Hace ya unos meses que se publicó este estudio de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en el que se explica que los peces que habitan en aguas contaminadas pueden acumular antidepresivos, antibióticos y componentes de cremas solares; contaminantes que producen efectos secundarios en el plasma, cerebro e hígado de estos animales.
Nos habéis preguntado por este artículo, publicado en La Vanguardia a raíz de esa investigación y cuyo titular alerta de que “cuando comemos pescado estamos tomando antidepresivos, antibióticos y crema solar”. A pesar de que el texto está firmado por la Agencia Sinc, que es la que publicó el reportaje original, La Vanguardia lo ha republicado modificando el titular y los párrafos introductorios originales, dando lugar a un texto que puede causar malentendidos.
Porque ahora mismo no hay evidencias de que al comer pescado ingiramos también los contaminantes mencionados, algo que no se dice en el texto original. En él, los científicos inciden que es preciso saber si existe el riesgo de que esto suceda, pero no hay pruebas de que así sea ni han investigado todavía sobre ello.
Lo que sí han hecho, según contaba Sinc, es analizar los contaminantes del organismo de los peces. Hasta ahora, no se había investigado en profundidad cómo estos se acumulan, distribuyen, metabolizan y eliminan en sus tejidos y secreciones biológicas. Los resultados muestran que algunas de estas sustancias, como el antidepresivo amitriptilina, el antibiótico ciprofloxacin y el filtro ultravioleta oxibenzona sí pueden acumularse en los peces, produciendo efectos secundarios en su plasma, cerebro e hígado.
Aún así, aún no hay evidencias suficientes como para saber qué supone esto para el consumidor: “No sabemos hasta qué punto influirá eso a nivel de individuo”, explica en Sinc Haizea Ziarrusta Intxaurtza, investigadora de la UPV/EHU.
Según cuenta Ziarrusta a Maldita Ciencia, el estudio no demuestra que ingiramos tales contaminantes al comer pescado. “Dependerá de cuál sea este y de dónde proceda (en qué aguas haya vivido)”, explica la investigadora y añade que, en cuanto a muestras reales, solo se ha analizado el hígado de los mubles (un tipo de pez) del estuario de Gernika, cuyas aguas estaban contaminadas, pero no el músculo, que es la parte que comemos.
Además, explica que la investigación no ha evaluado si “todos estos fármacos y químicos nos afectan a nosotros a través de su consumo”, como se puede leer en el texto al que hacemos referencia. “Eso es otro mundo y no lo hemos investigado. Lo que hemos analizado es cómo les afectan algunos de estos contaminantes a nivel metabólico“, matiza. “Pero, como siempre, son estudios/resultados preliminares que necesitan mucha más investigación“.