“La mamografía es una radiografía muy potente. Producen cambios en las células que favorecen que se produzca cáncer de mama. Infórmate, no te dejes hacer mamografías”. Circulan contenidos como este en redes sociales que culpan a las mamografías y a las campañas de prevención y autoexploración de ser el verdadero origen del cáncer de mama. Algunos dicen que, para evitar estos daños, se debe recurrir a las ecografías o a las termografías.
Esto no es cierto: no hay evidencia de que las mamografías o la autoexploración sean la causa ni aumenten de forma significativa el riesgo de cáncer de mama. Los trabajos que han explorado el daño de la radiación de las mamografías inciden en que sus beneficios al detectar estos tumores de forma temprana son mucho mayores que los riesgos a los que se asocia. Por último, hay varias técnicas de detección del cáncer de mama, son complementarias y no excluyentes, cada una con ventajas e inconvenientes.
Ni las mamografías ni la autoexploración degeneran el tejido mamario: perspectiva de la radiación y riesgos
Según explica a Maldita.es José E. Gordillo, especialista en radiodiagnóstico en el Área Sanitaria Norte de Córdoba "ni las mamografías ni la autoexploración degeneran el tejido mamario ni inducen cambios en él", como asegura el post.
Este bulo aprovecha la preocupación por la radiación que se usa en estas pruebas y sus efectos para la salud. Si bien la radiación tiene un impacto sobre nuestro organismo —y por eso, quienes operan maquinaria de radiación en medicina cuentan con unas medidas de protección—, vemos conveniente poner el efecto de esta radiación en perspectiva.
Como referencia, según el informe sobre dosis de radiación del Consejo de Seguridad Nuclear, el promedio de radiación natural, proveniente del suelo y la materia que nos rodea, que recibe una persona en España es de unos 0,6 mSv al año (miliSievert, unidad que mide la dosis de radiación absorbida por la materia viva); la radiación media de los alimentos es de 0,2 a 0,8 mSv al año; de otras fuentes, como la televisión y los relojes luminosos, hasta 1 mSv al año.
Así, la radiación que emiten las mamografías, según el informe del Consejo, es de 0,51 mSv al año. “La radiación que emite es muy baja”, señala Gordillo. Como otra referencia, la dosis promedio de radiación en España recibida por motivos médicos —contando todos los procedimientos, no solo mamografías— representa el 35%.
Un estudio de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA, siglas en inglés) estimó el riesgo de cáncer de mama inducido por la radiación de las mamografías frente al potencial daño de estos cánceres: muertes por estos tumores y años de vida perdidos por esta causa. De esta manera, se puede comparar el supuesto daño que provoca esta radiación para diagnosticar el cáncer frente a no hacer diagnóstico y sufrir las consecuencias de un diagnóstico de cáncer tardío.
El resultado mostró que el riesgo de cáncer de las pruebas de cribado es muy pequeño en comparación con la reducción de mortalidad que se consigue gracias a estas pruebas diagnósticas. “El riesgo de cáncer de mama inducido por la radiación no debe disuadir del cribado mamográfico en mujeres”, concluían los autores.
Técnicas y edades para el diagnóstico del cáncer de mama: complementarias y no excluyentes
Narrativas desinformadoras similares afirman que las ecografías mamarias son más efectivas que las mamografías, pero esto no es así: ambas pruebas son complementarias y no excluyentes y cada una tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Algunos contenidos también apuntan a las termografías (técnica que permite registrar las temperatura de distintas zonas del cuerpo), pero no hay evidencias que apoyen su uso.
En España, por un lado, funciona el Programa de Detección Precoz de Cáncer de Mama, en el que se realizan mamografías cada dos años a mujeres asintomáticas de entre 50 y 69 años, incluso a veces más jóvenes. Por otro lado, si ante una autoexploración y otra prueba se obtiene un resultado como un 'bulto en la mama', se sigue un protocolo en el que el tipo de prueba de imagen que debe realizarse dependerá de la edad de la paciente.
Gordillo aclara que, si el caso se diagnostica en una mujer menor de 35 años, se le realizará una ecografía mamaria (técnica que utiliza frecuencias altas de ultrasonido, imperceptibles al oído humano, para obtener información de nódulos y tumores).
Si, por el contrario, es mayor de 35, la prueba será una mamografía. ¿Por qué? "Se ha comprobado que el tejido glandular mamario es más sensible a la radiación de la mamografía en edades más tempranas", explica Gordillo.
Gordillo explica que al aumentar la edad, “el tejido glandular de la mama va disminuyendo y, con él, el número de falsos positivos en mamografía". "Este es uno de los motivos por lo que es la primera técnica de imagen para pacientes mayores de 35 años", añade.
Con respecto al otro método de diagnóstico citado en la cadena, la termografía, no existen publicaciones científicas que apoyen su uso. "Sí se han demostrado sus limitaciones para tumores localizados en planos profundos u otros de muy pequeño tamaño", declara Gordillo. De hecho, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) indica que la termografía “no debe utilizarse en lugar de la mamografía, la cual sigue siendo la herramienta más eficaz para detectar el cáncer de mama”.
En resumen: no es cierto que mamografías y autoexploraciones sean el verdadero origen del cáncer de mama. Sí es cierto que la radiación de pruebas como las mamografías (o las radiografías) tiene efectos sobre nuestro cuerpo, pero es un porcentaje muy pequeño del total de la radiación que recibimos de forma habitual, y los estudios disponibles señalan que los beneficios de estos programas de cribado superan con creces sus riesgos.
*Este artículo ha sido actualizado el 5 de diciembre de 2023 para publicarlo con la metodología actual de Maldita.es.
Primera fecha de publicación de este artículo: 15/03/2019