Nos habéis preguntado si hay algún tipo de relación entre la bebida de soja y el cáncer de próstata y si, de alguna manera, ésta reduce el riesgo de sufrir esta enfermedad.
La respuesta no está del todo clara, aunque parece haber algunos indicios para pensar que sí. La razón básica es que las isoflavonas, sustancias químicas presentes en la soja y en otros alimentos, pueden actuar sobre los receptores de estrógenos presentes en la próstata, y de ahí influir en el riesgo de desarrollar un cáncer.
La relación entre soja y cáncer se observó por primera vez cuando en estudios epidemiológicos (aquí uno y aquí otro) se vio que en las poblaciones que consumen una gran cantidad de soja como parte de su dieta se da un menor riesgo de cáncer de próstata.
Después de eso, tal y como explica el apartado dedicado a la soja en la web del National Cancer Institute de EEUU, otros estudios han llevado a cabo experimentos en modelos celulares y animales para ahondar en el conocimiento sobre las propiedades anticancerígenas de la soja, especialmente en el cáncer de próstata, y esos estudios han llevado a unos pocos estudios clínicos en humanos, en los que se han utilizado alimentos o suplementos a base de soja como parte del tratamiento de hombres con cáncer de próstata en distintos estadios. Aunque los resultados en muchos casos han sido positivos, las evidencias no se consideran lo suficientemente sólidas como para considerar la relación totalmente demostrada.
Por ejemplo, un grupo de investigadores de la Universidad de Illinois (Estados Unidos) realizó en 2017 un metaanálisis (el tipo de estudio científico más sólido que hay, ya que revisa los estudios disponibles sobre un tema hasta la fecha) que incluía la revisión de 30 estudios sobre los supuestos beneficios de la soja para la salud. La conclusión fue que, efectivamente, los alimentos que contienen soja, sobre todo los productos no fermentados de soja, como las bebidas de soja y el tofu, y sus correspondientes isoflavonas están asociados a un riesgo menor de sufrir este tipo de cáncer.
La investigación, publicada en la revista Nutrients, sostenía que las isoflavonas de soja, especialmente dos llamadas genisteína y la daidzeína, se acumulan en el tejido prostático, donde pueden “luchar” contra las células cancerosas. “La genisteína, por ejemplo, regula al alza los genes supresores de tumores en las células y suprime la carcinogénesis (proceso natural por el que se produce el cáncer) de la próstata en ratones”, explican los investigadores en el estudio.
Según otro metaanálisis publicado en 2014, basado en estudios epidemiológicos, sugería que un alto consumo de alimentos con soja no fermentada estaba significativamente asociado con un menor riesgo de cáncer de próstata. Sin embargo, estos estudios de población deben siempre tomarse con cautela, ya que se basan en datos aportados por los propios usuarios, pueden sufrir importantes sesgos y además, en este caso, muchos no tienen en cuenta otros factores genéticos o conductuales que influyen en el riesgo de padecer cáncer.
Otros estudios han investigado cómo actúan las isoflavonas de la soja frente a otros tipos de cánceres. “La inmensa mayoría señalan relaciones favorables del consumo de soja como alimento (no suplementos) y cáncer“, explica Lucía Martínez, dietista, en este artículo. “Especialmente a nivel preventivo, con mayor efecto en población asiática”, concluye.
Por estos motivos se cree que el consumo de soja tiene un efecto positivo a la hora de reducir el riesgo de cáncer de próstata y otros tipos de cáncer, aunque siguen siendo necesarios más estudios que refuercen las evidencias disponibles. Lo que no se ha hallado de momento es una relación significativa entre el consumo de soja y el tratamiento de cánceres ya aparecidos.
*Actualización: En una primera versión de este artículo hablábamos de "leche" de soja, aunque la denominación correcta es "bebida" de soja, y así lo hemos modificado. Gracias a los malditos que nos han señalado esta corrección.