Como colofón al consultorio de esta semana, aquí está la respuesta a otra de vuestras dudas. Nos habéis preguntado si el autismo puede curarse a través de la alimentación. Sin embargo, las evidencias científicas al respecto no son lo suficientemente sólidas como para poder asegurar que esto ocurra: una dieta restrictiva no es solución al autismo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los Trastornos del Espectro Autista (TEA) se caracterizan por la alteración del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje, así como por un conjunto de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo. María José Mas, neuropediatra, explica a Maldita Ciencia que su causa es desconocida y no parece única, sino más bien debida a la compleja interacción de múltiples factores genéticos y ambientales que intervienen en el neurodesarrollo.
Durante los últimos años, numerosos estudios han investigado la posibilidad de que este tipo de trastornos estuviese de alguna forma ligado a problemas del aparato digestivo, dado que muchos síntomas de los pacientes de TEA están relacionados con complicaciones gastrointestinales.
Según esta revisión publicada en la revista Frontiers in Cellular Neuroscience, tanto los problemas gastrointestinales como el estreñimiento y la diarrea son más comunes en niños con TEA que en los grupos que no padecen este trastorno (un 42% frente a un 20%, respectivamente). Este problema repercute en su comportamiento: que un paciente con TEA sufran dolencias gastrointestinales puede influir en su nivel de ansiedad y ser la causa de agresiones tanto a sí mismos como a quienes le rodean.
Varios estudios han demostrado que la flora intestinal (conjunto de especies bacterianas, en su mayoría beneficiosas, que habitan en nuestros intestino) está directa o indirectamente asociada a los síntomas de los TEA. De hecho, los niños con este trastorno presentan una flora intestinal menos diversa. Este estudio explica que la normalización de este conjunto de especies bacterianas en personas con autismo podría mejorar muchos de sus síntomas conductuales.
Por ello, es habitual la discusión sobre cómo podría influir la alimentación en los pacientes con este trastorno y si, a través de la misma, podría minimizarse la gravedad de algunos de los síntomas. En concreto, se habla de posibles intolerancias alimentarias y alergias de estos pacientes y la correspondiente dieta carente de gluten y caseína o lácteos, es decir, eliminar de la dieta pan y bizcochos, yogur, crema, leche o helado, etc.
Sin embargo, si no existe un problema alimenticio concreto, como la celiaquía o la intolerancia a la lactosa, “el uso de dietas tan restrictivas, que eliminan alimentos propiamente infantiles, merman la inclusión social en niños que ya lo tienen difícil de por sí”, indica Mas.
“Los niños con TEA tienen limitada su capacidad de expresarse, si algo no les sienta bien, la digestión es molesta o dolorosa, raramente lo expresarán de forma explicita”, explica Mas. “En estos casos, es buena idea investigar una posible intolerancia o alergia, pero con la cautela necesaria y siendo muy conscientes de que la dieta mejorará la digestión y por tanto el ánimo del niño, pero no mejorará su autismo“.
Esa es también la conclusión de este estudio del European Journal of Nutrition,que apunta que no existen evidencias suficientes para afirmar que una dieta restrictiva a sea beneficiosa para los síntomas principales de TEA en niños.