillo se encuentran los comentarios sobre las propiedades nutricionales del semen. En este caso, no es que sean falsas, sino más bien irrelevantes por las pequeñas cantidades en las que se encuentran.
Aunque en cada persona es diferente, se calcula que, de media, menos del 10% de la composición del semen está formado por espermatozoides. El resto es lo que se llama el líquido seminal que contiene, principalmente, fructosa, aminoácidos, fósforo, potasio, ácido cítrico, zinc o calcio entre otras cosas.
Algunos de estos elementos forman parte de una nutrición adecuada, es cierto, pero las cantidades en las que podrían ingerirse a través del semen son demasiado pequeñas como para tener un impacto real en ese sentido.
Por si hace falta aclararlo: una alimentación adecuada es una forma mucho más eficaz de obtener los nutrientes necesarios, y en caso de que hubiese alguna carencia, el médico recomendaría un suplemento nutricional adecuado.