Nos habéis preguntado por los suplementos que se venden en farmacias, herbolarios y otros establecimientos supuestamente para mejorar la función cognitiva y también ayudar con el estudio. Se venden también orientados a mejorar la memoria en las personas mayores.
La supuesta base científica del funcionamiento de estos suplementos no está nada clara. La mayoría contienen distintas combinaciones de fosfatildiserina (componente habitual de la capa interior de nuestras células), taurina (ácido orgánico derivado de un aminoácido llamado cisteína), teanina (compuesto presente en el té verde) y jalea real (sustancia generada por las abejas obreras jóvenes).
Tal y como explica el bioquímico José Manuel López Nicolás, ninguna de esas sustancias ha demostrado tener ese efecto positivo que se les atribuye sobre las capacidades cognitivas, ni de concentración ni de memoria, y por eso la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria no permite publicitarlos con esos mensajes. Por eso, muchos de esos compuestos incluyen también una combinación de vitaminas y minerales, que sí han demostrado ser beneficiosos para la salud. Con eso los fabricantes ya pueden incluir determinadas afirmaciones en la publicidad y el etiquetado de sus productos.
Pero esto también tiene truco, porque la mayoría de esos micronutrientes están presentes en mucha mayor cantidad en los alimentos que consumimos de forma habitual, que además son mucho más baratos que estos suplementos. Un buen ejemplo es el del fósforo, que se publicita como un mineral beneficioso para el cerebro, y es cierto, pero también es cierto que hay más fósforo en una sardina que en una cápsula de estos suplementos.