Nos habéis preguntado por este hilo de Twitter que alerta sobre los antibióticos fluoroquinolonas, puesto que, en teoría y entre otros efectos secundarios "dañan el ADN humano, destruyen las mitocondrias y producen consecuencias adversas irreversibles". ¿Es esto cierto? Os contamos lo que sabemos.
"Si nos ceñimos a responder categóricamente a la pregunta, sí", confirma Emilio M. Ramos, responsable de la unidad de farmacia del Área Sanitaria Norte de Córdoba a Maldita Ciencia. Y añade que su consumo está relacionado con algunos riesgos severos. Por ese motivo, su uso está estrictamente regulado: en el caso de que un médico prescriba este tratamiento será porque sus beneficios superen a los posibles riesgos.
Las quinolonas y fluoroquinolonas son un conjunto de compuestos sintéticos con actividad antimicrobiana y toxicidad selectiva (son nocivas para un tipo de materia viva pero no para otras formas de vida). Hasta ahora, se han utilizado para tratar diversas infecciones bacterianas como las de las vías urinarias y respiratorias, del aparato genital y gastrointestinal, cutáneas, óseas y articulares. Sin embargo, se sabe que pueden causar efectos secundarios severos: "La bibliografía apunta a que fluoroquinolonas sí producen alteraciones en las membranas de las mitocondrias con posterior rotura de las mismas", explica Ramos.
Aprovechando estos efectos, añade el experto, se está estudiando la capacidad citotóxica (de provocar muerte celular) de estas moléculas para su utilización en el tratamiento de diferentes tipos de tumores: cáncer de pulmón, de mama, glioblastoma, etc.
Ya que estos componentes pueden tener consecuencias negativas y graves los sistemas nervioso y musculoesquelético del paciente que las recibe, el Comité para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia (PRAC) europeo evaluó en 2018 el impacto de esas posibles "reacciones adversas incapacitantes, de duración prolongada, y potencialmente irreversibles" y la relación beneficio-riesgo de este grupo farmacológico, según recoge la Agencia Española de Medicamentos (AEMPS). "Sin embargo, este daño no es exclusivo de las fluoroquinolonas: existen numerosos fármacos que producen daño mitocondrial, como doxiciclina, piperacilina, diclofenaco, estatinas…", añade Ramos.
Las últimas valoraciones del PRAC han llegado a la conclusión de que, dada la gravedad de los potenciales riesgos tras su uso incluso en personas sanas, "cualquier prescripción de estos antibióticos deberá realizarse tras una cuidadosa valoración de su relación beneficio-riesgo". Es decir, solo deben prescribirse a quienes sufren infecciones graves ocasionadas por bacterias sensibles (con las que el antibiótico acabe fácilmente).
En caso de que los pacientes a los que se haya recetado este tratamiento sufran reacciones adversas en el sistema musculoesquelético (tendinitis, rotura tendinosa, mialgia, debilidad muscular…) o en el sistema nervioso (ansiedad, alucinaciones alteraciones de la audición o la visión…), el PRAC recomienda interrumpirlo y acudir al médico.
"Bajo mi punto de vista, lo que llama la atención es el alarmismo del hilo de Twitter frente a un grupo de medicamentos en concreto", opina Ramos. "Pero todos los medicamentos provocan reacciones adversas. Son como la doble cara de una moneda, al mismo tiempo que curan enfermedades, tienen la capacidad de provocar efectos nocivos", añade.
Ramos recuerda que, aunque el riesgo cero no existe, hay formas de reducirlo limitando la automedicación (no vale el "como a mi vecino le funciona...", tomando medicamentos que obedezcan a una prescripción por parte de un médico (que valora de forma integral al paciente, su patología, circunstancias, factores de riesgo, decantando la relación beneficio – riesgo hacia el lado positivo) y consultando cualquier duda a un profesional sanitario.
"Con todo esto no quiero dar un mensaje alarmista, sino tranquilizador, pues haciendo un uso responsable de los medicamentos, los beneficios que se obtienen con ellos superan con creces a los riesgos", concluye Ramos. "Tal es el caso de los antibióticos, como las fluoroquinolonas, que, desde su aparición, han salvado millones de vidas".